Los republicanos imponen su agenda energ¨¦tica en el nuevo Congreso
El presidente debe decidir si construye el oleoducto para trasladar petr¨®leo canadiense hasta la costa del Golfo de M¨¦xico
La primera batalla de la pol¨ªtica de Estados Unidos tras la derrota del presidente Barack Obama en las elecciones legislativas ser¨¢ la del petr¨®leo y el cambio clim¨¢tico. Todav¨ªa bajo el impacto del acuerdo de Obama y su hom¨®logo chino, Xi Jinping, para reducir las emisiones contaminantes, el Congreso de EE UU se prepara para la siguiente etapa, que va justamente en direcci¨®n contraria: la construcci¨®n de un oleoducto de 1.900 kil¨®metros que debe trasladar petr¨®leo de Canad¨¢ al golfo de M¨¦xico.
La C¨¢mara de Representantes preve¨ªa aprobar anoche el proyecto Keystone XL, convertido en el emblema del debate sobre la energ¨ªa sucia y el calentamiento global en EE UU. El Senado, que hasta ahora hab¨ªa rechazado la medida, ha aceptado votarla la semana pr¨®xima.El dem¨®crata Obama ha dado a entender que usar¨¢ sus poderes presidenciales para vetar cualquier ley que autorice el oleoducto de la empresa canadiense Transcanada. Quiere esperar, seg¨²n el procedimiento establecido, a que el Departamento de Estado concluya los estudios necesarios para conceder o denegar la autorizaci¨®n.
Atascado durante seis a?os en la burocracia del Departamento de Estado, el proyecto cobra impulso. El equilibrio de fuerzas en Washington puede acelerar la decisi¨®n. En las legislativas del 4 de noviembre, el Partido Republicano, mayoritario en la C¨¢mara de Representantes, conquist¨® la mayor¨ªa en el Senado. De repente, cuenta con una capacidad para marcar la agenda ¡ªtambi¨¦n en materia energ¨¦tica¡ª de la que no dispon¨ªa desde 2006, cuando George W. Bush era presidente.
El nuevo Congreso entrar¨¢ en funciones en enero, pero los efectos de las elecciones empiezan a notarse. Los republicanos, tradicionalmente cercanos a la industria petrolera, prometen sacar m¨¢s partido al boom energ¨¦tico que EE?UU experimenta gracias al desarrollo de t¨¦cnicas de extracci¨®n como la fractura hidr¨¢ulica o (fracking).
En la construcci¨®n de Keystone XL es clave la elecci¨®n por el Senado en Luisiana. Al no superar ninguno de los candidatos el 50% de votos el 4 de noviembre, se celebrar¨¢ una segunda vuelta el 6 de diciembre.
El oleoducto no pasa por Luisiana, pero este es un Estado sure?o y petrolero: all¨ª Keystone XL importa. En la elecci¨®n se enfrentan la actual senadora, la dem¨®crata Mary Landrieu, y elrepublicano Bill Cassidy, que ahora es miembro de la C¨¢mara de Representantes. Ambos, en sus respectivas C¨¢maras legislativas, promueven sendas leyes para construir Keystone XL. Y est¨¢n en campa?a. Compiten en la adhesi¨®n al oleoducto Por deferencia hacia Landrieu, los dem¨®cratas ¡ªmayoritarios en el Senado hasta enero¡ª permitir¨¢n el voto que hasta ahora bloqueaban.
El oleoducto es m¨¢s que una cuesti¨®n de t¨¢ctica electoral. Concentra todos los fantasmas y quimeras del debate energ¨¦tico: desde los temores al apocalispsis clim¨¢tico hasta la esperanza en la resurrecci¨®n de EE?UU como hiperpotencia gracias al flujo interminable de petr¨®leo.
Se trata de una infraestructura colosal, que trasladar¨¢ 830.000 barriles de petr¨®leo diarios, costar¨¢ unos 7.000 millones de d¨®lares y, seg¨²n los c¨¢lculos de la Administraci¨®n de Obama, y puede dar trabajo, durante la fase de construcci¨®n, a m¨¢s de 40.000 personas, entre empleos directos e indirectos.
Los promotores de Keystone XL exhiben otra ventaja: reforzar¨¢ la independencia energ¨¦tica de Am¨¦rica del Norte respecto a regiones m¨¢s inestables y compactar¨¢ la alianza petrolera con Canad¨¢, el pa¨ªs del que EE?UU importa m¨¢s petr¨®leo que de ning¨²n otro. La alianza con Canad¨¢, al norte, y M¨¦xico, al sur, es central en la estrategia futura de EE UU.
Desde que se present¨® en 2008, Keystone XL galvaniz¨® al movimiento ecologista en Estados Unidos. Si se construye, el oleoducto transportar¨¢ un petr¨®leo que se encuentra en un terreno arenoso de la provincia canadiense de Alberta y cuya extracci¨®n resulta contaminante y contribuye al cambio clim¨¢tico. El riesgo de vertidos por escapes en el oleoducto es otro argumento de los detractores del proyecto.
Obama afronta una decisi¨®n delicada. Entre su agenda energ¨¦tica ¡ªla convicci¨®n de que el boom petrolero es una pieza indispensable en la recuperaci¨®n de la primera econom¨ªa mundial¡ª y su agenda medioambiental. Entre los sindicatos, que son una de las clientelas m¨¢s fieles del Partido Dem¨®crata y defienden el oleoducto, y los ecologistas, otra base electoral del presidente.
La otra batalla es diplom¨¢tica. El aplazamiento reiterado de la decisi¨®n del Departamento de Estado ha agriado las relaciones con Canad¨¢, que ha gastado 24 millones de d¨®lares (19,2 millones de euros) en una campa?a de anuncios en EE?UU recordando la amistad entre ambos vecinos. Durante meses las estaciones de metro m¨¢s c¨¦ntricas en Washington estuvieron embadurnadas de banderas canadienses y gr¨¢ficos sobre el comercio energ¨¦tico bilateral.
Para Canad¨¢, dar salida al petr¨®leo de Alberta ¡ªla provincia que es el feudo electoral del primer ministro, el conservador Stephen Harper¡ª es una prioridad nacional.
Oposici¨®n al pacto con China
El Partido Republicano, reforzado por su victoria en las elecciones legislativas de la semana pasada, se propone hacer todo lo posible para socavar el acuerdo entre Estados Unidos y China contra el cambio clim¨¢tico. El acuerdo, alcanzado esta semana en Pek¨ªn tras meses de negociaciones secretas, puede aplicarse sin necesidad de que el Congreso lo ratifique, seg¨²n la Casa Blanca.
El presidente Barack Obama quiere recortar emisiones sobre la base de leyes ya aprobadas y de acciones ejecutivas o administrativas que permitan eludir a los legisladores. Pero Congreso tiene instrumentos para ralentizar o entorpecer los planes del presidente dem¨®crata limitando la capacidad del poder ejecutivo --por ejemplo, de la Agencia de Protecci¨®n Medioambiental-- para actuar por su cuenta.
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