La derecha convierte la inseguridad en su principal caballo de batalla
El aumento de la criminalidad es el origen de la legalizaci¨®n de la marihuana y una de las principales preocupaciones del electorado
La inseguridad ciudadana es el particular v¨ªa crucis del gobernante Frente Amplio, que no ha logrado ni bajar claramente los registros de criminalidad ni desarrollar una pol¨ªtica convincente al respecto. En la ultima legislatura la oposici¨®n explot¨® la continua progresi¨®n de los robos y atracos en este apacible pa¨ªs de 3,2 millones de habitantes. Y ha sido durante la campa?a electoral su principal argumento para clamar por un cambio de Gobierno.
Las dos administraciones de la coalici¨®n de izquierdas realizaron masivas inversiones sociales, convencidos de que la disminuci¨®n de la pobreza terminar¨ªa con un problema relativamente reciente en el pa¨ªs. As¨ª, en nueve a?os la pobreza, que rondaba el 40% en el 2003, pas¨® en el 2013 a un 7,8%, seg¨²n datos oficiales. Pero los resultados en t¨¦rminos de reducci¨®n de la criminalidad no se produjeron y muy al contrario, hubo una clara progresi¨®n de los delitos. Si en la d¨¦cada de los noventa los robos con violencia no llegaban a los 5.000 casos al a?o, en el 2013 alcanzaban los 15.000. Las primeras proyecciones de 2014 se?alan una nueva subida.
El punto de quiebre fue la crisis econ¨®mica del 2002, la peor de la historia del pa¨ªs. Hasta entonces muchos vecinos de la capital, Montevideo, viv¨ªan con al puerta de casa abierta, sin el m¨¢s m¨ªnimo temor. Pero con la pobreza provocada por la crisis fue surgiendo una delincuencia juvenil cada vez m¨¢s violenta. Muchas familias han sufrido en los ¨²ltimos a?os repetidos robos en sus casas, as¨ª como atracos con o sin violencia en las calles. En ocasiones, los delincuentes aparecieron con armas de fuego y llegaron a retener a toda la familia. Los habitantes de las ciudades rodearon las casas de rejas, pusieron alarmas, compraron armas, ciudades como Montevideo cambiaron de fisionom¨ªa.
En un principio, la izquierda minimiz¨® la situaci¨®n atribuy¨¦ndola a una difusa ¡°sensaci¨®n se inseguridad¡± de los ciudadanos, confiados en los estudios internacionales que mantienen cada a?o a Uruguay como el pa¨ªs m¨¢s seguro de Am¨¦rica Latina. No captaron el p¨¢nico que hab¨ªa cundido en la poblaci¨®n, alimentado por los informativos de los canales de televisi¨®n privados que dedican la mayor parte de su espacio a la cr¨®nica policial m¨¢s sensacionalista.
Uno de los episodios de violencia que m¨¢s impact¨® a la poblaci¨®n, el asesinato de sangre fr¨ªa del camarero de una pizzer¨ªa, fue tambi¨¦n el origen de una de las leyes que ha dirigido las miradas del mundo hacia Uruguay: la legalizaci¨®n de la marihuana. Tras el crimen, filmado por las c¨¢maras de seguridad y repetido por las televisiones hasta la saciedad, el presidente Jos¨¦ Mujica convoc¨® en mayo del 2012 una reuni¨®n de los partidos para tomar medidas concertadas contra la inseguridad. Se acordaron varias medidas de corte represivo y una de las propuestas del Gobierno fue luchar contra las drogas ilegales, especialmente la pasta base, un derivado barato de la coca¨ªna que se consume en los barrios pobres y hace estragos entre los j¨®venes. Mujica pens¨® que legalizar la marihuana y ponerla bajo control del Estado ser¨ªa un primer paso para quitarle mercados a los narcotraficantes.
Por su parte, el Partido Colorado sac¨® sus propias conclusiones y decidi¨® lanzar una campa?a de firmas para organizar un refer¨¦ndum que permitiera bajar la edad penal a los 16 a?os. Sectores del Partido Nacional, entre ellos su candidato presidencial, Luis Lacalle Pou, se sumaron a la iniciativa que culmin¨® con ¨¦xito ya que se logr¨® convocar una consulta prevista el mismo d¨ªa que la primera ronda de las elecciones este domingo 26 de octubre.
A pesar de que los sondeos anuncian el fracaso de la iniciativa, que debe ser aprobada por mayor¨ªa absoluta, la propuesta ha tenido un fuerte apoyo del electorado (alrededor del 45%) y ha sido un ¨¦xito para la oposici¨®n. De poco han servido las cr¨ªticas de sectores de la Iglesia, UNICEF y ONG como Aldeas Infantiles. La estigmatizaci¨®n de los adolescentes pobres (ese chaval con gorra, y pantalones bajos que escucha cumbia) se ha convertido en una realidad en Uruguay.
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