Un porte?o en Estrasburgo
El Papa sintoniza en el Europarlamento con las cr¨ªticas a la Europa de la desigualdad
Solo dos Papas han sido invitados por el Parlamento Europeo para dirigirse a los eurodiputados en Estrasburgo. El primero fue Karol Wojtila, el Papa polaco, en octubre de 1988, un a?o antes de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, cuando el europarlamento solo acog¨ªa a representantes de doce pa¨ªses, los socios occidentales de la Europa dividida. Juan Arias, entonces el corresponsal de EL PA?S, titulaba as¨ª su cr¨®nica: ¡°El Papa pide en el Parlamento Europeo que los Doce se abran al Este¡±.
El segundo ha sido Jorge Bergoglio, el Papa porte?o, que se ha dirigido este pasado martes a los representantes de 28 pa¨ªses de una Europa sobre el papel plenamente unificada, que incluye a los pa¨ªses del Este tal como hab¨ªa pedido su antecesor. Y hay un tercer Papa que coincide con la historia del Parlamento Europeo, Joseph Ratzinger, el alem¨¢n, que no se dirigi¨® nunca a los europarlamentarios y solo supo sintonizar con una Europa conservadora y ensimismada en su repliegue. Este pont¨ªfice es el que mejor ha representado a la vieja Europa cristiana, pero tuvo mucho menos ¨¦xito con los europeos que el de la nueva Europa, redimida del comunismo, y que el actual, el pont¨ªfice del Nuevo Mundo e hijo de la Europa emigrante, que es Bergoglio.
Si Wojtila fue el emblema del fin de comunismo y de la Guerra Fr¨ªa y Ratzinger fue el de la reacci¨®n neoconservadora que fracas¨® en la restauraci¨®n de una Europa identificada con la cristiandad, Bergoglio es el Papa social y compasivo que sintoniza con las dificultades de la globalizaci¨®n: las crecientes desigualdades, la marginaci¨®n de los m¨¢s desfavorecidos y la tragedia de la inmigraci¨®n clandestina con su rastro de muertes en el Mediterr¨¢neo.
La caja de resonancia que es el Parlamento Europeo refleja bien estas diferencias. Wojtila critic¨® la ausencia de Dios del pensamiento europeo moderno; Ratzinger reivindicaba la identidad cristiana de Europa que quiso inscribir en la nonata Constituci¨®n Europea; y en cambio, Bergoglio critica la Europa que solo atiende a la econom¨ªa y desatiende en cambio a las personas. Pocos personajes p¨²blicos han realizado como el Papa porte?o una cr¨ªtica m¨¢s acerada a las instituciones europeas, por distantes e insensibles a los ciudadanos, y a la falta de ideales y de atractivo del proyecto europeo, secuestrado por ¡°el tecnicismo burocr¨¢tico¡±. No es extra?o que sus palabras sintonicen con la nueva izquierda que est¨¢ surgiendo en la Europa meridional, Syriza y Podemos concretamente.
Adem¨¢s de las palabras, los hechos. Tanto como su intervenci¨®n de Estrasburgo, Bergoglio fue noticia por la pregunta que le hizo un periodista en su vuelo de vuelta a Roma sobre la red de curas pederastas descubierta en Granada. El santo Wojtila, en los altares desde mayo de 2011, miraba hacia otro lado durante su largo pontificado y en los hechos fue c¨®mplice de los abusos. Ratzinger quiso y no pudo en el suyo mucho m¨¢s corto, aunque finalmente dio el primer impulso a la investigaci¨®n de los delitos. Bergoglio puede sermonear a los europarlamentarios con autoridad porque tambi¨¦n es riguroso con los suyos y con las jerarqu¨ªas eclesiales y sobre todo en el reconocimiento del mal: ¡°La verdad es la verdad y no debemos esconderla¡±.
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