Canad¨¢ y Estados Unidos, una disputa de familia
Ottawa y Washington mantienen v¨ªnculos estrechos, pero el entendimiento se ha debilitado por el oleoducto Keystone y otros asuntos
La publicidad sustituye a veces a la diplomacia en unas relaciones bilaterales en horas bajas. Hasta hace pocos meses, las estaciones del metro de Washington estaban repletas de anuncios con loas a la relaci¨®n energ¨¦tica entre Canad¨¢ y Estados Unidos. En ellos, el ¡°vecino y amigo¡± del norte se presentaba como el ¡°mejor socio energ¨¦tico¡± de EE UU, que tiene en Canad¨¢ a su primer suministrador extranjero de petr¨®leo. Los anuncios formaban parte de una campa?a de 24 millones de d¨®lares del Gobierno de Ottawa a favor de la construcci¨®n de Keystone XL, un oleoducto de 1.900 kil¨®metros para trasladar crudo de la provincia canadiense de Alberta al golfo de M¨¦xico.
La inversi¨®n publicitaria evidenci¨® la importancia de esa infraestructura para Canad¨¢ y supuso admitir que la presi¨®n a la Casa Blanca era insuficiente para lograr la aprobaci¨®n del proyecto de la empresa Transcanada, que desde 2008 analiza el Departamento de Estado. El primer ministro canadiense, el conservador Stephen Harper, no ha escondido en los ¨²ltimos a?os su malestar con la lentitud del proceso. Aprobar la construcci¨®n, dijo, es ¡°pan comido¡± y no aceptar¨ªa un ¡°no por respuesta¡±.
El entusiasmo de Harper a favor de Keystone y la cautela de su hom¨®logo estadounidense, Barack Obama, han enfriado la relaci¨®n entre dos estrechos aliados. El veto del dem¨®crata Obama a la ley del Congreso a favor del oleoducto seguramente agravar¨¢ la tensi¨®n. Las diferencias tambi¨¦n existen en otros asuntos comerciales e internacionales. Pero el distanciamiento no es ins¨®lito y no ha afectado a la estrecha cooperaci¨®n en seguridad: Canad¨¢ integra la campa?a, impulsada por EE UU, de bombardeos contra posiciones del grupo yihadista Estado Isl¨¢mico en Irak.
Puede que haga falta un nuevo presidente o primer ministro que pulse el bot¨®n de reset. Desde 1950, siempre ha sido as¨ª John Ibbitson, periodista del diario canadiense 'The Globe and Mail'
John Ibbitson conoce bien la relaci¨®n entre los dos miembros del G7. ¡°Ahora mismo, est¨¢ en un momento muy bajo¡±, dice por tel¨¦fono desde Canad¨¢ este veterano periodista del diario The Globe and Mail, incluida una etapa como corresponsal en Washington, y autor de un ensayo sobre las diferencias entre Obama y Harper. ¡°Puede que haga falta un nuevo presidente o primer ministro que pulse el bot¨®n de reset. Desde 1950, siempre ha sido as¨ª¡±.
Ibbitson habla de un ritual de disputas de familia: cuando hay cambio de l¨ªder en uno de los pa¨ªses, la relaci¨®n adquiere frescura y mejora, pero despu¨¦s suelen ir apareciendo escollos que merman parte del entendimiento. As¨ª sucedi¨® con Harper y Obama. Para algunos, por su conservadurismo, Harper es el mandatario canadiense m¨¢s estadounidense de la historia y Obama, por su progresismo, lo contrario.
Los predecesores de Harper, los liberales Jean Chr¨¦tien y Paul Martin, hab¨ªan enfadado a su hom¨®logo estadounidense, el conservador George W. Bush, por oponerse a participar en la guerra de Irak y retirar el apoyo canadiense a un sistema de defensa de misiles. Tras acceder al poder en 2006, Harper acord¨® con Bush ampliar la presencia militar canadiense en Afganist¨¢n y el fin de una disputa comercial maderera. Con la llegada de Obama a la Casa Blanca en 2009, impulsaron un ambicioso plan de mejora del flujo fronterizo.
Por su conservadurismo, Harper es para algunos el mandatario canadiense m¨¢s estadounidense de la historia y Obama, por su progresismo, lo contrario
Las tensiones, sin embargo, afloraron. Y no solo por Keystone. El Congreso de EE UU aprob¨® un plan de infraestructuras que exclu¨ªa a empresas extranjeras. La mejora del transporte fronterizo no avanza como se esperaba en el lado estadounidense. Washington dificult¨® la entrada de Ottawa a las negociaciones del acuerdo de libre comercio transpac¨ªfico, un pacto clave para el viraje comercial hacia Asia que ha iniciado Canad¨¢ y m¨¢s a¨²n ante la par¨¢lisis de la nueva conexi¨®n petrolera con EE UU.
Harper se ha desmarcado del mantra prudente de Obama en pol¨ªtica exterior: desde el apoyo a Israel a la defensa de atacar militarmente al r¨¦gimen sirio, el primer ministro ha abrazado postulados t¨ªpicos de los halcones republicanos en Washington. El nuevo Congreso de mayor¨ªa conservadora ha sido su mejor aliado en Keystone. Para Harper, sostiene Ibbitson, la cautela de Obama refleja una excesiva cesi¨®n a su base electoral.
Pero m¨¢s all¨¢ de las diferencias, los fundamentos de la relaci¨®n siguen s¨®lidos, como en una pelea familiar. ¡°Es muy importante recordar, y en Canad¨¢ nos olvidamos, de que, incluso en los peores d¨ªas, no hay [en el mundo] una relaci¨®n m¨¢s cercana que con EE UU. Las econom¨ªas y estructuras pol¨ªticas estadounidense y canadiense siguen ¨ªntimamente conectadas¡±, subraya el periodista.
Como prueba, menciona el papel de Canad¨¢ durante las negociaciones secretas entre EE UU y Cuba que llevaron el pasado diciembre al anuncio del restablecimiento diplom¨¢tico. Mientras Keystone debilitaba la relaci¨®n con Washington, Ottawa acogi¨® ¡ªpero no particip¨®¡ª buena parte de las reuniones, iniciadas en junio de 2013, entre emisarios estadounidenses y cubanos.
Y otro detalle: entre los canadienses, Obama sigue siendo mucho m¨¢s popular que Harper. Siempre, el objetivo ¡°m¨¢s dif¨ªcil¡±, dice Ibbitson, es ¡°conseguir que al presidente estadounidense le importe Canad¨¢¡±.
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