Corrupciones comparadas
Los Gobiernos m¨¢s castigados por la contaminaci¨®n entre pol¨ªtica y negocios son los de Brasil y Argentina
En El enigma de Belgrano, el libro que public¨® poco antes de morir, el historiador Tulio Halperin Donghi transcribi¨® una carta de Manuel Belgrano fechada en Madrid el 10 de febrero de 1790. Quien veinte a?os despu¨¦s ser¨ªa uno de los l¨ªderes de la independencia argentina, informaba a su padre que en esa capital ¡°la plata puede mucho bien dirigida, teniendo alg¨²n conocimiento en cosas de la Corte¡±. La observaci¨®n de Belgrano ten¨ªa lugar bajo el reinado de Carlos IV. En Am¨¦rica Latina la corrupci¨®n parece cr¨®nica.
Envuelto en la tragedia de Iguala, Pe?a Nieto debi¨® hacerse tiempo para explicar una mansi¨®n adquirida por su esposa a un contratista del Estado. El juez de la Corte Suprema paraguaya, V¨ªctor N¨²?ez, renunci¨®, acusado de amparar al narcotr¨¢fico. Sin embargo, los Gobiernos m¨¢s castigados por la contaminaci¨®n entre pol¨ªtica y negocios son los de Brasil y Argentina.Los sobornos que, por miles de millones de d¨®lares, se pagaron en Petrobras, envuelven a Dilma Rousseff en una pesadilla. Cristina Kirchner tampoco duerme bien. El a?o pasado, dos financistas detallaron c¨®mo traficaban con bolsos repletos de d¨®lares que sal¨ªan de Austral Construcciones, la empresa de L¨¢zaro B¨¢ez, un contratista de obra p¨²blica. Llamaron a su financiera La Rosadita, un sarc¨¢stico homenaje a la Casa Rosada, el palacio de gobierno.
B¨¢ez alquil¨® durante a?os las 935 habitaciones del hotel Alto Calafate, que pertenece a los Kirchner. Tambi¨¦n la estatal Aerol¨ªneas Argentinas renta los hoteles de la jefa del Estado. La crisis se agrav¨® hace dos semanas cuando el juez Claudio Bonadio allan¨® la empresa de la presidenta.
Los corruptos brasile?os y argentinos fueron cl¨¢sicos en el modo de apropiarse del presupuesto nacional: contratos de obra p¨²blica. En Petrobras, un club de constructores acordaba los concursos. Hasta escribieron un manual de estilo. En Argentina el reparto fue menos sofisticado. B¨¢ez concentr¨® el 90% de la obra p¨²blica de Santa Cruz, la provincia de los Kirchner. Y s¨®lo alquilaba hoteles de los Kirchner. Los estereotipos nacionales se refuerzan: el esp¨ªritu de equipo brasile?o contra el pobre individualismo argentino.
Hay otra diferencia relevante. Los fondos de Petrobras se distribu¨ªan entre el PT, el PMDB y el PP, las fuerzas que sostienen a Rousseff en el poder. Un financiamiento multipartidario que repite el mensal?o y recuerda la tangentopoli italiana. Seg¨²n el arrepentido Paulo Costa, el m¨¦todo se extiende a ferrocarriles, puertos y aeropuertos. Es el lado B del presidencialismo de coalici¨®n del que habla la ciencia pol¨ªtica.
El esc¨¢ndalo kirchnerista beneficia a una familia. Entre los argentinos hasta la corrupci¨®n es caudillesca. B¨¢ez tampoco es un empresario del establishment, como sus colegas de Petrobras: era un empleado de banco a quien los Kirchner tocaron con su varita m¨¢gica. ?C¨®mo no sospechar que es un testaferro? En la Argentina la presidenta est¨¢ sentada en el banquillo.
Rousseff est¨¢ a salvo. Por ahora. Le podr¨ªa salpicar el sobreprecio pagado por una refiner¨ªa de Pasadena, en 2006, cuando encabezaba el Consejo de Administraci¨®n de Petrobras. O que, como confes¨® un empresario, su ¨²ltima campa?a haya sido financiada con fondos negros de la petrolera. A¨¦cio Neves lo sugiri¨®: ¡°No me gan¨® un partido sino una organizaci¨®n criminal¡±.
Rousseff prometi¨® castigo a los culpables. En cambio Cristina Kirchner trat¨® al juez de ¡°carancho¡±; su jefe de Gabinete denunci¨® un golpe de Estado; y un dirigente de su entorno pidi¨® el empalamiento simb¨®lico del magistrado. El kirchnerismo redujo en el Consejo de la Magistratura el salario de Bonadio en un 30%. Adem¨¢s del patrimonio, los Kirchner alimentan la impunidad.
Los jueces juegan papeles muy diversos. En Brasil son independientes. Sergio Moro, que investiga Petrobras, es visto como un h¨¦roe. En la Argentina, en cambio, se ha roto un compromiso. La justicia se sublev¨® frente a un Gobierno que, desde el a?o pasado, pretende avasallarla. Pero antes fue complaciente con los Kirchner. El mismo Bonadio absolvi¨® a los secretarios privados de la presidenta, que en tres a?os multiplicaron sus bienes m¨¢s de 70 veces.
Los Kirchner y la dirigencia del PT coinciden en no haber advertido que, despu¨¦s del ataque a las Torres Gemelas, y gracias al progreso de la inform¨¢tica, el lavado de activos est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s vigilado.
Adem¨¢s, en los dos pa¨ªses la recesi¨®n exacerba la sensibilidad moral. Privados de su fiesta de consumo, brasile?os y argentinos se envuelven en la bandera de la ¨¦tica para fundar rep¨²blicas de la denuncia. ?Indagar¨¢n las causas m¨¢s profundas de sus males, como la falta de alternancia en el poder o el estatismo?
La saga populista deviene cr¨®nica policial. La regeneraci¨®n pol¨ªtica que hab¨ªan prometido Lula da Silva, Rousseff y los Kirchner ha sido traicionada. Muchos argentinos escriben korrupci¨®n. Y en los diarios brasile?os se habla de corruPTos. Como si el kirchnerismo y el Partido de los Trabajadores no fueran ya organizaciones partidarias, sino un modus operandi.
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