Las razones de una marcha
Acaso sin propon¨¦rselo, Pollicita, el fiscal que persigue la denuncia de Nisman, refuerza la tesis de que su colega fue v¨ªctima del kirchnerismo
El viernes pasado, el fiscal argentino Gerardo Pollicita convirti¨® a Cristina Kirchner en imputada, a ra¨ªz de la denuncia que el fiscal Alberto Nisman formul¨® contra ella cuatro d¨ªas antes de que un balazo en la cabeza le quitara la vida. Pollicita sostuvo ante el juez Daniel Rafecas que merece investigarse si la presidenta, el canciller H¨¦ctor Timerman, el diputado Andr¨¦s Larroque, otras tres figuras perif¨¦ricas del kirchnerismo y un dirigente de la comunidad iran¨ª orquestaron un plan para encubrir a los responsables del atentado que en 1994 destruy¨® la AMIA.
El paso procesal de Pollicita fue previsible: indic¨® que lo que afirm¨® Nisman debe ser estudiado. Desde una perspectiva pol¨ªtica, su texto tiene otro valor. Sienta a la se?ora de Kirchner en el banquillo para dar explicaciones por supuestas complicidades con un crimen de lesa humanidad, cuando est¨¢ abierto el proceso electoral del que surgir¨¢ su sucesor. Tambi¨¦n alienta a quienes sospechan que detr¨¢s de la muerte de Nisman estuvo la mano del Gobierno. Esa presunci¨®n se debilitar¨ªa si Pollicita hubiera descartado el planteo de Nisman. ?Qu¨¦ sentido tendr¨ªa terminar con la vida de alguien s¨®lo porque hab¨ªa lanzado una acusaci¨®n disparatada? Acaso sin propon¨¦rselo, Pollicita refuerza la tesis de que su colega fue v¨ªctima del kirchnerismo. Es su aporte subliminal a la movilizaci¨®n que los fiscales convocaron para ma?ana. Esa marcha promete fijar un cl¨ªmax para el desasosiego que envuelve a la Argentina desde que Nisman apareci¨® muerto. Sin saber qu¨¦ hacer con esa atm¨®sfera asfixiante, Cristina Kirchner obedeci¨® a sus reflejos m¨¢s at¨¢vicos: comenz¨® a llamar ¡°ellos¡± a los que saldr¨¢n a la calle. Convirti¨® la angustia p¨²blica en manifestaci¨®n opositora. Y a quienes expresan su consternaci¨®n, en idiotas ¨²tiles de una confabulaci¨®n golpista. ?Hay una estrategia mejor para sumar personas a la marcha? El miedo es tonto. Y la presidenta tiene miedo.
Del mismo modo que la se?ora de Kirchner es la mejor colaboradora de quienes le responsabilizan por la muerte de Nisman, fue quien m¨¢s cooper¨® con Nisman para la elaboraci¨®n de su denuncia. Porque el escrito del fiscal debe casi toda su verosimilitud a la incapacidad del Gobierno para explicar el giro frente a Ir¨¢n. Con su presentaci¨®n Nisman llen¨® un lugar vacante. Cristina Kirchner nunca pudo justificar por qu¨¦ pas¨® de denunciar a ese pa¨ªs como Estado terrorista a pactar con sus autoridades una Comisi¨®n de la Verdad que identificar¨ªa a los que destrozaron la AMIA.
Para esa mutaci¨®n a la presidenta le alcanzaron cuatro meses. El 10 de agosto de 2010, envi¨® a Washington a Timerman para que, en una conferencia de prensa a d¨²o con Hillary Clinton, denunciara el terrorismo iran¨ª y revelara que los acusados de volar la AMIA estaban conectados con quienes, en 2007, intentaron lo mismo con el aeropuerto Kennedy. El 25 de septiembre siguiente, la propia se?ora de Kirchner denunci¨® en la ONU al Gobierno de Mahmoud Ahmadinejad como protector de terroristas. Nadie hab¨ªa llegado tan lejos.
La respuesta lleg¨® el 10 de noviembre. El entonces representante de Ir¨¢n ante la ONU, Mohammad Khazaee, afirm¨® en una carta que el r¨¦gimen de Ahmadinejad ¡°se ha cerciorado de que ning¨²n ciudadano iran¨ª estuvo implicado, directa o indirectamente, en la explosi¨®n¡±.
La canciller¨ªa argentina desminti¨® esas imputaciones el 23 de noviembre con generalidades. Dos meses m¨¢s tarde, el 24 de enero de 2011, Cristina Kirchner envi¨® a Timerman a Siria para, al amparo de Bashar Al-Assad, negociar un acuerdo con el canciller iran¨ª Al¨ª Akbar Salehi.
Timerman pact¨® con Salehi la integraci¨®n de la Comisi¨®n de la Verdad, que se encargar¨ªa de revisar la causa judicial por la cual ocho prominentes iran¨ªes, cinco de los cuales tienen pedido de captura con alerta roja de Interpol, fueron acusados de planear el ataque a la AMIA. De modo que un comit¨¦ argentino-iran¨ª revisar¨ªa la actuaci¨®n de los tribunales argentinos. Inesperada cesi¨®n de soberan¨ªa de un Gobierno que hoy se indigna cuando le sugieren someter ese mismo crimen a un examen internacional.
La presidenta y su canciller estuvieron distra¨ªdos. No advirtieron que mientras negociaban con los iran¨ªes una ilusoria declaraci¨®n de los presuntos culpables frente a un juez argentino, los iran¨ªes negociaban encontrar a otro culpable con la Comisi¨®n de la Verdad. Tampoco advirtieron que Ahmadinejad se encaminaba a la derrota electoral. No advirtieron que a ¨¦l s¨®lo le interesaba hacer propaganda de que se levantar¨ªan las alertas rojas porque Argentina hab¨ªa reconocido que Ir¨¢n no cobijaba terroristas. No advirtieron demasiadas cosas.
La denuncia de Nisman debe su potencia a que propone una hip¨®tesis para este desaguisado de pol¨ªtica exterior: atormentada por la crisis energ¨¦tica argentina, la se?ora de Kirchner busc¨® petr¨®leo a cambio de dar de baja las alertas rojas contra los presuntos criminales.
Tras reconocer que las decisiones pol¨ªticas no est¨¢n al alcance de los jueces, Nisman se?al¨® comportamientos ilegales. El m¨¢s grave fue que Timerman pidiera la anulaci¨®n de las alertas rojas.?
El otro argumento relevante es que el Gobierno traficaba informaci¨®n hacia los acusados iran¨ªes.
La oportunidad de la denuncia de Nisman se explica por el contexto pol¨ªtico en el que fue realizada. Nisman revel¨® todo lo que sab¨ªa cuando el agente Antonio Stiuso, a cuya influencia estuvo siempre sometido, fue despedido de la Secretar¨ªa de Inteligencia. Y cuando ¨¦l mismo temi¨® ser reemplazado por la jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carb¨®, una fundamentalista del kirchnerismo a la que la presidenta encarg¨® el control de la justicia.
La acusaci¨®n de Nisman, que por una u otra v¨ªa le llev¨® a la muerte, la imputaci¨®n de Pollicita, y la movilizaci¨®n convocada por los fiscales, se entienden a la luz de la pretensi¨®n oficial de subordinar a la justicia. Muchos de los magistrados que estar¨¢n en la manifestaci¨®n reaccionan a ese intento despu¨¦s de a?os de complicidad con el autoritarismo y la corrupci¨®n del Gobierno. Levantan el retrato de Nisman como un escudo corporativo frente al avasallamiento pol¨ªtico. En Argentina el imperio de la ley ha sido sustituido por la puja entre facciones.
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