Otro problema para Yemen
Su vinculaci¨®n con el atentado de Par¨ªs pone de relieve el desgobierno del pa¨ªs
El v¨ªnculo con el atentado de Par¨ªs es lo ¨²ltimo que le hac¨ªa falta a Yemen. El fr¨¢gil Estado heredero del reino de Saba afronta su en¨¦sima crisis no ya de legitimidad, sino de mera capacidad para mantener unidas las agrietadas costuras del pa¨ªs, amenazado por el independentismo del Sur y la rama local de Al Qaeda. En el ¨²ltimo golpe al d¨¦bil poder central, la revuelta de los Huthi, que hasta ahora se hab¨ªa confinado a las monta?as del norte del pa¨ªs, se extendi¨® el pasado verano hasta la capital, San¨¢, haci¨¦ndose con el control de facto del Gobierno.
Desde entonces, ese grupo tutela los ministerios y los principales centros oficiales como el aeropuerto internacional o el Banco Central. Incluso forz¨® un cambio de Gabinete. Sin embargo, no est¨¢ cumpliendo su parte del acuerdo de paz alcanzado el 23 de septiembre en el que, a cambio del nombramiento de uno de los suyos (adem¨¢s de un representante de los independentistas del Sur) como consejero del presidente Abdrabbo Mansur Hadi y de un primer ministro independiente, se comprometi¨® a retirar a sus milicianos de forma escalonada.
¡°Es una situaci¨®n muy ambigua en la que se dan a la vez el vac¨ªo y la dualidad de poder¡±, explica un observador desde San¨¢.
Los rebeldes justifican su actitud por la lucha contra la corrupci¨®n y la necesidad de supervisar el proceso. Sin embargo, su negativa a participar de forma activa en ¨¦l, formando un partido pol¨ªtico o asumiendo responsabilidades directas de gobierno est¨¢ contribuyendo al fracaso del mismo.
A la vez, la afiliaci¨®n zayd¨ª de los seguidores de Ansarullah (literalmente, Partidarios de Dios, aunque se ha generalizado la denominaci¨®n Huthi por el clan que lidera la insurrecci¨®n desde 2004) est¨¢ siendo explotada por Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (AQPA) para atizar el sectarismo. Los zayd¨ªes son chi¨ªes, lo que permite a los extremistas sun¨ªes manipular la naturaleza del conflicto (a pesar de que apenas un tercio de los 24 millones de yemen¨ªes sigue esa rama del islam, e hist¨®ricamente han convivido sin problemas). De hecho, desde que la demostraci¨®n de fuerza de los Huthi, AQPA, que controla el centro y el sureste del pa¨ªs, ha conseguido aglutinar a numerosas tribus sun¨ªes.
Mientras tanto, se agota la paciencia de una poblaci¨®n empobrecida por d¨¦cadas de nepotismo y que se llen¨® de esperanza cuando su movilizaci¨®n al hilo de la primavera ¨¢rabe logr¨® echar de la presidencia a Ali Abdal¨¢ Saleh. Pero a pesar de lo proclamado, la transici¨®n no est¨¢ siendo ni pac¨ªfica ni ejemplar. Muchos yemen¨ªes han visto su mano, e incluso la connivencia de Hadi (que fue su n¨²mero dos), en la facilidad con que los Huthi tomaron no s¨®lo la Administraci¨®n sino incluso las instalaciones militares, al hilo de las protestas contra la subida de los carburantes. A pesar de que Saleh libr¨® seis guerras contra los rebeldes del Norte, en Yemen las alianzas y lealtades siempre han sido vol¨¢tiles. Por ello, contin¨²an las protestas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.