Detenido el alcalde de Iguala por la desaparici¨®n de los 43 estudiantes
El regidor y su esposa han sido arrestados en la Ciudad de M¨¦xico, seg¨²n fuentes oficiales
La historia de una ambici¨®n ha llegado a su fin. Tras dejar en evidencia durante casi 40 d¨ªas a las fuerzas de seguridad mexicanas, el alcalde de Iguala, Jos¨¦ Luis Abarca, y su esposa, Mar¨ªa de los ?ngeles Pineda, considerados los autores intelectuales de la desaparici¨®n de los 43 estudiantes de magisterio, fueron capturados en una oscura madriguera del Distrito Federal. En su detenci¨®n, meticulosamente dise?ada por la c¨²pula policial, no hubo tiros ni gritos. La pareja que durante dos a?os impuso un reino del terror en Iguala, el matrimonio cuya sed de poder desemboc¨® en una vor¨¢gine de violencia sin apenas parang¨®n en M¨¦xico, fue apresada de madrugada mientras dorm¨ªan mansamente en una paup¨¦rrima casa de cristales rotos en el n¨²mero 27 de la avenida de Jalisco, en el popular distrito de Iztapalapa. En su escondite, s¨®lo dispon¨ªan de una cama y una mesa. Por su captura, se ofrec¨ªan 120.000 d¨®lares de recompensa.
Su ca¨ªda arroja una primera luz en el largo y terror¨ªfico t¨²nel en que se ha convertido el caso Iguala. De sus declaraciones, los investigadores esperan obtener pistas que permitan dar con el paradero de los estudiantes. Un objetivo que se ha convertido en un clamor nacional y que, cada d¨ªa que pasa sin resultados, ahonda la crisis pol¨ªtica abierta por la desaparici¨®n de los normalistas el pasado 26 de septiembre. Las autoridades, con la detenci¨®n, se quitan adem¨¢s la espina de incompetencia que ten¨ªan clavada desde que, a los tres d¨ªas de los hechos, la pareja, responsable directa de la feroz represi¨®n policial que acab¨® con la vida de seis personas y el secuestro de 43, se dio a la fuga tras pedir tranquilamente una baja municipal. La imagen del alcalde declarando que, en la noche en que Iguala fue presa de la barbarie, ¨¦l no se hab¨ªa enterado de nada porque hab¨ªa estado de baile y cena con su esposa, se hab¨ªa vuelto un s¨ªmbolo de la impunidad que corroe M¨¦xico.
En poder de los Abarca se ocultan muchas claves de este enigm¨¢tico caso. La principal es su vinculaci¨®n con el narco. Las declaraciones del detenido l¨ªder del cartel de Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubias Salgado, sit¨²an a ambos en la c¨²pula local de la organizaci¨®n. La pareja, apoyada por este poder oscuro, hab¨ªa protagonizado un fulgurante ascenso social. En pocos a?os pasaron de vender sandalias y sombreros de paja a dirigir un peque?o imperio inmobiliario en Iguala. Desde esta atalaya dieron el salto a la pol¨ªtica. Apoyado por el fact¨®tum local del PRD, Abarca se hizo en 2012, sin experiencia pol¨ªtica alguna, con la alcald¨ªa de la tercera ciudad del Estado de Guerrero, el m¨¢s violento y pobre de M¨¦xico. Como regidor, puso el control de la Polic¨ªa Municipal en manos del cartel de Guerreros Unidos, que directamente eleg¨ªa a los agentes. Durante su mandato, las tropel¨ªas y abusos se dispararon. Hombre de car¨¢cter desp¨®tico, Abarca fue acusado de eliminar personalmente a sus rivales pol¨ªticos. As¨ª ocurri¨® con el ingeniero Arturo Hern¨¢ndez Cardona, l¨ªder de Unidad Popular, un movimiento de defensa de los derechos de los campesinos. Hern¨¢ndez Cardona, tras una agria disputa con el alcalde, fue torturado y asesinado junto a otros dos dirigentes de su organizaci¨®n. Un superviviente declar¨® que fue el propio Abarca quien le mat¨® de dos tiros. Uno en la cara y otro en el pecho. La acusaci¨®n cay¨® en el caj¨®n del olvido.
En este entramado, la esposa ocupaba un papel central. Hija de una operaria del capo Arturo Beltr¨¢n Leyva, el llamado Jefe de Jefes, y hermana de los dos narcos que crearon el embri¨®n de Guerreros Unidos antes de morir asesinados por una supuesta traici¨®n, Pineda Villa manejaba los hilos financieros del cartel en Iguala. Dominante y de trato duro, su ambici¨®n hab¨ªa crecido en los ¨²ltimos tiempos y ya ten¨ªa planeado presentarse a la alcald¨ªa en las elecciones de 2015. Para ello hab¨ªa lograda ser nombrada consejera estatal del PRD (izquierda) y ocupado la direcci¨®n de un organismo municipal de asistencia social. El d¨ªa de las desapariciones hab¨ªa organizado en el z¨®calo de Iguala el acto que deb¨ªa servirle de pistoletazo de salida en su carrera electoral. Fue entonces cuando los normalistas, procedentes de su escuela en Ayotzinapa, llegaron a la ciudad. Su entrada fue avistada por los halcones del narco. La polic¨ªa alert¨® al alcalde y su esposa. Estos, temerosos de que fuesen a reventar el acto, exigieron impedirlo a toda costa. La orden dio paso a la barbarie. Los estudiantes fueron tratados como sicarios rivales. Apoyados por agentes de la vecina localidad de Cocula, tambi¨¦n controlada por el narco, la polic¨ªa municipal desat¨® una feroz persecuci¨®n. A tiros mataron a dos estudiantes, a un tercero lo desollaron vivo y le arrancaron los ojos. A otras tres personas las asesinaron, tras disparar 400 balazos, al confundirlas con normalistas. Decenas de estudiantes fueron conducidos a la comandancia policial, y en un plan dise?ado para borrar las huellas, fueron entregadas a los agentes de Cocula que, a su vez, los pusieron en manos de los liquidadores del narco. El propio jefe de los sicarios inform¨® a l¨ªder de Guerreros Unidos de la captura. En sus mensajes, identific¨® a los j¨®venes como integrantes del cartel rival de Los Rojos. Casarrubias dio orden de ¡°defender el territorio¡±.
Los estudiantes, en una noche sin apenas luna, fueron llevados en camionetas de ganado a los cerros. En este punto se pierde su pista. Los indicios apuntan a que fueron exterminados. Pero las identificaciones de los cuerpos hallados en las fosas no han permitido corroborar esta hip¨®tesis. La detenci¨®n de los Abarca puede arrojar luz sobre las tinieblas.
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