En mi casa viv¨ªa el narco
La ciudad mexicana de Torre¨®n, apaciguada por la guerra del narco, recupera lentamente la normalidad; los habitantes de los barrios devastados vuelven a su antiguos hogares, convertidos en ruinas
Por las calles del barrio de Nuevo M¨¦xico pas¨® una guerra. Las ruinas de esta colonia situada en la ciudad de Torre¨®n (Estado de Coahuila, norte de M¨¦xico) fueron el escenario de las disputas entre el Cartel de Sinaloa y Los Zetas de 2007 hasta 2012. En el vecindario ya no queda nada m¨¢s que muros rotos y agujereados. Las 200 familias que lo habitaban se marcharon cuando los criminales les obligaron, otros cuando no soportaron m¨¢s el sonido breve pero constante de las balas. Ahora que los narcos han dejado el barrio que durante a?os les sirvi¨® de trinchera, algunos vecinos han vuelto a sus casas, convertidas en ruinas. Es un s¨ªntoma de que algo est¨¢ cambiando. Los enfrentamientos entre c¨¢rteles ha disminuido en esta zona del norte de M¨¦xico, antes tomada por los sicarios. El propio Gobierno mexicano apoya este retorno y coopera con sus habitantes para rehabilitar las zonas afectadas. Es un camino que no ha hecho m¨¢s que empezar, porque para estos mexicanos superar las marcas de la violencia es todav¨ªa un objetivo lejano.
La calle donde vive Flor Hern¨¢ndez est¨¢ desierta. Ella y sus cuatro hijos ocupan la ¨²nica casa habitada de la cuadra. El sonido de una vieja lavadora y un chorro de agua que llega hasta la calle son los indicios de que han regresado. Los cinco resistieron durante meses los combates entre los sicarios de ambos bandos y vieron c¨®mo uno a uno sus vecinos se marchaban cuando sus viviendas eran reducidas a ruinas. Hasta que no pudieron evitar la sensaci¨®n de que estaban en peligro.
¡ªPrimero uno hace como que no pasa nada, pero despu¨¦s empezamos a ver cosas.
¡ª?Qu¨¦ cosas?
¡ª Se llevaban a los muertos todos juntos, arrastr¨¢ndolos por la calle. Como ahora vemos correr agua por el suelo, un d¨ªa vimos correr sangre.
Hern¨¢ndez y sus cuatro hijos se fueron del barrio de Nuevo M¨¦xico durante un a?o. Se mudaron a una vivienda social, y cuando supieron que los sicarios hab¨ªan dejado de ocupar la colonia regresaron. Con ellos, unas 80 familias volvieron en lo ¨²ltimos meses y comenz¨® un proceso de refundaci¨®n del vecindario. Aunque el Gobierno mexicano les ha entregado pintura y materiales de construcci¨®n para poner en pie sus casas, buena parte de la colonia est¨¢ sin habitar. Las cicatrices siguen all¨ª.
El barrio de Nuevo M¨¦xico era un enclave perfecto para los miembros de los carteles que lucharon por el dominio de Torre¨®n: un vecindario humilde incrustado en un cerro con una visibilidad completa de la ciudad, al lado de las v¨ªas del tren que llegan hasta la frontera con Estados Unidos y a 10 kil¨®metros del Estado de Durango. Un trozo apenas de la que fue la regi¨®n m¨¢s peligrosa del pa¨ªs en 2012: La Laguna.
La Comarca Lagunera, como tambi¨¦n es conocida, est¨¢ integrada por los municipios de Gom¨¦z Palacio, Lerdo, Torre¨®n y Matamoros. Un ¨¢rea metropolitana con un mill¨®n de habitantes en cuatro municipios separados por el R¨ªo Nazas que hace la frontera entre los estados de Durango y Coahuila. Un sitio ideal para burlar la ley y traficar drogas hacia Estados Unidos porque la divisi¨®n territorial dificulta la persecuci¨®n de los criminales. Tambi¨¦n es una rica zona industrial y minera que se ha prestado para el negocio aleda?o de la extorsi¨®n, el delito m¨¢s denunciado en la regi¨®n, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (INEGI). La Laguna fue el des¨¦rtico escenario de una sangrienta guerra entre los hombres del jefe del Cartel de Sinaloa Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n y los Zetas donde los cad¨¢veres descuartizados y colgados eran noticia diaria.
La ubicaci¨®n estrat¨¦gica de La Laguna no es ninguna novedad. Desde la Revoluci¨®n Mexicana, a principios del siglo XX, fue una regi¨®n clave para el avance de los grupos armados revolucionarios. En 1914, Doroteo Arango, conocido como Pancho Villa, y sus hombres agrupados en la Divisi¨®n del Norte lucharon por tomar Torre¨®n. Para lograrlo entraron desde el Cerro de la Pila en el municipio de G¨®mez Palacio, un monte con una privilegiada visi¨®n de toda La Laguna.
Cien a?os despu¨¦s, el cerro desde el que Pancho Villa consigui¨® el avance de sus fuerzas es una colonia humilde con peque?as casas. El monte tambi¨¦n se convirti¨® en un punto estrat¨¦gico para los capos de la droga que manten¨ªan vigilancia desde este punto para atacar a sus adversarios. ¡°As¨ª sab¨ªamos que algo fuerte iba a pasar¡±, cuenta Alejandra Garc¨ªa, vecina del Cerro de la Pila que vio c¨®mo miembros de los c¨¢rteles se movilizaban en los terrenos cercanos a su casa. Garc¨ªa no olvida el d¨ªa que de camino a la escuela tuvo que cubrirle la cara a su nieto porque dos cuerpos colgaban de un puente, o las historias de vecinos que desaparecieron y nunca volvieron.
Tomasa Orozco pinta su casa de verde. No est¨¢ segura de que la estrategia del Gobierno mexicano de cambiar la imagen de su colonia sirva para alejar, de una vez por todas, a los sicarios que usaban el cerro para resguardarse y vigilar. ¡°Sal¨ªa a caminar todas las tardes hasta que un hombre me sac¨® un cuchillo¡±, dice sin dejar de pintar. En la peque?a vivienda de Orozco ocho personas comparten dos habitaciones, ninguna tiene un empleo fijo y comen seg¨²n los ingresos del d¨ªa. La pintura se la entregaron representantes del programa de prevenci¨®n del delito del Gobierno federal, que siguiendo la teor¨ªa sociol¨®gica de las ventanas rotas ¡ªen donde las autoridades optan por cambiar la imagen y reforzar las reglas de un sitio para poner al margen a los criminales¡ª han pintado el barrio de amarillo, verde y rosa.
En medio de la guerra entre narcotraficantes, un 20% de los habitantes de la regi¨®n de La Laguna dejaron sus casas. Para alentarlos a que vuelvan, las autoridades son optimistas y muestran sus n¨²meros. Los homicidios en Durango han pasado de un r¨¦cord de 1.024 en 2010 a 476 el a?o pasado, mientras que en Coahuila el m¨¢ximo de asesinatos se registr¨® en 2012 con 771 muertes y el a?o pasado descendieron a 645. El Gobierno mexicano ha comenzado invirtiendo casi ocho millones de d¨®lares en la Comarca Lagunera para construir centros recreativos donde algunos habitantes aprenden oficios y toman clases. ¡°Se puede contener temporalmente la violencia, pero cuando se eliminan a los elementos de contenci¨®n [la polic¨ªa o el Ej¨¦rcito] es necesario cuidar la estructura social¡±, explica Roberto Campa, subsecretario de Prevenci¨®n y Participaci¨®n Ciudadana, sobre la intenci¨®n de rehabilitar las zonas afectadas por la violencia.
El narcotr¨¢fico no se ha ido de La Laguna. Aunque ya no se ven los sangrientos enfrentamientos, ni las advertencias de los sicarios firmadas con cad¨¢veres, siguen presentes delitos que les sirven para resistir: la extorsi¨®n y los secuestros. Rub¨¦n Moreira, gobernador de Coahuila, reconoce que los c¨¢rteles del narcotr¨¢fico a¨²n merodean la regi¨®n porque todav¨ªa poseen el control del tr¨¢fico de drogas en la frontera con Estados Unidos.¡°Los Zetas est¨¢n muy debilitados en el Estado de Coahuila¡±, asegura. Durante el recorrido por los barrios afectados por la violencia de este reportaje siempre se observ¨® la presencia de militares y fuerzas policiales.
Soldados y polic¨ªas armados coinciden en las calles de La Laguna con sus habitantes. ¡°Ya se hizo una costumbre que los ni?os los vean pasar y los saluden¡±, cuenta Alejandra Garc¨ªa. Entre las calles de tierra de la colonia Zaragoza, un grupo de ni?os juega f¨²tbol y sue?an con ser jugadores como Messi o Ronaldo. ¡°Algunos ni?os han perdido a sus padres, otros nos hablan de que ya no est¨¢n con ellos y han sido adoptados por sus abuelos. Otros tienen padres con problemas de alcoholismo y drogadicci¨®n o se dedican a negocios que tienen que ver con eso¡±, explica Gustavo de Villa, supervisor de las academias que el Gobierno ha instalado en los centros recreativos. Un militar mira a los j¨®venes futbolistas desde una tienda mientras toma agua, una ni?a de unos seis a?os se le acerca y le suelta: ¡°Quiero ser soldada, un d¨ªa me voy a ir con ustedes¡±.
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