La crisis por la exculpaci¨®n de Ferguson persigue a Obama

La crisis de Ferguson coloca a Barack Obama en una posici¨®n delicada. Desde que comenz¨® su carrera pol¨ªtica, el primer presidente negro en el pa¨ªs de la esclavitud y la segregaci¨®n ha evitado identificarse como el l¨ªder de una sola comunidad. Tras la exoneraci¨®n, por parte de un jurado, del polic¨ªa blanco que este verano mat¨® a un joven negro desarmado, Obama busca un equilibrio: entre el respeto a la independencia de los tribunales y el reconocimiento de que en las fuerzas de seguridad de Estados Unidos persisten actitudes discriminatorias.

El margen de maniobra de Obama es estrecho. La separaci¨®n de poderes ¡ªy la necesidad de mantener la confianza en el sistema¡ª le impide criticar la decisi¨®n del gran jurado del condado de San Luis (Misuri), compuesto por una mayor¨ªa de blancos. El gran jurado decidi¨® no imputar a Darren Wilson, el polic¨ªa de 28 a?os que el 9 de agosto mat¨® a Michael Brown, de 18 a?os, en Ferguson, una localidad de 21.000 habitantes en las afueras de San Luis. La muerte de Brown desat¨® protestas y disturbios que esta semana, tras la decisi¨®n del jurado, se han reavivado y se han extendido por otras ciudades, como Nueva York, Boston, Los ?ngeles y Atlanta.

Otro obst¨¢culo para que Obama intervenga es el propio federalismo norteamericano. El Gobierno central, que ¨¦l representa, no controla ni a los tribunales ni a las polic¨ªas locales. Desde que los disturbios estallaron en agosto, la gesti¨®n de la seguridad en Ferguson ha reca¨ªdo en las autoridades de esta ciudad, del condado de San Luis y del Estado de Misuri. Washington ha sido m¨¢s un observador distante e impotente que un actor con capacidad para influir en los acontecimientos.

De lo que s¨ª dispone Obama es del poder de la palabra, de su elocuencia y habilidad para, en momentos de crisis, dirigirse a la naci¨®n, unirla, reconfortarla, orientarla. Durante su mandato, que comenz¨® en 2009 y concluir¨¢ en 2017, lo ha hecho en ocasiones contadas. Por ejemplo, tras los tiroteos masivos en Tucson (Arizona) en 2011 o en la escuela primaria de Newtown (Connecticut) un a?o despu¨¦s.

El problema en Ferguson es que las relaciones raciales son un terreno minado en EE UU. Precisamente por ser negro, Obama se esfuerza en no pronunciar mensajes ¡ªsobre la falta de oportunidades o la discriminaci¨®n ante el sistema de justicia¡ª que un presidente blanco podr¨ªa asumir con mayor libertad. En su primera intervenci¨®n, el lunes por la noche, tras el anuncio de la decisi¨®n del gran jurado, reconoci¨® que ¡°hay personas buenas en ambos lados de este debate¡±. ¡°No es mi trabajo como presidente comentar investigaciones en curso o casos espec¨ªficos¡±, dijo el martes.

El presidente puede abrir un debate sobre las relaciones con las minor¨ªas

Obama, cuya imagen de pol¨ªtico posracial es indisociable de su ascenso a la Casa Blanca, quiere ser el presidente de todos. De los negros y de los blancos. De los que creen que el gran jurado y el fiscal del condado de San Luis, Robert P. McCulloch, que es dem¨®crata, cometieron una grave injusticia al evitarle el juicio a Wilson, y de los que sostienen que habr¨ªa sido una aberraci¨®n juzgar sin pruebas a un polic¨ªa por ejercer su derecho leg¨ªtimo a la autodefensa. De los que est¨¢n convencidos de que EE UU sigue siendo un pa¨ªs racista y de que, medio siglo despu¨¦s del I have a dream (Tengo un sue?o) de Martin Luther King, los afroamericanos sufren formas de discriminaci¨®n m¨¢s sutiles pero a veces igualmente da?inas, y los que creen superado el trauma, se?alan como prueba que el presidente es hijo de un africano y la primera dama descendiente de esclavos y acusan a los l¨ªderes negros de cultivar un victimismo que frena el avance de los marginados.

En el caso de Ferguson la v¨ªa judicial no est¨¢ agotada. Quedan algunos resquicios por los que el Gobierno federal puede actuar. El titular del Departamento de Justicia, el fiscal general Eric Holder, que es afroamericano, abri¨® en verano una investigaci¨®n para aclarar si Darren Wilson viol¨® los derechos civiles de Michael Brown al dispararle. El FBI (iniciales de la Oficina Federal de Investigaci¨®n) es competente para investigar abusos de poder que entra?en una discriminaci¨®n de la v¨ªctima. Pero fuentes oficiales citadas en la prensa de EE UU aluden a las dificultades para recabar pruebas.

La opci¨®n que le queda al presidente es instar a un debate sobre la relaci¨®n de la polic¨ªa con las minor¨ªas, en particular la afroamericana. Si Ferguson ha galvanizado a medio pa¨ªs, es porque la muerte de un civil negro por los disparos de un agente es una experiencia com¨²n en las ciudades y suburbios de EE UU. Un estudio de la publicaci¨®n ProPublica revela que el riesgo de que un joven negro muera por los disparos de la polic¨ªa es 21 veces mayor que el de un joven blanco (otros datos para el debate: el 90% de muertes violentas de negros es por disparos de negros).

Desde que asumi¨® el poder evita ser visto como l¨ªder de una sola comunidad

Obama ha encargado a Holder que se re¨²na con agentes policiales, pol¨ªticos locales y l¨ªderes religiosos para encontrar medidas para que las pr¨¢cticas policiales ¡°sean justas y se apliquen con igualdad a todas las personas de este pa¨ªs¡±. EE UU celebra el jueves el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias ¡ªla aut¨¦ntica fiesta nacional¡ª y, a la espera de las protestas de los pr¨®ximos d¨ªas, es poco probable un gesto del presidente. Viajar a Ferguson no est¨¢ en la agenda. Por ahora.