Los movimientos antiisl¨¢micos en Alemania intentan sacar partido

El atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo llega en un momento especialmente caliente para la sociedad alemana y la forma de relacionarse con sus inmigrantes musulmanes. Tras semanas en las que la prensa de medio mundo se hab¨ªa fijado en los miles de ciudadanos que cada lunes salen a la calle para denunciar una amenaza isl¨¢mica, el pasado lunes pareci¨® que las cosas empezaban a cambiar.

El movimiento Pegida ¡ªacr¨®nimo de Patriotas Europeos contra la Islamizaci¨®n de Occidente¡ª sum¨® un r¨¦cord m¨¢s al reunir en Dresde a 18.000 personas, pero en lugares como Berl¨ªn o Colonia solo acudieron unos pocos centenares. Por el contrario, en una decena de ciudades se manifestaron m¨¢s de 30.000 ciudadanos deseosos de mostrar la cara m¨¢s tolerante de la sociedad alemana. Al d¨ªa siguiente, el peri¨®dico Bild junt¨® a medio centenar de pol¨ªticos, artistas, deportistas y religiosos ¡ªentre otros, los excancilleres Helmut Schmidt y Gerhard Schr?der¡ª unidos por su rechazo m¨¢s tajante a las tesis de Pegida. Est¨¢ por ver si los doce asesinatos en la redacci¨®n parisina de la revista sat¨ªrica da nuevas fuerzas a un movimiento que el ministro del Interior, el democristiano Thomas de Maizi¨¨re, se esforz¨® por circunscribir el pasado lunes en la cadena estadounidense CNN a un ¨¢mbito regional.

A las pocas horas del atentado, se autorreivindicaban los impulsores de Pegida. ¡°Los islamistas han mostrado hoy en Francia que no saben comportarse en democracia y que solo contemplan la violencia y la muerte. Nuestros pol¨ªticos, sin embargo, nos quieren hacer pensar lo contrario. ?Tiene que ocurrir una tragedia parecida en Alemania?¡±, se preguntaban en un mensaje colgado en su p¨¢gina de Facebook.

Las reverberaciones del ataque han llegado tambi¨¦n hasta el partido eur¨®fobo Alternativa por Alemania, inmerso desde hace semanas en una lucha interna descarnada. Sus dirigentes pelean, entre otros motivos, porque unos quieren subirse al carro de la islamofobia y otros consideran suicida coquetear con ideas xen¨®fobas o racistas. Uno de los l¨ªderes del sector radical, su vicepresidente Alexander Gauland, se?al¨® ayer que la masacre de Par¨ªs pone de manifiesto tanto ¡°la fragilidad de nuestra sociedad y sus principios¡± como ¡°el peso y la actualidad de las exigencias de Pegida¡±. ¡°Los partidos establecidos deber¨ªan pensarse si quieren seguir difamando a sus seguidores¡±, a?adi¨®. Analistas como Gero Neugebauer, polit¨®logo de la Universidad Libre de Berl¨ªn, dan por descontado que estos sectores instrumentalizar¨¢n el atentado de Par¨ªs para fomentar el odio al islam.

Mientras, el Gobierno alem¨¢n, por boca de su ministro del Interior, hizo una llamada a la calma. ¡°Hay motivos para la preocupaci¨®n, pero no para el p¨¢nico. [...] El islamismo extremista es muy distinto al islam. Y esta diferenciaci¨®n es a¨²n m¨¢s necesaria un d¨ªa como hoy¡±, dijo de Maizi¨¨re. La canciller Angela Merkel calific¨® el ataque de ¡°acto abominable¡±, que atenta no solo contra la seguridad de Francia y la vida de ciudadanos, sino tambi¨¦n contra la libertad de prensa y expresi¨®n.