Lo que Elvis ha unido, que no lo separe el Tribunal Supremo
El alto tribunal debe decidir esta primavera si legaliza definitivamente el matrimonio homosexual en todo EE UU
Alexander Ray y Jeffrey Lyon siempre quisieron una boda tradicional. ¡°Tradicional de Las Vegas¡±, aclaraba Jeffrey justo antes de entrar en la capilla Viva Las Vegas el pasado s¨¢bado. ¡°Espero que haya un Elvis y algo m¨¢s¡±. C¨®mo no. Elvis ofici¨® la ceremonia a ritmo de Burning love. Adem¨¢s, un stripper masculino hizo de ayudante. ¡°Por el poder que me otorga el Estado de Nevada, y porque soy El Reeey, yo os declaro marido y marido¡±, dijo el oficiante tras escuchar los votos de los novios. Alexander y Jeffrey se besaron, bailaron con Elvis y salieron partidos de la risa con su certificado de boda en unos 20 minutos.
El avance en aceptaci¨®n, legal y social, ha sido inmenso en apenas un lustro y probablemente irreversible
No sabemos qu¨¦ opinar¨ªa Elvis de verse bailando con un hombre semidesnudo y casando a otros dos hombres, pero la capital mundial de las bodas es un buen term¨®metro de la realidad del matrimonio homosexual en EE UU. Esta es una realidad diaria en la ciudad cuyos mitos fundacionales son muy heterosexuales. El avance en aceptaci¨®n, legal y social, ha sido inmenso en apenas un lustro y probablemente irreversible desde la decisi¨®n del Tribunal Supremo en 2013 que otorgaba a los matrimonios gais los mismos derechos que a los heterosexuales.
Desde entonces, los jueces federales y las cortes de apelaciones han ido sancionando la legalidad del matrimonio homosexual Estado tras Estado. Con sus decisiones sobre casos ejemplares, ya han hecho legal el matrimonio gay en 35 Estados, dando cuerpo legal a uno de los cambios sociales m¨¢s profundos que ha vivido Estados Unidos en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Sin embargo, en aquella ocasi¨®n el m¨¢ximo ¨®rgano judicial del pa¨ªs dej¨® una cuesti¨®n clave sin resolver. Los matrimonios gais, all¨ª donde se produzcan, tienen los mismos derechos, pero ?tienen los homosexuales derecho constitucional a casarse o no? Eso es decisi¨®n de los Estados, dijo el Supremo. Por tanto, sigue habiendo base legal para la continuaci¨®n de las prohibiciones y las trabas en m¨¢s de una docena de Estados muy conservadores concentrados en el sur religioso y el medio oeste.
El pasado viernes 16, el Tribunal Supremo de EE UU acept¨® escuchar un nuevo recurso contra prohibiciones en Kentucky, Michigan, Tennessee y Ohio. Ahora s¨ª, antes de junio, el alto tribunal debe pronunciarse sobre el fondo de la cuesti¨®n, de una vez por todas. La decisi¨®n llega a un pa¨ªs en el que incluso estados muy conservadores como Nevada, donde hace poco m¨¢s de una d¨¦cada Alexander y Jeffrey se habr¨ªan buscado un problema muy serio si caminasen por la calle principal cogidos de la mano. El s¨¢bado, su nombre aparec¨ªa en el letrero luminoso de la capilla Viva Las Vegas.
En contra de lo que los comerciantes de Las Vegas esperaban, la legalizaci¨®n no ha tra¨ªdo una avalancha de turismo gay. El condado de Clark, donde est¨¢ Las Vegas, otorg¨® 80.738 licencias de matrimonio en 2014, una cifra muy parecida a la del a?o anterior. Si existe un fen¨®meno de bodas gais en la ciudad a¨²n no se ha notado en las cifras globales. Desde la legalizaci¨®n, el 9 de octubre, hasta el pasado 7 de enero se hab¨ªan dado 19.460 licencias, 1.000 de ellas (el 5 %) a parejas del mismo sexo, m¨¢s de 300 al mes.
Desde la legalizaci¨®n, el 9 de octubre, hasta el pasado 7 de enero Las vegas ha dado 19.460 licencias, 1.000 de ellas (el 5%) a parejas del mismo sexo, m¨¢s de 300 al mes
Despojado del traje de Elvis, el actor Brian Mills, gerente de la capilla Viva Las Vegas, explica que desde la decisi¨®n judicial del 9 de octubre las bodas gais se han convertido en el 20 % de su negocio de la noche a la ma?ana. ¡°Es una enorme parte del negocio, no s¨¦ si seguir¨¢ as¨ª el resto del a?o¡±, asegura. Esta capilla tiene la ventaja de anunciarse como la ¨²nica del Strip, la calle principal de la ciudad, cuyos propietarios son gais. Mills asegura que la mayor¨ªa de las parejas gais son gente de entre 25 y 40 a?os. Hay algo generacional en esta normalidad. ¡°Creo que est¨¢ aqu¨ª para quedarse, dentro de un a?o ser¨¢ legal en todas partes¡±.
Alexander y Jeffrey tienen 30 a?os y llevan 10 viviendo juntos en Minneapolis, Minnesota. Cuando dijeron que se quer¨ªan casar, sus familias empezaron a meter baza en los preparativos. Se agobiaron, detuvieron los planes, se tomaron unas vacaciones y quedaron en Las Vegas con sus amigos Judith y Eric, que viven en Santa Cruz, California. Ni siquiera sab¨ªan si era legal casarse en Nevada, lo buscaron en Google al llegar. El pasado viernes, durante la cena, les dijeron que al d¨ªa siguiente se casaban y que ellos eran los testigos y los ¨²nicos invitados. No se lo han dicho a su familia, ni piensan. Ya se enterar¨¢n. ¡°Cuando se les pase el enfado¡±, har¨¢n una celebraci¨®n en Minneapolis.
Minnesota es uno de los 35 estados donde es completamente legal el matrimonio homosexual. La raz¨®n por la que Alexander y Jeffrey prefirieron Las Vegas da una idea de lo que ofrece la ciudad a las parejas gais: exactamente lo mismo que a las dem¨¢s. La posibilidad de obtener una licencia de matrimonio expr¨¦s y una boda a la carta con cualquier presupuesto, todo en un par de horas. M¨¢s las infinitas opciones para celebrarlo. ¡°La marca de Las Vegas es la libertad adulta, cada uno decide lo que eso significa para ¨¦l¡±, define Heidi Hayes, portavoz de la autoridad de turismo de la ciudad. En este sentido, la ciudad que vive de la farra y donde el turismo gay se ve¨ªa recluido en determinados hoteles y clubs, no es ahora un destino gay. La normalidad consiste en que por primera vez es un destino para todos.
Terrel Wilsey, agente tur¨ªstico y miembro de la asociaci¨®n de comerciantes LGTB de la ciudad, Lambda, explica que econ¨®micamente Las Vegas no ha visto un boom de bodas gais porque ha llegado tarde a la fiesta. ¡°Lo que ofrece Las Vegas es que aqu¨ª puedes hacer cosas que en otros sitios no puedes¡±. Y el principal servidor de turistas de la ciudad, California, legaliz¨® las bodas en 2008. Wilsey se tuvo que ir a casar al Estado de Washington con su pareja desde hace 37 a?os. Est¨¢ convencido de que si el Tribunal Supremo no decide de una vez por todas esta primavera, los republicanos de Nevada tratar¨¢n de revertir la situaci¨®n.
Por sorprendente que fuera a tenor de los precedentes, legalmente el matrimonio gay se puede volver a prohibir. Si el Supremo insiste en inhibirse del fondo de la cuesti¨®n, o dice que la prohibici¨®n de los estados es constitucional, el conservadurismo cristiano se puede tomar la revancha. Pero lo que es irreversible es la normalidad con la que ya lo acepta una mayor¨ªa de EE UU incluso en sociedades como Las Vegas, una ciudad hasta hace poco muy heterosexual, para la que ¡°ser¨ªa una decepci¨®n intelectual m¨¢s que econ¨®mica¡±, dice Wilsey. En solo cinco meses, las bodas homosexuales ya son parte de Las Vegas y las oficia El Rey en persona. Lo que Elvis ha unido, que no lo separe el Tribunal Supremo.
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