?Por qu¨¦ Rousseff no revela qui¨¦nes son los ¡°enemigos¡± de Petrobras?
En las actas judiciales ninguno de los imputados internos ha denunciado a alg¨²n enemigo externo responsable del colapso
La presidenta Dilma Rousseff, en su discurso de toma de posesi¨®n ante el Congreso, lanz¨® una afirmaci¨®n grave que ha creado perplejidad. Denunci¨® que existen ¡°enemigos externos¡± que conspiran contra Petrobras, la gran petrolera brasile?a hoy bajo las horcas caudinas de la justicia y de la polic¨ªa federal al haberse descubierto en su seno el mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n pol¨ªtica y empresarial de la democracia. Y asegur¨® que est¨¢ dispuesta a combatirlos.
No revel¨® quienes son esos famosos enemigos que han decidido poner en crisis a la importante petrolera. ?Por qu¨¦ ese silencio?
Hizo bien Rousseff en tejer los elogios de la que ya fuera la joya de la corona de la industria brasile?a fuera y dentro del pa¨ªs. Hizo bien en prometer que desea extirpar el c¨¢ncer que corroe a la empresa, algunos de cuyos directores y gestores nombrados por ella o por su antecesor, Lula da Silva, est¨¢n en la c¨¢rcel acusados de haber substra¨ªdo de ella miles de millones de d¨®lares para alimentar al partido del gobierno o a los partidos aliados, adem¨¢s de haberse enriquecido personalmente como est¨¢n revelando los interrogatorios judiciales.
Ha sido sin embargo un lapsus grave de la presidenta en su discurso, como han puesto de relieve los analistas pol¨ªticos, el haber mantenido ese silencio y suspense acerca de esos misteriosos ¡°enemigos externos¡± de Petrobras.
Extra?a porque la tentativa de echar sobre enemigos externos los males de un gobierno son m¨¢s bien patrimonio de democracias fr¨¢giles, inseguras, dominadas por populistas o dictadores incapaces de hacer autocr¨ªtica de sus errores.
No es el caso de Brasil que, como la misma presidenta destac¨®, goza de una democracia donde funcionan con libertad los tres poderes y todas sus instituciones.
Los ciudadanos brasile?os y todos los que tienen acciones en la empresa, que ha perdido el 60% de su valor, tienen el derecho ¡ªen respeto a la democracia de la que disfrutan¡ª de conocer quienes son esos enemigos de fuera de Petrobras que los han llevado a perder parte de su patrimonio.
Por lo que hasta ahora est¨¢n descubriendo tanto la Polic¨ªa Federal como los fiscales y jueces del Estado a trav¨¦s de los interrogatorios y de las delaciones premiadas, esos enemigos han anidado durante a?os dentro de la empresa, fueron elegidos por el gobierno, a veces, para agradar a los partidos aliados y ellos mismos est¨¢n revelando que el demonio que tent¨® a Petrobras estaba dentro, muy dentro, no fuera.
Los ciudadanos brasile?os tienen el derecho de conocer quienes son esos enemigos de fuera de Petrobras
Ninguno de ellos, ni siquiera los empresarios de lujo que hac¨ªan sus cambalaches con la empresa para obtener beneficios, ha acusado a alg¨²n enemigo externo de los males que aquejan a Petrobras de haberle hecho perder valor y prestigio.
Ya que la presidenta ha preferido el silencio sobre ese enigma de los ¡°enemigos externos¡±, cabe imaginar que podr¨ªa referirse, por ejemplo, a los medios de comunicaci¨®n que sacaron a la luz p¨²blica los esc¨¢ndalos hoy confirmados por los jueces.
La libertad de los medios, sin embargo, de sacar a la luz p¨²blica los esc¨¢ndalos del poder no s¨®lo no puede ser vista como ¡°enemiga¡± de Petrobras, sino como un acicate m¨¢s para ayudar al gobierno a poner remedio a los graves casos de corrupci¨®n, cada vez m¨¢s numerosos y graves.
?Cu¨¢ntos de esos esc¨¢ndalos se habr¨ªan quedado ocultos para siempre, impunes, sin la colaboraci¨®n de los medios de informaci¨®n, cuya misi¨®n en una democracia es la de ser una de las instituciones que vigilan al poder? La experiencia nos ense?a que en pocos, quiz¨¢s ninguno, de los casos de corrupci¨®n denunciados por la prensa brasile?a en los ¨²ltimos 20 a?os resultaron falsos.
?Hubi¨¦semos conocido el esc¨¢ndalo del mensal?o sin la ayuda de la prensa? ?O del metro de S?o Paulo y ahora de Petrobras sin las revelaciones de los medios?
Otra hip¨®tesis es que Dilma pudiera refiriese a la oposici¨®n, como si fuera ella la que desease la privatizaci¨®n de Petrobras, para arrancarla de las manos de las empresas p¨²blicas. Sin embargo, la acusaci¨®n de la oposici¨®n fue que los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), estaba ya ¡°privatizando¡± a Petrobras al haberla convertido en un tesoro pol¨ªtico de familia, para poder usarla con motivos poco republicanos en vez de ser una empresa al servicio de la naci¨®n.
?Qu¨¦ pa¨ªses estar¨ªan por ejemplo interesados en atentar contra Petrobras, si muchas empresas de los mismos ya trabajan activamente en ella y si acaso est¨¢n sorprendidos e incr¨¦dulos viendo a la petrolera agit¨¢ndose en un mar de corrupci¨®n sin que ni siquiera haya sido sustituida su presidenta y sus responsables m¨¢s inmediatos?
Dilma debe a los ciudadanos que le dieron su confianza y a los que no, ya que todos son brasile?os, una explicaci¨®n plausible sobre esos enemigos que ser¨ªan responsables, desde fuera, m¨¢s que dentro de la cat¨¢strofe de Petrobras.
La presidenta, al estrenar su nuevo mandato, har¨ªa un gran bien a la sociedad y fuera de ella si revelara con nombre y apellidos a esos que, seg¨²n ella, estar¨ªan desde fuera de ella intentando destruir a la empresa de la que depende en buena parte la recuperaci¨®n de la herida econom¨ªa.
?No tendr¨ªan los brasile?os el derecho de saberlo?
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