S¨®lo la indignaci¨®n de la sociedad acabar¨¢ con la corrupci¨®n pol¨ªtica
Lo que infunde miedo a los pol¨ªticos corruptos es la ira de los sin poder
No ser¨¢n los gobiernos, ni la polic¨ªa, ni los jueces, ni siquiera la detenci¨®n de algunos corruptos importantes, lo que acabar¨¢ con la impunidad que ha contagiado en un solo abrazo mafioso a partidos y empresas brasile?as.
Contra la ra¨ªz de la corrupci¨®n y contra la impunidad de los criminales existe una sola arma: el rechazo de la misma por parte de la sociedad, la de los sin poder.
La Presidenta Dilma Rousseff ha afirmado en Australia, durante la reuni¨®n del G20, que el esc¨¢ndalo de Petrobr¨¢s ¡°cambiar¨¢ la historia de Brasil para siempre¡±, porque supone el fin de la impunidad. No. Ser¨¢ si acaso Brasil, la parte limpia de la sociedad, la que podr¨¢ cambiar a Petrobr¨¢s para devolverle la honra de la que fue despojada por pol¨ªticos y empresarios corruptos.
Nada ni nadie ser¨¢ capaz de acabar con la impunidad de la corrupci¨®n sin un despertar de la sociedad que descubra que puede ser m¨¢s letal que el virus del Ebola porque adem¨¢s de atentar contra la vida ensucia la dignidad de la naci¨®n.
La aceptaci¨®n manifiesta o subliminal de la corrupci¨®n y de la impunidad por parte de la sociedad es lo que deja las manos libres a los pol¨ªticos para asaltar los cofres p¨²blicos. ?C¨®mo explicar as¨ª que sean a veces los pol¨ªticos y partidos m¨¢s corruptos los m¨¢s votados en las urnas?
?Se deber¨¢ ello a la mala conciencia de aquellos ciudadanos que piensan que todo el mundo, cuando puede, roba, soborna y acude a los pol¨ªticos menos morales porque suelen ser ellos tambi¨¦n los m¨¢s generosos?
No existe, en ning¨²n lugar del mundo, regeneraci¨®n ¨¦tica engendrada desde el poder. S¨®lo la fuerza de una sociedad que un d¨ªa se despierta y dice ¡°basta¡±, que deja de apreciar a los pol¨ªticos corruptos, que se averg¨¹enza de aparecer ante el mundo como c¨®mplice del crimen puede cambiar las cosas.
No suelen cambiarla los pol¨ªticos porque cada vez que apuestan por reformarse a s¨ª mismos es para mejor blindarse y para aumentar sus propios privilegios.
No la cambian los jueces porque a ellos no les es f¨¢cil desatarse de los compromisos que les une al poder y siempre estar¨¢n m¨¢s dispuestos a perdonar al pol¨ªtico o empresario corrupto que a la mujer que roba un kilo de arroz en el mercado.
No acaba con la corrupci¨®n la polic¨ªa porque tambi¨¦n ella, salvo algunas meritorias excepciones, trabaja a la sombra de los pol¨ªticos y a ellos acaba someti¨¦ndose. Y si alguna vez intenta hacer uso de la autonom¨ªa que le concede la Instituci¨®n acaba siendo sospechosa y hasta perseguida.
Qui¨¦n lo sabe muy bien; qui¨¦n no tiene dudas de que la corrupci¨®n y el crimen no se combate desde el poder, porque tambi¨¦n ¨¦l es corrupto y corruptor, es la gente de a pie. Las personas comunes no creen en el poder, ni siquiera cuando en alg¨²n caso concreto, como lo fue en Brasil el del mensal?o y ahora el de Petrobras, ven entrar en la c¨¢rcel a pol¨ªticos y empresarios famosos e importantes. ¡°No va a servir de nada. Saldr¨¢n enseguida y seguir¨¢n viviendo como ricos con lo que hab¨ªan robado¡±, es lo que se escucha en los comentarios de la calle.
Lo m¨¢s grave es que el poder lo sabe. Sabe que tambi¨¦n una parte de la sociedad acaba aprovech¨¢ndose de la corrupci¨®n del poder, recibe las migajas y acaba siendo comprada.
De ah¨ª el miedo de los pol¨ªticos de que la sociedad pueda despertar de su letargo, abrir los ojos y darse cuenta de que la ola de la corrupci¨®n amenaza con trag¨¢rsela. Miedo a que empiece a exigir responsabilidades.
En las ¨²ltimas manifestaciones brasile?as de protesta despu¨¦s de las elecciones, a los pol¨ªticos no les preocup¨® demasiado las pancartas contra Dilma o a favor de la vuelta de los militares. Nada de eso les da miedo porque saben que es inofensivo.
Lo que empieza a preocuparles son pancartas como las aparecidas en S?o Paulo: ¡°Sociedad unida, corrupci¨®n vencida¡±, o bien aquella otra ¡°el pueblo brasile?o es mayor que un partido corrupto¡±. Tambi¨¦n se le¨ªa: ¡°Brasil ha despertado y ya no volver¨¢ a dormirse¡±. No s¨¦ si ser¨¢ verdad o si lo ser¨¢ ya ahora. Otra pancarta rezaba ¡°Ante todo, Brasil¡±.
Y a prop¨®sito ?d¨®nde estaban los black blocs y los famosos v¨¢ndalos en las ¨²ltimas manifestaciones? ?Es que a ellos no les interesa la corrupci¨®n?
Lo m¨¢s importante para que este pa¨ªs resucite m¨¢s fuerte y m¨¢s limpio de la pesadilla de la corrupci¨®n que lo hab¨ªa anestesiado es tomar conciencia que s¨®lo los brasile?os, los que se creen sin poder, tienen la fuerza de imponer a los pol¨ªticos un freno a sus desmanes. Estos fingir¨¢n cambiar las cosas para que todo siga igual.
El poder sabe dialogar con corruptos y corruptores porque entiende su idioma y sabe descifrar sus jerogl¨ªficos. Lo que les infunde miedo es el lenguaje de la ira de los sin poder cuando, despiertos despu¨¦s de un largo letargo, empiezan a querer so?ar juntos.
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