¡°Las marcas de la tortura son parte de m¨ª. Yo soy eso¡±

Los ¨²ltimos tres presidentes de Brasil fueron perseguidos por la dictadura militar (1964-1985). Pero s¨®lo Dilma Rousseff, de 66 a?os, militante por entonces de una formaci¨®n de extrema izquierda, fue torturada. Lula fue detenido y Fernando Henrique Cardoso sufri¨® varios a?os de exilio en Chile y en Par¨ªs. Pero s¨®lo Rousseff tiene en el cuerpo marcas de los casi tres a?os de represi¨®n sufridos en una celda. Hasta hoy.

De los golpes recibidos, entre otras humillaciones, se le saltaron varios dientes y se le desencaj¨® la mand¨ªbula "La mand¨ªbula se gir¨® para un lado. A¨²n hoy me da problemas en la parte en que se sujetan las muelas", cont¨® en 2001, para la Comisi¨®n Estatal de Indemnizaci¨®n a las V¨ªctimas de la Tortura (CEIVT). La actual presidenta brasile?a relat¨® que, para el dolor de muelas, tomaba un analg¨¦sico en gotas. Nada cont¨® sobre si toma algo para la cicatriz resultante de los pu?etazos que le doblaron la mand¨ªbula.

A Rousseff nunca le ha gustado recordar en p¨²blico los tres a?os que pas¨® en la c¨¢rcel, desde 1965 a 1968. El testimonio que prest¨® en 2001 ante la comisi¨®n de v¨ªctimas de la tortura s¨®lo se hizo p¨²blico en 2012. La primera vez que habl¨® en p¨²blico de aquel tormento fue en mayo de 2008, siendo ministra de la Casa Civil, lo que equivale en Espa?a a ministra de la Presidencia. Entonces, un senador conservador, Jos¨¦ Agripino Maia, le espet¨®: "Si la se?ora minti¨® en la dictadura, ?por qu¨¦ no va a mentir aqu¨ª?". Era cierto: Rousseff minti¨® a las preguntas de los torturadores. Dio pistas falsas. Jam¨¢s delat¨® a nadie. Irritada por la provocaci¨®n de Maia, la por entonces ministra abandon¨® el silencio autoimpuesto sobre la etapa m¨¢s oscura de su vida. "Ten¨ªa 19 a?os, permanec¨ª tres a?os en una c¨¢rcel y fui b¨¢rbaramente torturada, senador. Debe saber que cualquiera que dijera la verdad en esos interrogatorios compromet¨ªa gravemente a sus compa?eros. Comparar la dictadura brasile?a con la democracia, hacer comparaciones como las que usted ha hecho s¨®lo lo puede hacer alguien que no da ning¨²n valor a la democracia brasile?a".

Y no es normal que Rousseff se emocione. Al contrario: gasta fama de dura, de tener pocos amigos

Quienes la conocen aseguran que, aunque no hable de ello, el paso por una prisi¨®n de S?o Paulo est¨¢ siempre presente en la vida de la presidenta. Tal vez por eso, al encargar en mayo de 2012 a los integrantes de la Comisi¨®n de la Verdad el trabajo que ten¨ªan por delante, Rousseff se emocion¨® y al final de su discurso de 20 minutos la voz se le quebr¨®. Ayer al recibir el informe completo, la presidenta de Brasil se volvi¨® a emocionar. La voz le ha vuelto a fallar y sus ojos se empa?aron de l¨¢grimas de nuevo.

Y no es normal que Rousseff se emocione. Al contrario: gasta fama de dura, de malhumorada, de tener pocos amigos, de aislarse en su palacio de Brasilia. Algunos achacan este car¨¢cter reservado a su estancia en prisi¨®n, a las vejaciones sufridas, al silencio que ella se impuso a s¨ª misma. "La peor cosa de la tortura era esperar", testific¨® en 2001. "Esperar para recibir golpes. Supe all¨ª que la tarea era pesada". Y prosigui¨®: "Me acuerdo muy bien del suelo del ba?o, del azulejo blanco. De c¨®mo se iba formando una costra de sangre, de suciedad, de c¨®mo uno iba oliendo mal". Y a?adi¨®: "Ninguno de nosotros consigue explicar la cicatriz emocional que nos persigue. Por eso siempre vamos a ser diferentes. En aquella ¨¦poca, ayud¨® mucho el hecho de que fu¨¦ramos tan j¨®venes. Cuando se tienen 20 a?os el efecto de todo es m¨¢s profundo, pero tambi¨¦n es m¨¢s f¨¢cil aguantar. Las marcas de la tortura forman parte de m¨ª. Yo soy eso".