Transferencia de culpas
El informe del Senado reabre el debate sobre los vuelos secretos en Europa
La CIA acaba de sufrir un rev¨¦s hist¨®rico, el tercero y el de mayor envergadura, a cuenta de la presidencia de George W. Bush, comandante en jefe de la guerra global contra el terror. El primero lo sufri¨® el 11-S, por el mero hecho de que se produjeran los atentados sin que la central de espionaje se hubiera enterado de los preparativos. El segundo, con las inexistentes armas de destrucci¨®n masiva que se invent¨® para invadir Irak. El tercero lo acaba de sufrir con la investigaci¨®n del Senado, que acredita la brutalidad e inutilidad de su programa de interrogatorio y tortura a los sospechosos de terrorismo.
La transferencia de culpa desde los centros de decisi¨®n pol¨ªtica hasta la poderosa central es parte de los h¨¢bitos de la administraci¨®n americana. La Casa Blanca de Bush puso todos los ingredientes para que sus agentes tuvieran las manos libres para interrogar a los terroristas. Un ej¨¦rcito de expertos legales fabric¨® incre¨ªbles teor¨ªas para convertir las torturas en interrogatorios reforzados perfectamente legales. Se crearon unos centros de detenci¨®n e interrogatorio fuera de cualquier jurisdicci¨®n y control legal. Las convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra fueron anuladas. Los poderes presidenciales se ampliaron de modo que desde la Casa Blanca era posible hacer cualquier cosa sin control judicial ni parlamentario.
La nueva construcci¨®n argumental situaba a los responsables pol¨ªticos ante una situaci¨®n l¨ªmite, en la que iba a estallar una bomba de relojer¨ªa cuya clave estaba en manos de un terrorista detenido. No era un di¨¢logo entre la Casa Blanca y la CIA. Todos participaron, intelectuales y periodistas incluidos. El Congreso y el Senado, y sus l¨ªderes dem¨®cratas, estaban al corriente. E incluso los pa¨ªses aliados, en distintos grados, conocieron e incluso colaboraron con la nueva pol¨ªtica antiterrorista.
La investigaci¨®n del Senado tiene dos antecedentes meritorios, aunque muy p¨¢lidos, en los informes elaborados por el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo sobre la utilizaci¨®n de centros de reclusi¨®n, aeropuertos y el espacio a¨¦reo europeos dentro del programa de detenci¨®n y tortura. Catorce son los pa¨ªses, Espa?a entre ellos, que participaron o permitieron el millar largo de vuelos de la CIA. Rumania y Polonia, adem¨¢s, son sospechosos de haber albergado c¨¢rceles secretas donde incluso se puede haber torturado. Las investigaciones encontraron muy escasa colaboraci¨®n de los Gobiernos y del Consejo Europeo, y son escasas las actuaciones judiciales que han seguido los 21 casos estudiados con nombres y circunstancias concretas.
El Senado ha tachado de su informe los nombres de los pa¨ªses participantes. Entre ellos hay dictaduras ¨¢rabes, como la Libia de Gadafi y la Siria de El Assad, pero tambi¨¦n pa¨ªses de la UE y de la OTAN. De ah¨ª que, lo menos que pueden hacer los parlamentos de los pa¨ªses implicados y el propio Parlamento Europeo, ahora que el Senado de los EE UU ha puesto el list¨®n algo m¨¢s alto, sea reabrir sus investigaciones y evitar de nuevo una transferencia de culpas como la que practican los pol¨ªticos estadounidenses con su central de espionaje.
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