El pu?etazo inoportuno del papa Francisco
Re¨ªrnos de nosotros y de nuestros dioses es la forma mejor de aceptar que no somos ni patronos ni esclavos
Francisco, el papa carism¨¢tico, es un amante del f¨²tbol. Tiene hasta el equipo de su coraz¨®n. Sin embargo, en el momento en que la noticia del mundo estaba anclada en la tragedia perpetrada contra los periodistas del semanario humor¨ªstico franc¨¦s Charlie Hebdo, se le escap¨® un autogol.
La escena ha recorrido el mundo. En el avi¨®n que lo conduc¨ªa hacia Las Filipinas, el tercer pa¨ªs con mayor n¨²mero de cat¨®licos del mundo, al comentar con los periodistas a bordo el sangriento atentado contra la libertad de expresi¨®n que ha helado el alma de millones de dem¨®cratas del mundo, tuvo un resbal¨®n.
Es verdad que fue tajante al afirmar: ¡°Matar en nombre de Dios es una aberraci¨®n¡±. E hizo bien en subrayar que tanto la libertad de expresi¨®n como la libertad religiosa ¡°son derechos humanos fundamentales¡±. Derechos que la Iglesia Cat¨®lica no s¨®lo se olvid¨® a veces de protagonizar sino que conden¨® a muerte a los que no pensaban como ella.
Donde Francisco, uno de los papas que m¨¢s acude a los textos del evangelio para inspirar su carism¨¢tico pontificado a favor de los pobres y de la paz, tuvo un lapsus de memoria, fue al comentar con un periodista que si alguien insulta a su madre ¡°puede esperar un pu?etazo¡±. El Evangelio condena el antiguo ¡°ojo por ojo y diente por diente¡±.
No estaba hablando el papa ex catedra, ni en una enc¨ªclica. Fue una confidencia con lenguaje popular en un clima de distensi¨®n, sin mayores pretensiones teol¨®gicas. Sin embargo, aquel ¡°pu?etazo¡± en boca de un papa y de un papa pacifista como Francisco y en aquel momento, ha chocado a los amantes de la libertad.
Libertad de expresi¨®n no significa libertad de insulto o calumnia
Fue un autogol inoportuno porque en el momento de tensi¨®n y de violencia terrorista que atemoriza al Planeta, responder a una hipot¨¦tica ofensa sea a tu madre o a tu religi¨®n con otra violencia, es imposible no interpretar sus palabras como alg¨²n tipo de justificaci¨®n de la violencia perpetrada contra los periodistas de Charlie Hebdo por los terroristas isl¨¢micos.
Ning¨²n hombre religioso o ateo que respete que la libertad de expresi¨®n es un valor sagrado, al igual que la vida, puede admitir que la s¨¢tira, por dura que sea contra cualquier instituci¨®n de poder- y las religiones lo son- pueda ser silenciada con las armas.
Lleva raz¨®n el papa cuando advierte que libertad de expresi¨®n no significa libertad de insulto o calumnia. En esos casos, sin embargo, deben actuar los tribunales de justicia. Nadie tiene el derecho de tomarse la justicia por su mano. La libertad de expresi¨®n como bien ha subrayado, Antonio Ca?o, director de este diario, no acepta preguntas ni distingos, que es como decir que es sagrada.
La ¨²nica distinci¨®n posible es que una cosa es hacer humor sobre una religi¨®n, la que sea, y otra contra las personas concretas. Nadie aceptar¨ªa que se tomasen a chacota a los isl¨¢micos, la gran mayoria pac¨ªficos, o a los cristianos, budistas o jud¨ªos. Las personas son sagradas como su derecho a vivir. Los s¨ªmbolos, mitos o dioses pueden ser objeto de s¨¢tira. De lo contrario tendr¨ªamos que admitir que Dios no sabe re¨ªr.
Qui¨¦n ama hasta las v¨ªsceras a su equipo de f¨²tbol, puede gustar o no de que se ironice sobre ¨¦l, pero tiene que admitirlo en aras de la libertad de expresi¨®n. Lo que nadie tiene derecho es de abrir la cabeza de un hincha del equipo adversario porque no le guste el tuyo.
Nadie est¨¢ obligado a creer en ning¨²n Dios. Y todo creyente tiene derecho a que se respete su fe, como deben de ser respetadas las creencias de ateos y agn¨®sticos.
En algunos pueblos de Espa?a durante la dictadura de Franco algunos apedreaban los templos protestantes y a sus fieles. He ah¨ª un ejemplo de lo que no se puede hacer. Quiz¨¢s fue esto lo que quiso decir el papa Francisco, quien esta vez no estuvo afortunado en sus palabras.
El perd¨®n tiene siempre algo de sublime, que supera lo humano
El que como ¨¦l tanto ama los dichos de Jes¨²s de Nazaret, en vez de caer en el populismo de recordar que si alguien insulta a tu madre es normal que le metas un pu?etazo, podr¨ªa haber recordado las palabras del evangelio de Mateo (5,39) cuando Jes¨²s dice: ¡°Sab¨¦is que se dijo : Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no enfrent¨¦is al que os ataca, al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha, pres¨¦ntale tambi¨¦n la otra¡±.
No s¨®lo Jes¨²s, sino todos los grandes l¨ªderes de las mayores religiones del mundo y hasta los mayores pacifistas del planeta como Gandhi, Luther King o Mandela, comprendieron que el ¨²nico camino para combatir la violencia no es la de responder con un pu?etazo o un tiro de rev¨®lver cuando te sientes ofendido, sino que s¨®lo el perd¨®n y hasta la locura evang¨¦lica de poner la otra mejilla puede ser capaz de parar las manos asesinas y el odio a la libertad.
Si la violencia engendra violencia, s¨®lo el perd¨®n ser¨¢ capaz de hacer enmudecer las armas. El perd¨®n tiene siempre algo de sublime, que supera lo humano, pero que lleva en su sangre el DNA del milagro de sabernos aceptar con nuestras diferencias.
?Y por qu¨¦ no re¨ªrnos de nosotros y hasta de nuestros dioses, de nuestros mitos?, que es la forma mejor de aceptar que no somos ni patronos ni esclavos?
Querer matar la s¨¢tira, hasta la m¨¢s sagrada, ser¨ªa como admitir que sin los dioses, sin caer de rodillas ante ellos, sin la libertad de ser capaces de exigirles cuentas, no seriamos verdaderamente libres.
El humor nos vacuna contra la tentaci¨®n larvada de aceptar que seguimos siendo esclavos. La s¨¢tira desnuda a los dioses o a los que se creen tales, de su falsa omnipotencia.
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