Charb y el contexto
"Si empezamos a pensar en el contexto, en la posibilidad de que unos descerebrados te maten porque cuentas cosas que no les gustan, entonces nunca podr¨¢s contar nada". Este fue uno de los pocos comentarios serios que le escuch¨¦ a Charb en el Festival de C¨®mic de Dax donde coincidimos hace unos meses. Su presencia en el evento cobraba un involuntario protagonismo porque, como director de Charlie Hebdo, iba acompa?ado por dos guardaespaldas. Resultaba sorprendente ver a un dibujante, armado de un simple rotulador y haciendo inofensivas dedicatorias, bajo la vigilancia de dos polic¨ªas. Acostumbrados a asociar la escolta con la autoridad pol¨ªtica o la gravedad institucional, p¨²blico y compa?eros de profesi¨®n contempl¨¢bamos, por una vez, el estado de alerta montado en torno a un dibujante de personajes con nariz enorme y expresividad hilarante. Es como si, de pronto, tom¨¢ramos conciencia que lo importante, incluso lo peligroso no se encuentra s¨®lo en las altas instancias sino tambi¨¦n en un trozo de papel con unos cuantos trazos h¨¢bilmente combinados.
Charb llevaba con resignaci¨®n su sometimiento a custodia y tend¨ªa a no dramatizar la situaci¨®n. ¡°Son una minor¨ªa y la polic¨ªa tiene a todos fichados¡±, dec¨ªa para explicar su despreocupaci¨®n. Y luego pasaba al registro de la broma donde, con toda evidencia, se encontraba m¨¢s a gusto. Sin darse mayor importancia. M¨¢s indignado se mostraba ante la dejaci¨®n por parte de los pol¨ªticos de la defensa de valores esenciales para la convivencia. No entend¨ªa la tolerancia ante la intolerancia de ciertas l¨ªneas de pensamiento, el respeto ante doctrinas que s¨®lo respetan su propio e indiscutible dogma. Se mostraba especialmente iracundo contra ese lenguaje de la correcci¨®n, indiferente ante la miseria y condescendiente con el germen de muchas tiran¨ªas. En ¨²ltimo t¨¦rmino y sin decirlo expresamente, ante la vacuidad de los grandes discursos, propon¨ªa la eficacia de la caricatura.
Ayer el contexto, ese contexto que se obligaba a ignorar para seguir contando, pudo con Charb. Junto con ¨¦l, se llev¨® a un gran plantel de dibujantes. Y dej¨® de luto al mundo de la vi?eta. Cabu y Wolinski, los m¨¢s veteranos entre los asesinados, hab¨ªan ignorado, incluso afrontado otros muchos contextos. Desde la censura de De Gaulle a algunos n¨²meros del hist¨®rico Hara-Kiri hasta las descalificaciones al provocador Echo des savanes. De alguna manera todos los muertos en Charlie Hebdo, se hab¨ªan hecho a la contra, a la contra de las m¨²ltiples formas de poder, incluido el que, bajo etiquetas democr¨¢ticas, se muestra intransigente.
Hoy es d¨ªa de recuerdos, sepelios, l¨¢grimas y homenajes. Pero nada tiene menos sentido que una vi?eta en negro. La vi?eta es un espacio acotado para el dibujo, una ventana con vistas a la realidad. Vive de caricaturizarla, de sintetizarla, de ridiculizarla. Por eso la vi?eta no permanecer¨¢ de luto o su luto ser¨¢ hoy absolutamente luminoso, encendido por la valent¨ªa de decir y deslumbrado por la voluntad de seguir haci¨¦ndolo. A pesar de todos los contextos, como dir¨ªa Charb.
Antonio Altarriba es premio Nacional del C¨®mic.
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