El laborismo renuncia a los matices
El discurso socialista de Ed Miliband, l¨ªder de la oposici¨®n brit¨¢nica, acent¨²a su divorcio con los empresarios a tres meses de las elecciones
Se la conoce como la estrategia del 35%. Ese es el porcentaje de votos que aspira a obtener el laborista Ed Miliband, l¨ªder de la oposici¨®n, en las elecciones en Reino Unido del pr¨®ximo 7 de mayo. Es el c¨¢lculo del peso de la izquierda brit¨¢nica y la llave del n¨²mero 10 de Downing Sreet. Nada de experimentos que puedan prometer votos m¨¢s all¨¢ de los caladeros tradicionales del laborismo, a riesgo de abrir grietas en el n¨²cleo duro. Lo que ofrece Ed Miliband es un socialismo sin tapujos, sustentado en la creencia de que el electorado se ha desplazado a la izquierda despu¨¦s de la crisis financiera. Algo que no todos comparten en el Partido Laborista, enredado desde el declive de Blair en un debate de identidad.
Los laboristas sab¨ªan por lo que optaban cuando el 25 de septiembre de 2010 eligieron al peque?o de los dos hermanos que se sentaban en el consejo de ministros de Gordon Brown. David era la tercera v¨ªa de Blair; Ed, la izquierda cl¨¢sica de Brown. Gan¨® el segundo, y en ¨¦l recay¨® la misi¨®n de redefinir la identidad del laborismo despu¨¦s del nuevo laborismo. En esas est¨¢, a 90 d¨ªas de las elecciones: convenciendo a pocos m¨¢s que a s¨ª mismo, con los peores ¨ªndices de popularidad que haya tenido nunca un l¨ªder de la oposici¨®n, incapaz de dejar atr¨¢s en las encuestas a un Gobierno desgastado por cinco a?os de recortes.
En su contra juegan la escasa confianza que tradicionalmente genera el laborismo a la hora de dirigir la econom¨ªa y, recientemente, un patente divorcio con el mundo empresarial.
Primero fue Stefano Pessina, patriarca de la cadena farmac¨¦utica Boots afincado en M¨®naco, que dijo que tener a Miliband de primer ministro ser¨ªa ¡°una cat¨¢strofe¡±. Se unieron otros colegas, incluidos simpatizantes laboristas. La ¨²nica baza de Miliband era la europea: ¨¦l, al contrario que Cameron, apoya sin matices la permanencia de Reino Unido en la UE y no llevar¨ªa al pa¨ªs a la incertidumbre de un refer¨¦ndum. Pero esa baza qued¨® neutralizada la semana pasada cuando el presidente de la C¨¢mara de Comercio, en su reuni¨®n anual a la que no asisti¨® Miliband, expres¨® su deseo de zanjar esa incertidumbre pero por otra v¨ªa: celebrando un refer¨¦ndum de permanencia cuanto antes.
Las medidas concretas que ha anunciado Miliband consisten en aumentar la carga impositiva a los m¨¢s ricos mediante un impuesto especial para las viviendas m¨¢s caras y la recuperaci¨®n de un tipo impositivo del 50% para las rentas superiores a las 150.000 libras al a?o. La reducci¨®n del d¨¦ficit se conseguir¨ªa recortando en casi todo menos la sanidad, mejorando la eficiencia en la administraci¨®n local y luchando contra el fraude fiscal. Una obsesi¨®n de Miliband, esta ¨²ltima, que le ha llevado a denunciar la connivencia de los tories con los evasores fiscales, tras las revelaciones de las cuentas del HSBC. Ni siquiera esto parece haberle dado un r¨¦dito electoral, ya que la ¨²ltima encuesta para The Guardian le sit¨²a cinco puntos por detr¨¢s de los conservadores.
Los empresarios ven un ensa?amiento con los m¨¢s ricos. Algo que, unido a su ret¨®rica de crear ¡°un nuevo capitalismo¡± para Reino Unido y de acabar con los ¡°predadores¡± empresariales, ha consumado el divorcio.
Sus partidarios creen que el discurso de Miliband puede atraer a ese votante anti establishment de clase trabajadora tentado a marcharse a UKIP. Sus detractores creen que, como dec¨ªa Blair, cuando los votantes tienen que elegir entre el consejo de un empresario y el de un pol¨ªtico, escuchar¨¢n al primero. Una lecci¨®n que aprendi¨® Alex Salmond en la recta final de la campa?a del refer¨¦ndum escoc¨¦s.
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