Una inmensa estafa
Juncker queda expuesto como c¨®mplice de una gran estafa a los europeos
Parodiando al inefable Claude Rains cuando en la pel¨ªcula Casablanca exclama indignado ¡°?aqu¨ª se juega!¡± y acto seguido el crupier se le acerca por detr¨¢s y le dice: ¡°Tenga, capit¨¢n, sus ganancias¡±, el presidente de la Comisi¨®n Europea, el luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker, intenta estos d¨ªas convencer a 500 millones de europeos de que no s¨®lo est¨¢ escandalizado por las revelaciones conocidas esta semana que apuntan a que 340 multinacionales utilizaron Luxemburgo para no pagar los impuestos que les correspond¨ªan sino de que no le va a temblar el pulso a la hora de tomar medidas para que esto no vuelva a ocurrir.
Que Juncker, que ha presidido el Gran Ducado luxemburgu¨¦s durante nada menos que 18 a?os compaginando ese puesto con el de ministro de Finanzas, pretenda hacernos creer que no sab¨ªa nada nos deja ante una dif¨ªcil disyuntiva: o bien est¨¢ mintiendo, lo que deber¨ªa llevar al Parlamento Europeo a abrirle un proceso de censura, o bien est¨¢ diciendo la verdad, lo que supone reconocer unos niveles de incompetencia y dejadez en el ejercicio de sus funciones que le restar¨ªan cualquier credibilidad para presidir la Comisi¨®n Europea.
Porque la cuesti¨®n aqu¨ª no es que las susodichas empresas aprovecharan un oscuro vac¨ªo legal para zafarse de sus obligaciones tributarias y defraudar al fisco luxemburgu¨¦s sin que este se enterara, sino que la Hacienda de ese pa¨ªs firm¨® con todas y cada una de ellas acuerdos que convalidaban los esquemas fiscales que les permitir¨ªan tributar nada m¨¢s que un rid¨ªculo 2%. Es decir, que en lugar de defraudar a espaldas de la Hacienda luxemburguesa y con algo de incertidumbre, estas empresas defraudaban al resto de los socios europeos con su plena cooperaci¨®n, por escrito y con su firma al final de la ¨²ltima p¨¢gina.
La gravedad del asunto y sus consecuencias pol¨ªticas no pueden ser minusvaloradas. Primero, porque evidencia que el ¨¦xito pol¨ªtico de Juncker, que ha permitido a los luxemburgueses disfrutar tanto de un incre¨ªble nivel de vida como de unas prestaciones sociales sin parang¨®n, est¨¢ construido sobre un esquema fiscal que puede ser legal desde el punto de vista formal pero que era claramente fraudulento en su intenci¨®n. Algo de mala conciencia tendr¨ªan las autoridades luxemburguesas cuando tantos reparos pon¨ªan a las solicitudes de informaci¨®n sobre estas pr¨¢cticas que les dirig¨ªa el entonces comisario Joaqu¨ªn Almunia, y algo de mala conciencia tienen ahora cuando, una vez descubierto todo, se aprestan a decir que no lo van a hacer m¨¢s.
Pero el da?o a la legitimidad de Juncker para presidir la Comisi¨®n va m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito luxemburgu¨¦s. Hay que recordar que como presidente del Eurogrupo durante lo m¨¢s ¨¢lgido de la crisis del euro, Juncker ha estado al frente de unas pol¨ªticas de austeridad y de estabilidad presupuestaria que han desembocado en sangrantes recortes sociales y de derechos para millones de europeos. Ahora resulta que mientras eso ocurr¨ªa el hoy presidente de la Comisi¨®n Europea lideraba un pa¨ªs que vaciaba de impuestos las arcas de sus socios justo cuanto m¨¢s necesitaban esos impuestos. ?A cu¨¢nto asciende lo dejado de ingresar? ?Cu¨¢ntos profesores y m¨¦dicos se pod¨ªan haber financiado con lo evadido? Ejemplar desde luego no es ni lo va a parecer. Por mucho que se empe?e en convencernos de que va a liderar un proceso de armonizaci¨®n fiscal que impida estas pr¨¢cticas, Juncker ha quedado expuesto como c¨®mplice de una inmensa estafa a los ciudadanos europeos.
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