Barroso culpa a las capitales de los errores en la crisis del euro
El presidente de la Comisi¨®n lanza un amago de autocr¨ªtica en su adi¨®s
Diez a?os despu¨¦s, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso se va. Ha mantenido unido el club europeo en medio de la crisis m¨¢s grave de su historia. Y ha ampliado la eurozona y la UE casi hasta los l¨ªmites geogr¨¢ficos de Europa. Ha reforzado el mercado ¨²nico, ha conseguido avances en la lucha contra el cambio clim¨¢tico y sac¨® adelante el Tratado de Lisboa (aunque quiz¨¢ tiene m¨¢s detractores que apoyos por eso ¨²ltimo). Pero su mandato queda marcado a fuego por la crisis y deja m¨¢s sombras que luces, con una gesti¨®n econ¨®mica de la zona euro que economistas como Paul de Grauwe o Martin Wolf y soci¨®logos como Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall o Ignacio S¨¢nchez Cuenca califican poco m¨¢s o menos como desastrosa. Barroso se ha despedido en la sala de prensa de la Comisi¨®n Europea con un amago de autocr¨ªtica por la lentitud en la toma de decisiones, por el eurodesencanto creciente de los europeos y por el auge de los populismos. Pero sobre todo ha lanzado una cr¨ªtica rotunda a los Gobiernos de los socios: ¡°La UE es hoy m¨¢s fuerte y est¨¢ mejor preparada para la pr¨®xima crisis a pesar de los titubeos de algunas capitales¡±.
Barroso ha ajustado cuentas sin dar nombres, pero con suficientes referencias para que todo el mundo sepa contra qui¨¦n van dirigidas sus saetas. Preguntado sobre si la ampliaci¨®n al Este fue un error: ¡°Ese es uno de los grandes logros de la Europa contempor¨¢nea. Bulgaria y Rumania nunca fueron el ejemplo. El nombramiento [del polaco] Donald Tusk es una demostraci¨®n de que ya no vale esa distinci¨®n entre pa¨ªses antiguos y nuevos. Pero hay pa¨ªses antiguos que han dificultado mucho m¨¢s la labor que los nuevos¡±. En dos palabras: Reino Unido. Barroso hizo la pasada semana su ¨²ltimo viaje oficial a Londres, y ah¨ª critic¨® duramente las fantas¨ªas euroesc¨¦pticas que fomentan o permiten algunos pol¨ªticos brit¨¢nicos como el primer ministro David Cameron.
No fue el ¨²nico varapalo. Barroso reconoci¨® los problemas econ¨®micos que persisten, con m¨¢s de 25 millones de parados en la Uni¨®n y una recuperaci¨®n mucho m¨¢s lenta que las de otros grandes bloques econ¨®micos, que incluso puede acabar en una nueva reca¨ªda: en una tercera recesi¨®n. Asegur¨® que la crisis es ¡°la mayor prueba de la extraordinaria resistencia y capacidad de adaptaci¨®n de la UE¡±. Ese es, sin duda, su gran logro. Aunque tambi¨¦n ah¨ª tuvo graves diferencias con los pa¨ªses miembros: ¡°Durante estos a?os muchos actores tuvieron una posici¨®n m¨¢s o menos ambigua sobre la posibilidad de una salida del euro de Grecia. La Comisi¨®n siempre estuvo en contra. Estoy convencido de que eso hubiera sido un desastre. Se equivocaron los analistas que apostaron por una implosi¨®n, por una desintegraci¨®n del euro. Algunos jefes de Estado preguntaban si no hubiera sido mejor expulsar a Grecia o una divisi¨®n de la eurozona. Esta Comisi¨®n siempre apost¨® por lo contrario, por la m¨¢xima estabilidad entre los miembros del euro¡±. El principal destinatario de esa cr¨ªtica es Alemania, que durante unos meses flirte¨® con la idea de dejar caer a Grecia.
Emerge una suerte de consenso entre los economistas que consiste en el ajuste patrocinado por la Comisi¨®n fue demasiado duro, en demasiados pa¨ªses a la vez. Y que dur¨® demasiado, e incluso ahora la aplicaci¨®n de las reglas ha sido demasiado estricta y tiene a la zona euro a las puertas de otro susto. Barroso se ha ce?ido hoy ¡°a las normas y a los procedimientos¡±, aunque su Comisi¨®n ha acabado indultando a Francia e Italia por proyectos presupuestarios que muy probablemente no cumplen las metas fiscales comprometidas. Las decisiones las tomar¨¢ la pr¨®xima Comisi¨®n, con el socialcristiano luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker al frente. Pero Barroso ya ha dejado claro que su plan pasa por seguir aplicando las reglas con flexibilidad donde sea necesario, y ha dado un toque de atenci¨®n a Alemania por no invertir lo suficiente y acumular super¨¢vits comerciales excesivos que dificultan la gesti¨®n de la eurozona.
Barroso no tiene claro su futuro. ¡°Me merezco una pausa¡±, ha dicho. Durante un tiempo flirte¨® con la idea de ser secretario general de Naciones Unidas. ¡°Esa opci¨®n no es realista¡±, confes¨® a este peri¨®dico hace unos d¨ªas. ¡°No tengo ambiciones pol¨ªticas en este momento. No he tomado una decisi¨®n final, pero al menos durante un tiempo he aceptado impartir cursos y conferencias en varias universidades ¨Centre ellas, espa?olas¡ª y no est¨¢ en mis planes a corto plazo volver a tener un cargo pol¨ªtico¡±, ha explicado visiblemente emocionado en la sala de prensa de la Comisi¨®n, en Bruselas.
Barroso lleg¨® al cargo uniendo a su condici¨®n de liberal en lo econ¨®mico la de anfitri¨®n del Tr¨ªo de las Azores que precedi¨® a la Guerra de Irak y firmante de la carta ¡°United We Stand¡±, en la que ocho jefes de Estado y de Gobierno de la UE ¨Centre los que estaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar¡ªse posicionaban a favor de George W. Bush y en contra de Jacques Chirac y Gerhard Schr?eder en la pol¨¦mica sobre si derrocar a Sadam Hussein. Desde posiciones liberales y de desregulaci¨®n, y mostr¨¢ndose reticente a poner en marcha pol¨ªticas contra el cambio clim¨¢tico, en su segunda legislatura dio un giro: una vez detonada la crisis activ¨® de nuevo la regulaci¨®n financiera, y tras el informe Stern sobre cambio clim¨¢tico defendi¨® la necesidad de impulsar pol¨ªticas medioambientales.
En plena crisis, se le achaca cierta falta de liderazgo, con sus cr¨ªticos denunciando que la Comisi¨®n se convirti¨® en una especie de secretariado del Consejo. ?l y sus colaboradores cierran filas al respecto: solo los Gobiernos ten¨ªan los miles de millones necesarios para mostrar solidaridad con Grecia, Portugal, Irlanda, Espa?a y compa?¨ªa, por lo que resulta l¨®gico, seg¨²n Barroso, que tuvieran mayor peso espec¨ªfico en las decisiones. Para el tribunal de ¨²ltima instancia que es la historia, Barroso deja al club unido, pero tambi¨¦n 25 millones de parados, el populismo al alza, la recuperaci¨®n econ¨®mica sin aparecer de veras en el octavo a?o de la crisis, cierta sensaci¨®n de incapacidad para resolver los problemas si no es al filo del abismo, un sesgo muy marcado por la austeridad y las reformas, el euroescepticismo en m¨¢ximos y, como colof¨®n, un cambio en la configuraci¨®n pol¨ªtica de Europa, con Alemania mandando, disponiendo y gobernando como nunca en la historia de la UE.
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