M¨¦xico: el grito de Iguala
El reclamo de la sociedad mexicana ante masivas violaciones a los derechos humanos era inaudible antes de los cr¨ªmenes de Guerrero
Hace un mes, 43 estudiantes mexicanos que aspiraban a ser profesores rurales y que organizaban una protesta,?desaparecieron en el municipio de Iguala, estado de Guerrero, apenas a doscientos kil¨®metros de distancia de la capital del pa¨ªs. La noticia ha motivado masivas protestas ¡ªalgunas muy violentas¡ª en todo M¨¦xico y ante sus representaciones diplom¨¢ticas en el exterior. Buena parte de la prensa internacional ha tratado este crimen como un dur¨ªsimo golpe ¡ªuno m¨¢s de muchos¡ª del narcotr¨¢fico. Un nuevo brote de una enfermedad end¨¦mica.
En cierto modo, los cr¨ªmenes que han acontecido en Iguala, que han sido seguidos por numerosos descubrimientos de fosas comunes donde brotan decenas de restos humanos mutilados y deshollejados, ignotos hasta hoy, ya no constituyen un evento extraordinario. Desapariciones por aqu¨ª, fosas comunes por all¨¢, decapitaciones y secuestros se han vuelto rutina en M¨¦xico. Lo que es inusual esta vez es la reacci¨®n de la sociedad civil. Iguala le ha dado una v¨ªa para rebelarse ante el terror diario, para expresar el hartazgo ante un dolor sofocado, una sed de justicia sin saciar que era una bomba de tiempo. Un estallido previsible para una poblaci¨®n saturada por la criminalidad, que no solo viene de los carteles, y que hace bastante tiempo han ampliado el giro a actividades criminales lucrativas que van mucho m¨¢s all¨¢ del narcotr¨¢fico. Es la crisis de un gobierno frente a un pueblo frustrado ante instituciones que no reflejan un m¨ªnimo Estado de derecho.
En efecto, un mes antes de los hechos de Iguala, el 21 de agosto, el gobierno mexicano reconoci¨® oficialmente un total de 22.322 desapariciones desde el a?o 2006, de los cuales el 44% han tenido lugar durante la actual administraci¨®n del presidente Enrique Pe?a Nieto, que comenz¨® en diciembre de 2012. Organizaciones de derechos humanos como Amnist¨ªa Internacional han dicho que el n¨²mero real de desaparecidos probablemente excede las cifras oficiales debido a que la poca fe ciudadana en el sistema judicial y en las fuerzas de orden hace que estos eventos ni siquiera se reporten. Amnist¨ªa tambi¨¦n subray¨® entonces que el n¨²mero de desapariciones forzadas - que implican la participaci¨®n de los funcionarios del Estado - es desconocido. Estudios indican que la mayor parte de la poblaci¨®n atribuye estas desapariciones al Estado y no al crimen organizado.
Lo que es inusual esta vez es la reacci¨®n de la sociedad civil mexicana
D¨ªas despu¨¦s, el 29 de Agosto, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos emiti¨® un comunicado que establec¨ªa que la situaci¨®n de las personas desaparecidas de M¨¦xico alcanza niveles cr¨ªticos. La organizaci¨®n llam¨® entonces a M¨¦xico, como Estado parte de la Convenci¨®n Internacional para la Protecci¨®n de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, a emitir nueva legislaci¨®n sobre las personas desaparecidas y reconocer la competencia del Comit¨¦ de la ONU sobre Desapariciones Forzadas.
El 4 de Septiembre, otro reporte de Amnist¨ªa Internacional consign¨® que la tortura en M¨¦xico se ha masificado entre los agentes del Estado hasta el punto de estar ¡°fuera de control¡±, ya que tan solo en la ¨²ltima d¨¦cada, las denuncias por este delito han aumentado en un 600%. El reporte indica que se necesitan medidas urgentes para poner fin al uso persistente y generalizado de la tortura por parte de la polic¨ªa y las fuerzas armadas.
A fines de septiembre, casi coincidiendo con los hechos en Iguala, la encuesta nacional sobre victimizaci¨®n y percepci¨®n sobre seguridad p¨²blica del Instituto Nacional de Estad¨ªsticas mexicano arroj¨® cifras extraordinarias para un pa¨ªs miembro de la OCDE, el club de los pa¨ªses desarrollados. El n¨²mero estimado de personas que sufri¨® un secuestro aument¨® notablemente en el ¨²ltimo a?o, de 94.438 en 2012 a 123.470 en 2013. Solo el 10% de todos los delitos son reportados a las autoridades, debido a la falta de confianza en la polic¨ªa. De todos los delitos, 94% ni siquiera son investigados.
Es la crisis de un gobierno frente a un pueblo frustrado ante instituciones que no reflejan un Estado de Derecho
Iguala es, entonces, la punta de un iceberg que concentra el horror que los mexicanos han debido soportar a diario. La situaci¨®n hace a?os dej¨® de ser problema de lucha contra el narco y arrastra al Estado, implicado en desapariciones forzadas y torturas a niveles cr¨ªticos, en un ambiente de impunidad casi absoluta y corrupci¨®n de agentes del Estado que no cumplen su papel de proteger a sus conciudadanos ?Puede esperarse que una sociedad relativamente moderna, en uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de Am¨¦rica Latina, soporte en silencio una falta de cumplimiento de funciones estatales m¨ªnimas? La indignaci¨®n ya exist¨ªa ¨Cpero este grito doloroso de M¨¦xico, antes de Iguala, era inaudible.
Los precedentes internacionales indican que violaciones de este calibre necesitan soluciones de magnitudes proporcionales a la herida causada. Bien lo sabemos en otros pa¨ªses de la regi¨®n: las consecuencias de las violaciones a los derechos humanos traspasan generaciones, y lidiar con ellas requiere destinar recursos por largos a?os. Se necesitan reformas legislativas para cumplir con los est¨¢ndares internacionales que obligan al pa¨ªs; comisiones y tribunales a los cuales se les proveen mandatos especiales y medios materiales para entregar justicia; establecida una verdad, un liderazgo que asuma p¨²blicamente las responsabilidades del Estado en los hechos; reparaci¨®n a las familias de las decenas de miles de v¨ªctimas, que exceden largamente el caso Iguala; y una reforma a la polic¨ªa y a las fuerzas armadas que incluya recursos que los hagan menos proclives a la corrupci¨®n y una educaci¨®n que instaure el respeto a los derechos humanos. En todo este proceso, se necesita el respaldo y acompa?amiento de la comunidad internacional. Finalmente, a la luz de la verdad que emerge de este proceso, la actual estrategia de seguridad de M¨¦xico, tendr¨¢ que ser reevaluada.
El grito que emerge de Iguala, el clamor angustioso que hoy resuena en todo M¨¦xico contra la barbarie, no se acallar¨¢ hasta entonces.
Paz Z¨¢rate es analista de Oxford Analytica. La opini¨®n aqu¨ª expresada tiene car¨¢cter personal. Twitter @pyz30
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