Deprisa, deprisa
El denominador com¨²n de este planeta unificado se basa en la rapidez con la que actualmente sucede todo
Guste o no, el mundo se mueve a la velocidad de la luz. El denominador com¨²n de este planeta unificado, con reacciones distintas pero con comportamientos sociales, pol¨ªticos y hasta incluso econ¨®micos similares, se basa en la rapidez con la que actualmente sucede todo.
Ahora es m¨¢s f¨¢cil entender el enorme contrasentido de un pa¨ªs como Brasil, que sac¨® a millones de ciudadanos de la pobreza para llevarlos a la clase media y que pretend¨ªa a trav¨¦s de un Mundial y unos Juegos Ol¨ªmpicos llegar al cl¨ªmax y pasar del tercer mundo al primero, pero tuvo que enfrentarse a unas protestas sociales sin precedentes. Aunque sean casos distintos, vemos el mismo agotamiento o la misma decepci¨®n en Grecia, en Argentina o en M¨¦xico. Deprisa, deprisa se celebraron elecciones en Grecia y se form¨® Gobierno. Deprisa, deprisa, Europa ha dicho que est¨¢ en condiciones de negociar, aunque los acuerdos y deudas deber¨¢n cumplirse.
Am¨¦rica Latina sigue teniendo unas estructuras y unas carencias claras
Deprisa, la presidenta argentina Cristina Fernandez respondi¨® a la muerte del fiscal Nisman en Facebook, sin distinguir entre las palabras de una mandataria y las de una ciudadana, en una declaraci¨®n hist¨®rica: "No tengo pruebas, pero no tengo dudas de que la muerte del fiscal que me acusaba es un asesinato contra mi Gobierno y en mi contra". Esas palabras supusieron inmediatamente la disoluci¨®n ¨Csi es que eso es posible- de los servicios secretos. Pero llevaron tambi¨¦n al efecto contagio en una crisis estructural cuyas consecuencias son imprevisibles por el deterioro de la apreciaci¨®n del papel del Estado. V¨¦ase el caso Iguala en M¨¦xico.
Toda esta situaci¨®n tiene implicaciones en la credibilidad de la clase pol¨ªtica, pero pronto permitir¨¢ elaborar el mapa del terror¨ªfico deterioro de los derechos humanos en Am¨¦rica Latina en los ¨²ltimos a?os. Todos los gobernantes, pero especialmente aquellos que dirigen pa¨ªses que no tienen instituciones s¨®lidas, no solo es que peligran en sus cargos, es que no saben d¨®nde comienzan los conflictos, no reconocen cuando pierden la legitimidad y peor a¨²n, no est¨¢n en condiciones de llevar a cabo acciones que restituyan la fe de sus pueblos.
Am¨¦rica Latina sigue teniendo unas estructuras y unas carencias claras. Pero es cierto que, desde cualquier palacio o despacho del ejecutivo de los pa¨ªses que hablan espa?ol, puede verse que el fen¨®meno de los gobiernos sin corbata, sin protocolo, que r¨¢pidamente ganan las elecciones y ocupan el poder, es altamente contagioso. Cada gobernante latinoamericano debe ser consciente de que, efectivamente, si los gobiernos son hoy rehenes de los servicios de inteligencia o de seguridad y no est¨¢n en condiciones de garantizar la legalidad que representan y en la que se basan, ni en cumplir par¨¢metros tan elementales como mantener con vida a sus ciudadanos, se han quedado sin ning¨²n contenido real y, por lo tanto, est¨¢n destinados no s¨¦ si a desaparecer, pero s¨ª a no recuperarse. Quien dude de lo que digo, que observe el deterioro del Gobierno pe?ista en M¨¦xico a s¨®lo, s¨®lo cuatro meses de la desaparici¨®n de los 43 estudiantes normalistas. En estos nuevos tiempos que se miden m¨¢s bien a la velocidad de la luz, existe un nuevo campo de juego en el que los protagonistas son ahora los ciudadanos.
Aunque sean casos distintos, vemos el mismo agotamiento en Grecia, en Argentina o en M¨¦xico
Para los gobiernos resulta casi imposible comprender que su papel se ve desbordado por realidades inc¨®modas que no les gustan. No solo se trata del fracaso del Gobierno venezolano, del fracaso del Gobierno brasile?o contra la corrupci¨®n, del fracaso de todos, sino que viven en un escenario en el que sus fracasos y las consecuencias son inmediatamente sentidas, repercutidas y asimiladas por sus ciudadanos.
La velocidad de los cambios en la pol¨ªtica como muestra el Viejo Continente o la econom¨ªa estadounidense ha llegado para quedarse y va a condicionar de manera definitiva no solo los comportamientos electorales a corto plazo, sino algo mucho m¨¢s importante, la demostraci¨®n permanente de los l¨ªmites del poder que es, en el fondo, a lo que nos enfrentamos en la crisis argentina, en la crisis mexicana y en lo que en Espa?a el partido Podemos denomina ¡®casta¡¯ o esas figuras que se encargan de cambiar deprisa lo que parec¨ªa inamovible.
No s¨¦ si el modelo econ¨®mico europeo tiene viabilidad pero desde luego ha matado la ilusi¨®n y la esperanza entre los ciudadanos y ese fen¨®meno puede ser contagioso para quienes viven en Am¨¦rica Latina.
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