Pasaporte invisible a la yihad
Tres adolescentes dejaron atr¨¢s su vida en Londres para unirse al califato en Siria El viaje pas¨® inadvertido para la familia, la escuela y la polic¨ªa
¡°Felicidades, promoci¨®n de 2014, por llevarnos a los 80¡±. Los Blues Brothers y E.T. celebran, en un enorme cartel a la entrada de colegio, que este a?o la Bethnal Green Academy ha batido su propio r¨¦cord en las evaluaciones estatales de secundaria. Por encima del 80% en todas las materias. Esta escuela del este de Londres ¡ªp¨²blica, donde m¨¢s del 40% del alumnado tiene beca de comedor¡ª, a pocos metros del mercado de flores de Columbia que abarrotan los turistas cada domingo, recibi¨® la calificaci¨®n de excelente por la autoridad educativa brit¨¢nica. Atr¨¢s quedaron los tiempos de las peleas entre los banglades¨ªes de Tower Hamlets y los africanos de Hackney, los dos barrios del este de Londres que la rodean. En los ¨²ltimos a?os, la Bethnal Green Academy ha sido un ejemplo de las cosas bien hechas. El orgullo combat¨ªa con la desolaci¨®n en el rostro del director durante su comparecencia ante los medios el pasado 23 de febrero.
Esta semana, al volver de las vacaciones escolares de mitad de trimestre, los alumnos se han encontrado con una compa?¨ªa inusual: dos parejas de polic¨ªas con chalecos reflectantes protegen la entrada para mantener lejos a los curiosos. El viernes anterior, los padres recib¨ªan una carta explic¨¢ndoles lo sucedido y asegur¨¢ndoles que estaban haciendo todo lo posible para manejar la situaci¨®n. Los peri¨®dicos de medio mundo recog¨ªan las fotograf¨ªas de tres alumnas del centro, Kadiza Sultana, Shamima Begum y Amira Abase, dos de 15 y una de 16 a?os, atravesando los controles de seguridad del aeropuerto de Gatwick el pasado 17 de febrero, dispuestas a coger un vuelo a Estambul para, desde ah¨ª, atravesar la frontera con Siria y unirse al Estado Isl¨¢mico.
¡°Vivir¨¢n cautivas hasta que se casa¡±, afirma una experta en terrorismo
¡°Es horrible¡±, dice una madre, sin parar de caminar a paso ligero, despu¨¦s de dejar a su hija en la escuela. ¡°No me puedo ni imaginar por lo que tienen que estar pasando esas familias¡±. ¡°No podemos parar de llorar¡±, declaraba el padre de Amira en un comunicado el domingo, y le rogaba a su hija: ¡°No vayas a Siria".
Nadie detect¨® nada. Ni los padres, ni los hermanos, ni los compa?eros del colegio, ni los educadores. Ni siquiera los expertos en terrorismo de la polic¨ªa, que hab¨ªan interrogado a las tres chicas en diciembre, despu¨¦s de que otra ni?a del centro se fugara en busca de la misma suerte. Nadie se explica por qu¨¦ tres chicas inteligentes, estudiantes mod¨¦licas, decidieron dejar su ciudad y trasladarse a uno de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo para unirse al grupo que ha condenado a muerte a la sociedad en la que ellas parec¨ªan perfectamente integradas.
¡°No me imagino lo que est¨¢n pasando esas familias¡±, dice una madre junto al colegio
Muhammed Abdul Bari, consejero de la mezquita de Whitechapel, se ha dedicado durante cuatro a?os a trabajar con j¨®venes conflictivos de los colegios del este de Londres. Desde que conoci¨® la noticia la semana pasada no para de darle vueltas. ¡°Escondieron sus intenciones muy eficientemente¡±, explica. ¡°Es un misterio c¨®mo desaparecieron. ?Tuvieron alg¨²n contacto f¨ªsico con alguien en Londres o solo por Internet? Los j¨®venes son idealistas, quieren cambiar el mundo. Y son impresionables porque a¨²n no son maduros. En los musulmanes a eso se puede a?adir el no tener un conocimiento adecuado de su propia religi¨®n. Si carecen de una tutor¨ªa personalizada, adquieren un conocimiento descontextualizado, no adaptado a la sociedad actual. Los padres que vienen de pa¨ªses en desarrollo se esfuerzan mucho por sacar adelante a sus familias, y a veces tienen dif¨ªcil dedicar mucho tiempo a sus hijos. En la escuela primaria estos est¨¢n m¨¢s protegidos. Pero en la secundaria est¨¢n m¨¢s solos para manejar todos los cambios por los que atraviesan. Algo pas¨® en sus vidas, alguien influy¨® en ellas¡±.
Se cree que, de alguna manera, en su decisi¨®n intervino otra chica: la escocesa de 20 a?os Aqsa Mahmood. Inteligente y aplicada como ellas, Mahmood dej¨® su casa de Glasgow en noviembre de 2013 y ahora se la tiene por una de las m¨¢s activas reclutadoras online de militantes femeninas para el Estado Isl¨¢mico.
Desde su blog y a trav¨¦s de varias cuentas de Twitter, bajo el nombre de Umm Layth (La Madre del Le¨®n), Mahmood anima a otras j¨®venes a casarse con militantes para construir una nueva sociedad isl¨¢mica, y tambi¨¦n parece haber incitado a realizar ataques en los pa¨ªses occidentales. ¡°Tus actos son una pervertida y malvada distorsi¨®n del Islam¡±, escribi¨® su propia familia, la semana pasada, en un comunicado dirigido a ella.
Shamima hab¨ªa contactado con Mahmood por Twitter antes de fugarse con sus dos amigas. ¡°S¨ªgueme para que pueda mandarte un mensaje directo¡±, le escribi¨®. Despu¨¦s se sospecha que empezaron a comunicarse en otro foro encriptado. Nadie lo detect¨®. Ni siquiera la polic¨ªa antiterrorista, que escruta desde hace meses la actividad online de Mahmood.
Para muchas occidentales que se unen al EI, si siguen en Occidente est¨¢n con el enemigo", dice una experta
Alexandra Bradford, investigadora sobre terrorismo del Instituto para el Di¨¢logo Estrat¨¦gico londinense, conoce bien el caso de Mahmood, cuya actividad sigui¨® durante un tiempo. Y se?ala que normalmente s¨ª se pueden ver los indicios de radicalizaci¨®n. ¡°El caso de Aqsa [Mahmood] fue claro¡±, explica. ¡°Dej¨® de hablar con la gente, empez¨® a vestir diferente, a leer cosas distintas. Hay signos, pero en muchos casos los padres no quieren creer que sus hijos vayan a a unirse a un grupo terrorista¡±.
La primera verdad sobre la radicalizaci¨®n, seg¨²n Bradford, es que ¡°el paso por ella de cada persona es diferente¡±. ¡°Pero hemos seguido durante dos a?os a mujeres occidentales que se unen al EI y vemos que s¨ª hay algunas similitudes. Por un lado, sienten que es su obligaci¨®n religiosa. Si no acuden, se est¨¢n condenando. Y plantean un di¨¢logo binario de Occidente contra todos los musulmanes. Si siguen en Occidente, est¨¢n con el enemigo¡±.
La radicalizaci¨®n, explica Bradford, se produce casi exclusivamente online. No en las escuelas, no en las mezquitas, no en el espacio p¨²blico. Por eso, dice, ¡°es m¨¢s dif¨ªcil de detectar¡±. ¡°Pero tiene la ventaja de que los blogs y las cuentas de Twitter que utilizan se pueden monitorizar¡±, explica. ¡°Puedes ver qui¨¦n comenta, a qui¨¦n le gusta, qui¨¦n comparte. Puedes tener pistas y contranarrativas. Una de las chicas, por ejemplo, vimos que se comunic¨® con Mahmood el a?o pasado, pero no volvi¨® a aparecer¡±.
En cuanto a los padres, Bradford defiende que ¡°tienen derecho a cerrar las comunicaciones online de los hijos o a retenerles el pasaporte¡± si detectan signos de radicalizaci¨®n, para poder centrarse en abordarlos. ¡°Es importante¡±, a?ade, ¡°que haya una red de desradicalizaci¨®n a la que puedan acudir los padres a la primera sospecha¡±.
La del Estado Isl¨¢mico es, seg¨²n la investigadora, ¡°una sociedad incre¨ªblemente mis¨®gina¡±. ¡°Si las chicas que llegan son solteras, vivir¨¢n como rehenes con otras chicas solteras¡±, explica. ¡°Vivir¨¢n cautivas, sin salir hasta que se casen. Y entonces llevar¨¢n una existencia de amas de casa y madres¡±.
Esa parece ser la suerte que espera a Shamima, Amira y Kadiza. El pasado 17 de febrero las tres j¨®venes londinenses se levantaron pronto, a pesar de que estaban de vacaciones. Dijeron en sus casas que se iban a estudiar pero, en vez de eso, se fueron juntas al aeropuerto. All¨ª no parece haber llamado la atenci¨®n de la polic¨ªa que tres menores, una de ellas con el pasaporte de su hermana mayor, volaran juntas a Turqu¨ªa sin la compa?¨ªa de ning¨²n adulto. Ese d¨ªa Shamima envi¨® un ¨²ltimo mensaje a sus seguidores en Twitter: ¡°Tenedme en vuestras oraciones¡±. El pasado martes la polic¨ªa de Londres confirm¨® que las tres chicas hab¨ªan llegado a Siria.
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