El auge xen¨®fobo inquieta a Alemania
Unas 15.000 personas marchan contra los musulmanes en Dresde
Familias con hijos adolescentes. Parejas de jubilados. Grupos de amigos reci¨¦n salidos del trabajo. Este era el perfil m¨¢s habitual de los 15.000 manifestantes, seg¨²n la polic¨ªa, que ayer, por novena semana consecutiva, salieron a las calles de Dresde, en el Este de Alemania, para protestar por lo que consideran la generosidad con los refugiados, los abusos de los inmigrantes con el Estado del bienestar y, en fin, por lo que a sus ojos es una evidente amenaza a la civilizaci¨®n europea y cristiana. Alg¨²n joven forzudo con la cabeza rapada podr¨ªa recordar al prototipo de participante en una manifestaci¨®n ultra, pero eran una aplastante minor¨ªa. Todos ellos forman parte de Pegida (el acr¨®nimo de Europeos Patriotas contra la Islamizaci¨®n de Occidente), el movimiento que parece surgido de la nada y que inquieta a una gran parte del pa¨ªs.
Lo que comenz¨® como una protesta con unos pocos centenares de personas ha derivado en un problema pol¨ªtico de primera magnitud. La canciller Angela Merkel ha confesado que observa este movimiento con la m¨¢xima preocupaci¨®n. ¡°En Alemania hay libertad de manifestaci¨®n, pero no hay sitio para campa?as de difamaci¨®n y calumnias contra los que vienen de otros pa¨ªses¡±, dijo ayer. El presidente de la Rep¨²blica, Joachim Gauck, ha tildado de ¡°extremistas¡± a los participantes; y el ministro de Justicia, el socialdem¨®crata Heiko Maas, de ¡°verg¨¹enza para Alemania¡±. Ambos se llevaron los correspondientes silbidos cuando la oradora pronunci¨® ayer sus nombres.
"Somos el pueblo", el lema de 1989, es ahora el grito de los islam¨®fobos
¡°Somos el pueblo. Somos el pueblo¡±. Los manifestantes interrumpen el discurso de los organizadores. Repiten el lema que se hizo famoso hace 25 a?os, cuando los alemanes del Este salieron a las calles para acabar con la dictadura de la RDA. Las manifestaciones se celebran los lunes, como las que comenzaron en Leipzig en septiembre de 1989 y que lograr¨ªan a los pocos meses derrumbar el Muro de Berl¨ªn y reunificar el pa¨ªs. La situaci¨®n ahora es muy distinta, pero para muchos es tan cr¨ªtica como entonces. En Sajonia, el Estado del que es capital Dresde, los extranjeros son solo un 2,2% de la poblaci¨®n. Y los musulmanes tan solo el 0,1%. Pero estos datos no hacen desistir a los de Pegida de sus ideas. ¡°No queremos llegar a la situaci¨®n de otras ciudades de Alemania, donde se ha instaurado una polic¨ªa de la shar¨ªa¡±, dice Annette en referencia a un reciente suceso ocurrido en la ciudad de Wuppertal.
¡°Aqu¨ª tenemos jubilados que cobran 670 euros y tras pagar el alquiler se quedan pr¨¢cticamente con nada. Ni?os que van a jardines de infancia en containers. Lo siento, pero necesitamos el dinero para nosotros. Alemania no puede salvar a todo el mundo¡±, dice un hombre que prefiere mantenerse el anonimato. ¡°Ponga solo que soy un ciudadano de Dresde¡±. Los periodistas no son aqu¨ª muy queridos. ¡°Prensa, mentirosa¡±, es uno de los gritos m¨¢s coreados. ¡°?Trabaja para un peri¨®dico espa?ol? Seguro que ustedes no mienten tanto como los alemanes¡±, concede un participante.
¡°No hay lugar para la difamaci¨®n¡±, dice Merkel, preocupada por el fen¨®meno
Pegida ¡ªlas iniciales en alem¨¢n de Patriotas Europeos Contra la Islamizaci¨®n de Occidente¡ª se ha extendido a otros lugares del pa¨ªs, que juegan con las iniciales de cada ciudad donde se convoca para cambiar el nombre de la protesta: D¨¹gida en D¨¹sseldorf, Kassida en Kassel... Todos ellos con mucho menos ¨¦xito que el de Dresde. La clase pol¨ªtica alemana se muestra desconcertada ante un fen¨®meno que nadie previ¨® y que nadie sabe d¨®nde puede acabar. El movimiento no ha surgido del partido eur¨®fobo Alternativa por Alemania (AfD), pero algunos de sus l¨ªderes ya se han subido al carro y dicen que comparten los principios de los manifestantes. Pese a que todos los partidos tradicionales rechazan el nuevo movimiento, hay diferencias en la forma de abordarlo. Algunos l¨ªderes, reacios a perder votos en los caladeros m¨¢s conservadores, insisten en diferenciar entre la xenofobia de los impulsores de Pegida y los ciudadanos de buena fe que participan en las manifestaciones por sus miedos. ¡°Es un error hacer estas diferencias. Cuando los socios b¨¢varos de Merkel dicen que los inmigrantes tienen que hablar alem¨¢n en casa est¨¢n haciendo una campa?a gratuita a AfD y a Pegida¡±, dec¨ªa el l¨ªder de Los Verdes, Cem ?zdemir, en la tarde de ayer a este peri¨®dico desde el tren que le llevaba de Berl¨ªn a Dresde. All¨ª particip¨® en la contramanifestaci¨®n organizada por aquellos que creen en una Alemania multicolor donde quepan todos. Protesta que reuni¨® a 6.500 personas.
Porque a la guerra por las ideas le ha seguido la guerra de las cifras. El pasado domingo, unos 15.000 ciudadanos salieron a la calle en Colonia para decir que los inmigrantes y refugiados son bienvenidos. Los defensores de inmigrantes que marcharon ayer en Dresde eran ostensiblemente menos numerosos que los de Pegida. Decenas de coches polic¨ªa separaban a unos y otros. Esta escalada de manifestaciones y contramanifestaciones perfila un inquietante panorama de polarizaci¨®n en las calles alemanas. ¡°Hay un problema de fondo. No hay una discusi¨®n abierta sobre c¨®mo abordar la inmigraci¨®n, y eso deja rendijas de las que se aprovechan los extremistas¡±, asegura Werner Patzelt, del Instituto de Ciencias Pol¨ªticas de Dresde.
"No queremos la polic¨ªa de la shar¨ªa", dice una manifestante
El creador y l¨ªder de Pegida es Lutz Bachmann, un oscuro personaje que ha tenido problemas con la justicia por tr¨¢fico de drogas, robo y violencia. Nada de esto parece inquietar a los hombres y mujeres que ayer mostraron su hartazgo en Dresde. ¡°No somos extremistas ni ultras. Todo lo que queremos es conservar la identidad alemana¡±, clamaban desde el escenario mientras los participantes respond¨ªan: ¡°Somos el pueblo. Somos el pueblo¡±.
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