La reforma de la NSA se queda a medio camino un a?o despu¨¦s
Algunos de los cambios anunciados por Obama no se han materializado
El tel¨¦fono de J. Kirk Wiebe suena desde hace unos meses con menos frecuencia. Wiebe fue uno de los primeros filtradores de la Agencia Nacional de Seguridad. Tras jubilarse en 2001, denunci¨®, junto a dos veteranos exanalistas, que la NSA ten¨ªa cada vez m¨¢s acceso a datos personales. Lograron poca atenci¨®n y fueron perseguidos en la justicia. Pero en junio de 2013, adquirieron notoriedad gracias a las revelaciones de Edward Snowden sobre los largos tent¨¢culos de la NSA: empezaron a dar muchas m¨¢s charlas en Estados Unidos y Europa sobre su experiencia e influencia.
¡°Snowden nos hab¨ªa visto diciendo que intentamos ir por los canales internos del Gobierno y no conseguimos nada¡±, subraya Wiebe en alusi¨®n a que, tras fracasar ellos, Snowden optase por filtrar secretos a la prensa en vez de formular una queja interna en la NSA.
Pero ahora, al a?o y medio de las filtraciones de Snowden y al a?o de anunciarse la reforma de los programas de vigilancia, se habla mucho menos del joven exanalista refugiado en Rusia y del espionaje masivo. "La excitaci¨®n ha bajado un poco, pero a la gente sigue sin gustarle [la NSA]¡±, agrega en una entrevista telef¨®nica Wiebe, de 70 a?os, 30 de ellos en la agencia. La percepci¨®n p¨²blica sobre la NSA apenas ha variado: en octubre de 2013, un 54% ten¨ªa una opini¨®n favorable; en enero de este a?o, un 51% (sobre todo j¨®venes), seg¨²n una encuesta del centro Pew.
Al a?o y medio de las filtraciones de Snowden y al a?o de anunciarse la reforma de los programas de vigilancia, se habla mucho menos del joven exanalista refugiado en Rusia y del espionaje masivo
Sin embargo, buena parte del debate en EE UU sobre los l¨ªmites de la recopilaci¨®n masiva de datos ha quedado eclipsado. El contexto ha cambiado, lo que puede propiciar retrocesos: crecen las voces que, ante el auge del yihadismo, se oponen a restringir los programas de vigilancia, y reclaman que las autoridades tengan plenos poderes para desbloquear la encriptaci¨®n de tel¨¦fonos m¨®viles.
La reforma de la NSA se ha quedado, por ahora, a medio camino. En enero de 2014, el presidente de EE UU, Barack Obama, anunci¨® un conjunto de cambios para limitar la interceptaci¨®n de datos sin mermar la protecci¨®n de la seguridad nacional. Su objetivo era atenuar las preocupaciones de ciudadanos estadounidenses y gobiernos extranjeros aliados sobre posibles injerencias a la privacidad.
Las principales funciones de la NSA -creada en 1952- son proteger la informaci¨®n de inteligencia estadounidense y obtener datos externos en cables de fibra ¨®ptica, l¨ªneas telef¨®nicas o nodos de Internet. Esos datos no solo se emplean con fines antiterroristas, tambi¨¦n para obtener ¡°ventaja diplom¨¢tica con pa¨ªses aliados como Alemania o Francia¡± y ¡°econ¨®mica con Jap¨®n o Brasil¡±, seg¨²n los documentos filtrados por Snowden.
Obama anunci¨® que la NSA requerir¨ªa, excepto en emergencias, una aprobaci¨®n judicial para investigar al usuario de una llamada, y que podr¨ªa vigilar a conocidos de un sospechoso hasta un segundo c¨ªrculo de relaci¨®n en lugar de un tercero. Ambos cambios entraron en vigor a los pocos meses.
El Gobierno de EE UU evita detallar si ha finalizado por completo el espionaje a pa¨ªses amigos, como prometi¨® Obama
Y esta semana, en l¨ªnea con una de las promesas del presidente, el Gobierno ha impulsado nuevas normas que limitan -a cinco a?os- el almacenamiento de datos de ciudadanos extranjeros, salvo si son investigados. En paralelo, ha pedido al Congreso que les permita solicitar reparaci¨®n legal en EE UU. En el caso de ciudadanos estadounidenses, si en una vigilancia en el extranjero se les interceptan datos tendr¨¢n que ser eliminados inmediatamente, excepto si son sospechosos.
Sin embargo, las dos principales modificaciones formuladas por Obama est¨¢n incompletas un a?o despu¨¦s. El presidente afirm¨® que la NSA dejar¨ªa de almacenar metadatos -informaci¨®n sobre a qui¨¦n se llama, d¨®nde y cu¨¢nto tiempo- de todas las llamadas telef¨®nicas en EE UU. Y cesar¨ªa de vigilar las comunicaciones, ¡°a menos que exista un prop¨®sito irrenunciable de seguridad nacional¡±, de jefes de Estado y de Gobierno de pa¨ªses aliados y amigos. Fue la respuesta a la pol¨¦mica desatada por el escrutinio a la canciller alemana, Angela Merkel, la presidenta brasile?a, Dilma Rousseff, o al mexicano Enrique Pe?a Nieto (cuando era candidato) y a su predecesor, Felipe Calder¨®n.
La transferencia del almacenamiento de datos est¨¢ estancada tras fracasar en noviembre en el Senado una propuesta de ley -apoyada por la Casa Blanca- para que fueran las compa?¨ªas telef¨®nicas las que mantuvieran esa informaci¨®n. Las compa?¨ªas la hubiesen retenido durante 18 meses y la NSA solo hubiese tenido acceso mediante una estricta autorizaci¨®n judicial.
La transferencia del almacenamiento de datos est¨¢ estancada tras fracasar en el Senado una ley para que fueran las compa?¨ªas telef¨®nicas las que mantuvieran esa informaci¨®n
Las empresas -cuya imagen qued¨® maltrecha por el caso Snowden- rechazan almacenar los datos si no est¨¢n obligadas por ley. La mayor¨ªa del Partido Republicano se opuso a la propuesta, en parte alegando que mermaba la lucha antiterrorista, pero ahora parece forzado a actuar porque el 1 de junio expira la disposici¨®n que habilita al Gobierno, tras los atentados del 11-S en 2001, a recopilar datos telef¨®nicos.
En cuanto al espionaje a aliados, p¨²blicamente solo se sabe que Merkel fue sacada de la lista de objetivos. El diario The New York Times inform¨® el martes que ¡°parece que los programas en M¨¦xico y Brasil continuaron¡±. Y el abogado general de la Oficina de Inteligencia Nacional, Robert Litt, evit¨® al d¨ªa siguiente confirmar si ha finalizado por completo la vigilancia a pa¨ªses amigos. ¡°No voy a comentar detalles espec¨ªficos, hemos sacado a algunos objetivos anteriores¡±, dijo en un coloquio en Washington.
Obama bas¨® parte de su reforma en las recomendaciones que le hizo un panel de cinco expertos designado por la Casa Blanca. Uno de ellos era Geoffrey R. Stone, profesor de Derecho en la Universidad de Chicago. Califica de ¡°pasos en la buena direcci¨®n¡± los cambios en el programa de vigilancia, pero avisa que ¡°se est¨¢ muy lejos¡± de adoptar todas las propuestas de los expertos.
El panel recomend¨® que el FBI requiera una autorizaci¨®n judicial para poder pedir datos a compa?¨ªas tecnol¨®gicas. La Administraci¨®n lo rechaz¨® y esta semana anunci¨® un cambio parcial: esas peticiones dejar¨¢n de ser secretas al menos tres a?os despu¨¦s del inicio de una investigaci¨®n. Lo que no ha variado es que el tribunal que decide si se indaga un determinado n¨²mero solo escucha la opini¨®n del Gobierno. Los expertos ped¨ªan que tambi¨¦n se escuchara la de una especie de defensor p¨²blico.
Wiebe, el exanalista de la NSA, sostiene que las modificaciones aprobadas apenas afectan el programa de vigilancia. ¡°No quieren cambiarlo, cuantos m¨¢s datos tienes m¨¢s f¨¢cil es el trabajo¡±, esgrime. ¡°Y el Congreso es demasiado pol¨ªtico, probablemente no saldr¨¢ nada¡±. Su esperanza es que sea la justicia la que fuerce grandes cambios.
A finales de 2013, un juez federal dud¨® de la constitucionalidad de la recopilaci¨®n de llamadas por entrar en conflicto con la Cuarta Enmienda, que proh¨ªbe la captaci¨®n de informaci¨®n m¨¢s all¨¢ de l¨ªmites razonables. Pero otro la dictamin¨® legal. Hay procesos similares en curso. Si hay divisi¨®n de pareceres, el asunto podr¨ªa acabar en el Tribunal Supremo.
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