Obama manda parar
La pol¨ªtica de no reconocer al enemigo ideol¨®gico queda enterrada por in¨²til: no sirvi¨® con la URSS, ni con Mao, ni servir¨¢ con el Ir¨¢n de los cl¨¦rigos
Fidel Castro, 88 a?os, vegeta en La Habana y todav¨ªa no ha dicho nada sobre la apertura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Ha visto como su hermano Ra¨²l y el presidente Obama, que no hab¨ªa nacido a¨²n cuando los barbudos castristas entraron en La Habana el 1 de enero de 1959, reconoc¨ªan simult¨¢neamente que la realidad es tozuda y no hay nada m¨¢s est¨²pido que su negaci¨®n.
En un acto hist¨®rico de sentido com¨²n, EE UU admite el fracaso y la inutilidad de la pol¨ªtica de aislamiento mantenida durante 53 a?os con Cuba. Al tiempo, Obama reconoce al pa¨ªs que mantiene la decr¨¦pita bandera del comunismo en el Caribe. La pol¨ªtica de no reconocimiento del enemigo ideol¨®gico queda enterrada: no sirvi¨® en 1917 la no aceptaci¨®n de la legitimidad de la Revoluci¨®n de Octubre, ni posteriormente la negaci¨®n de la China de Mao, resuelta en 1972 por Nixon y Kissinger; ni la ignorancia mutua que se profesan Washington y el Ir¨¢n de los cl¨¦rigos, otra ficha madura al caer.
Fidel podr¨¢ celebrar que su revoluci¨®n derrot¨® una invasi¨®n, sabotajes de todo tipo, y un embargo cruel que ha tenido medio siglo a la perla de las Antillas al borde de la supervivencia. Aguant¨® tambi¨¦n la implosi¨®n de la URSS. Su revoluci¨®n no aplastada, y todo lo positivo de ella en educaci¨®n, sanidad y dignidad nacional, ya est¨¢n en la historia. Once presidentes de EE UU, desde Eisenhower hasta Obama, no pudieron con el castrismo.
Cuba ha sido una pesadilla de medio siglo para Washington: la instalaci¨®n de misiles nucleares rusos en la isla estuvo al borde de provocar el Armaged¨®n at¨®mico; en el asesinato de Kennedy, que hab¨ªa autorizado el fallido desembarco de Bah¨ªa de Cochinos, se crey¨® ver la larga mano de Cuba. Fidel no hizo solo la revoluci¨®n para realizar una reforma agraria, nacionalizar los tel¨¦fonos de la ITT y las petroleras yanquis Exxon y Texaco, lo que provoc¨® la ruptura de relaciones con Washington y el embargo en 1961, sino para exportarla y lograr una segunda liberaci¨®n de Latinoam¨¦rica.
Cuba desde hace tiempo ya no es un problema de pol¨ªtica exterior, es una cuesti¨®n dom¨¦stica tanto en EE UU como en La Habana. Obama, enfangado en Medio Oriente, sin cerrar un acuerdo nuclear con Ir¨¢n, desafiado por Putin en los bordes de Europa, ha visto la ocasi¨®n. Y manda parar. Arrebata a Castro la gran coartada para mantener a su poblaci¨®n reprimida y empobrecida. Con la apertura de relaciones ¡ªel Congreso puede impedirle levantar el embargo¡ª su presidencia ha impreso ya una importante huella. ?Ser¨¢ suficiente el soft power del American way of life para romper la coraza del r¨¦gimen cubano y traer la libertad?
La oposici¨®n republicana clama traici¨®n, pero los empresarios estadounidenses y la poblaci¨®n tienen mucho que ganar: el atractivo mercado de una isla maravillosa a solo 150 kil¨®metros de la punta sur de Florida. Un regalo de Navidad, tambi¨¦n para los cubanos, envuelto en ¡°el amargo sabor de la capitulaci¨®n¡± por ambas partes, seg¨²n la disidente y bloguera cubana Yoani S¨¢nchez.
Puede que los caminos del Se?or sean inescrutables. Putin se anexiona Crimea, desestabiliza Ucrania y derriba el avi¨®n malayo; sufre sanciones internacionales que a¨ªslan a Rusia y transforman a Putin en acosado; dr¨¢stica bajada del precio del petr¨®leo; consecuencias calamitosas para Mosc¨², y para Venezuela, el padrino econ¨®mico de La Habana. Cuba vuelve a la historia, Fidel sigue creyendo que la historia le absolver¨¢ y Obama hace historia.
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