A Iguala le faltan m¨¢s que 43
En la ciudad donde desaparecieron los j¨®venes los secuestros eran habituales y los nexos entre el alcalde y el narco, un secreto a voces
![Paula Chouza](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F4b3a544a-cd43-4d0e-9a2c-53e00ed189b0.png?auth=89e14f1c512a36e824fc0fb93d9fdf2d926cb8a881256b64b2e5369103e2c6fb&width=100&height=100&smart=true)
![Un joven sostiene la imagen de la presidenta del DIF de Iguala, en paradero desconocido.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FZTIFGKDKOTIZMGKEH462DKKVY.jpg?auth=1b50e43b51a6079113c7fa998b9f0e1d0ff5568a7413a0c925fd48a4b4a9864c&width=414)
Jorge fabrica pi?atas y decora con globos las fiestas. Su empresa familiar lidera el sector en el centro de Iguala, aunque en los ¨²ltimos a?os, este municipio guerrerense de 120.000 habitantes tiene poco que celebrar. Para ¨¦l la pesadilla no comenz¨® la noche del 26 de septiembre, cuando seis personas fueron asesinadas y 43 estudiantes de magisterio desaparecieron tras un enfrentamiento con la polic¨ªa local. Ocurri¨® un mes antes, el 23 de agosto, al recibir una llamada de tel¨¦fono en la cual le informaban del secuestro de su esposa y tres hijos peque?os.
¡°Se los llevaron con enga?os, le dijeron que me ten¨ªan a m¨ª, que llevase el dinero y a los ni?os para disimular¡±, cuenta sesenta d¨ªas despu¨¦s. ¡°Empec¨¦ a buscar con el apoyo de los compa?eros de la UPOEG¡±, la Uni¨®n de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, una especie de guardias comunitarias que est¨¢n dirigiendo los grupos de b¨²squeda y las movilizaciones ciudadanas en la regi¨®n. Jorge explica que enseguida habl¨® con Jos¨¦ Luis Abarca, entonces presidente municipal de Iguala y hoy pr¨®fugo de la justicia tras ordenar el ataque a los estudiantes. ¡°Le pregunt¨¦ si ¨¦l ten¨ªa algo que ver. Me dijo que no. ?Seguro?, seguro, me repiti¨®¡±. Las conexiones entre el narco, la presidenta del DIF municipal, Mar¨ªa de los ?ngeles Pineda y el propio Abarca eran un secreto a voces entre los vecinos. La esposa de Jorge lo ayudaba con las pi?atas. Cree que la localizar¨¢ en breve, la misma esperanza que han albergado durante semanas los familiares de los normalistas.
La ciudad de Iguala, boca de entrada a la violenta regi¨®n de Tierra Caliente, amanec¨ªa el mi¨¦rcoles empapelada. De las farolas, edificios p¨²blicos y restaurantes colgaba el cartel con el rostro de los 43 j¨®venes perdidos, la radio emit¨ªa anuncios oficiales que promet¨ªan suculentas recompensas y el establecimiento de la plaza serv¨ªa quesadillas al ritmo de la guitarra de un lugare?o. Una extra?a forma de convivir con el fantasma de la tragedia gestada en sus calles semanas atr¨¢s, despu¨¦s de un acoso de a?os del crimen organizado. La calma tensa estallar¨ªa horas despu¨¦s, cuando al mediod¨ªa j¨®venes encapuchados romp¨ªan los cristales y prend¨ªan fuego al edificio consistorial tras una multitudinaria marcha que ped¨ªa justicia por los estudiantes.
¡°Antes la gente estaba en la calle a las tres de la ma?ana, las familias paseaban a las once de la noche, pero llegaron los malandros¡±
Un taxista que ofrece servicio a un costado de la plaza recuerda que hace cinco a?os el pueblo de Iguala era un lugar tranquilo. ¡°La gente estaba en la calle a las tres de la ma?ana, las familias paseaban frente a la iglesia a las once de la noche, pero llegaron los malandros¡±, dice para referirse a los narcotraficantes del cartel local, Guerreros Unidos. ¡°Ten¨ªa compa?eros que sub¨ªan como pasajero a un integrante de una banda. Entonces llegaban sus rivales y lo mataban. Y despu¨¦s al taxista para que no hubiese testigos¡±.
¡°?Lo que tuvo que pasar para que voltearan a ver a Guerrero!¡±, se queja una joven de unos veinte a?os tras el robo de televisores en un centro comercial al que han acudido en auxilio unos cuarenta elementos de la polic¨ªa federal. ¡°El ambiente era muy pesado, muy tenso. La polic¨ªa municipal te paraba por las noches, te preguntaban si hab¨ªas tomado (bebido) aunque estuvieras subida en un taxi. Te acusaban y te ped¨ªan 3.000 pesos o la c¨¢rcel¡±, cuenta desahog¨¢ndose.
¡°La cuna de la bandera nacional- como reza el lema a las puertas de la ciudad junto a un Mc Donalds y una cadena de supermercados- se ha convertido en cuna de la sangre¡±, gritaban los manifestantes el mi¨¦rcoles 22. Iguala, la tercera ciudad m¨¢s poblada de Guerrero, fue tambi¨¦n escenario de grandes episodios en la historia de M¨¦xico, como la consumaci¨®n de la Independencia. La urbe aparece mencionada en el himno nacional y fue la primera capital del Estado. Hoy su econom¨ªa est¨¢ basada en la agricultura, la ganader¨ªa, y sobre todo, el comercio.
"Solo espero que la ciudadan¨ªa se levante, porque el pueblo puso al Gobierno y el pueblo lo puede quitar¡±
¡°Esta es una ciudad trabajadora, organizada, culta, religiosa, con vida propia y posibilidades, a diferencia de Chilpancingo, que es bur¨®crata y depende del presupuesto. Aqu¨ª no, aqu¨ª la gente siempre tuvo recursos propios¡±, defiende el sacerdote Francisco Javier Tejeda Camacho, que oficia en la parroquia del centro de Iguala, a pocos metros de Ayuntamiento. La conversaci¨®n transcurre en su despacho, en los escasos minutos que restan para la misa de siete. ¡°Es una ciudad muy bonita, trabajadora y progresista¡±. Para ¨¦l los problemas comenzaron con la llegada de gente for¨¢nea que nunca consigui¨® echar ra¨ªces en Iguala. ¡°Hoy mismo asist¨ªamos como espectadores molestos a esta expresi¨®n violenta de quienes est¨¢n exigiendo justicia atropellando los derechos de esta ciudadan¨ªa¡±, dice tras la quema del consistorio. Tejeda Camacho asegura sin cambiar el tono sosegado de la charla que la comunidad est¨¢ dolida por los acontecimientos. ¡°Ten¨ªamos alguna sospecha de que el ambiente pol¨ªtico se estaba descomponiendo, cada vez m¨¢s tenso y nublado. Ahora frente a todo lo que ha sucedido nos sentimos defraudados por las autoridades. Esto a la puerta de la campa?a electoral enrarece el ambiente pol¨ªtico¡±, dice a unos meses de los comicios municipales y estatales que se celebrar¨¢n el 7 de junio. ¡°Creo que vienen tiempos dif¨ªciles, que la campa?a va a estar plagada de violencia y tenemos que prepararnos para lo que venga.¡±
A ¨²ltima hora de la tarde, sobre la plaza central, Miguel ?ngel Jim¨¦nez, integrante de la UPOEG, trata de convencer a unos comerciantes de que denuncien la situaci¨®n de violencia y sometimiento que han vivido desde hace tiempo. Ellos asienten, pero piden que regrese ma?ana, deben pensarlo. La edici¨®n vespertina del diario local La Tarde luce en los quioscos del parque, con las fotos del palacio municipal ardiendo en primera plana. Todav¨ªa huele a humo en la calle, aunque los bomberos llegaron hace horas.
¡°La ciudadan¨ªa est¨¢ asustada¡±, confirma Jorge, que hilvana frases como si estuviera repitiendo un discurso aprendido de memoria. ¡°Ahora tenemos aqu¨ª a las fuerzas federales, pero nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢ cuando se vayan. Antes los secuestros eran a diario, se llevaban a la gente con la ayuda de los municipales. El hallazgo de fosas clandestinas no resulta extra?o para nosotros. Solo espero que la ciudadan¨ªa se levante, porque el pueblo puso al Gobierno y el pueblo lo puede quitar¡±. Por ahora, Iguala es una ciudad sin ley ni consistorio, que contiene la respiraci¨®n pendiente del paradero de familiares, amigos, vecinos. Muchos m¨¢s de 43.
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