La censura en Egipto tambi¨¦n afecta a los medios afines al r¨¦gimen
Secuestro de ediciones de peri¨®dicos y emisiones televisivas cortadas abruptamente muestran c¨®mo avanza el acoso a la prensa, que se inici¨® con el golpe de Estado de 2013
La censura en Egipto ya no afecta solo a los medios opositores, pr¨¢cticamente todos clausurados, sino incluso tambi¨¦n a los fervientes seguidores del presidente Abdelfat¨¢ al Sisi, como el popular presentador de televisi¨®n Wael al Ibrashy. Recientemente, la se?al de su programa A las 10 sufri¨® un corte s¨²bito mientras ofrec¨ªa un v¨ªdeo cr¨ªtico con las autoridades por su reacci¨®n a un incendio en la ciudad de Mahalla (al norte de El Cairo). El presentador ha declarado que ya hab¨ªa sido amenazado de sanci¨®n tras el programa anterior, en el que trat¨® el caso de una mujer que dio a luz frente a la puerta de un hospital al no haber sido admitida en el centro. La noticia desat¨® una gran indignaci¨®n popular y circul¨® como la p¨®lvora por las redes sociales.
Incluso tras el pol¨¦mico corte, Al Ibrashy se mantiene firme en su apoyo al r¨¦gimen: ¡°La suspensi¨®n de mi programa por presiones de algunos ministros no afectar¨¢ mi convicci¨®n¡ en el proyecto nacional del presidente Al Sisi¡±.
Su caso no es ¨²nico, lo que sugiere un nuevo recorte en el margen de maniobra de la prensa. El pasado 1 de octubre, la primera edici¨®n del diario privado m¨¢s vendido, Al-Masry al-Youm, fue secuestrada por incluir una entrevista con el exesp¨ªa Refaat Jibril sin previo permiso de los servicios de inteligencia.
A menudo, el primer obst¨¢culo a la libertad de expresi¨®n es la autocensura. Tras un sangriento atentado en el Sina¨ª, 17 directores de peri¨®dicos egipcios se comprometieron a trav¨¦s de un comunicado conjunto a no criticar a las instituciones del Estado para no perjudicar la lucha antiterrorista. M¨¢s de 300 periodistas egipcios respondieron unos d¨ªas despu¨¦s con una declaraci¨®n en la que denunciaban la ¡°rendici¨®n voluntaria¡± de la labor de informar a la opini¨®n p¨²blica que supon¨ªa la posici¨®n de los responsables de los medios.
En Egipto, la campa?a de hostigamiento contra la libertad informativa se inici¨® inmediatamente despu¨¦s del golpe de Estado de julio de 2013 que derroc¨® al islamista Mohamed Morsi, primer presidente electo del pa¨ªs. Al menos una decena de televisiones, la mayor¨ªa de car¨¢cter religioso o proislamistas, fueron cerradas y decenas de periodistas arrestados. El caso que adquiri¨® mayor notoriedad internacional fue el juicio y condena a largas penas de c¨¢rcel a tres reporteros de la cadena en ingl¨¦s de la televisi¨®n Al Yazira, uno de ellos de nacionalidad australiana. Precisamente, en referencia a este caso, el presidente Al Sisi declar¨® el lunes que los reporteros extranjeros ¡°que se pasan de la raya¡± deber¨ªan ser deportados y no encarcelados. Sin embargo, explic¨® que mientras haya recursos judiciales en vigor, no puede conceder un perd¨®n presidencial.
La persecuci¨®n de los reporteros se produce a pesar de la aprobaci¨®n en enero de una Constituci¨®n que protege, en teor¨ªa, la libertad de expresi¨®n. ¡°Los asaltos a los periodistas van a m¨¢s como consecuencia de una campa?a organizada para demonizar los medios independientes y cr¨ªticos¡±, sostiene Sherif Mansur, responsable del Comit¨¦ para la Protecci¨®n de Periodistas para Oriente Pr¨®ximo.
La falta de libertad es a¨²n m¨¢s flagrante en los medios p¨²blicos, mayoritarios en la prensa escrita. ¡°Hemos vuelto al periodo prerrevolucionario. Los reporteros leen atentamente los discursos de Al Sisi, y se limitan a seguir la l¨ªnea oficial. Hay mucha autocensura¡±, se lamenta Jaled Dawud, reportero de un semanario en ingl¨¦s vinculado al diario Al Ahram. Considerado el rotativo de cabecera durante d¨¦cadas, Al Ahram tuvo la semana pasada un comportamiento bochornoso, pues cit¨® un art¨ªculo de The New York Times tergivers¨¢ndolo para que pareciera que era elogioso con el rais Al Sisi. Tras destaparse el esc¨¢ndalo, el peri¨®dico se disculp¨® en su versi¨®n online en ingl¨¦s, pero en su versi¨®n ¨¢rabe atac¨® ferozmente al rotativo neoyorquino. No solo los Hermanos Musulmanes utilizan dos discursos, uno de consumo dom¨¦stico y otro internacional.
¡°La situaci¨®n es peor que en la era Mubarak¡±, concluye Mansur bas¨¢ndose en las cifras que maneja su organizaci¨®n. Mientras en 2010 s¨®lo hab¨ªa un periodista encarcelado, la cifra asciende ahora a una docena. Adem¨¢s, las l¨ªneas rojas se han ampliado notablemente. Antes, solo estaban vetadas las cr¨ªticas personales dirigidas al jefe de Estado. En cambio, a Al Ibrashy no le han dejado censurar ni tan siquiera a un ministro.
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