El refugio cubano en el ¡°imperio¡±
La segunda ronda de conversaciones entre Washington y La Habana se centra en reabrir las embajadas cerradas hace m¨¢s de medio siglo
El d¨ªa en que vuelva a ondear oficialmente la bandera de Cuba en Washington, m¨¢s de uno se va a sorprender al comprobar que la embajada del tradicional enemigo comunista f¨ªsicamente m¨¢s pr¨®ximo a Estados Unidos tambi¨¦n est¨¢ en pleno coraz¨®n de la capital del ¡°imperio¡±, a escasa distancia y en l¨ªnea recta de la Casa Blanca.
De cumplirse los deseos de los equipos negociadores que han celebrado en Washington la segunda ronda de conversaciones para normalizar las relaciones bilaterales, la reapertura de las embajadas es algo que podr¨ªa suceder muy pronto, incluso en semanas.
Las d¨¦cadas de aislamiento pol¨ªtico y econ¨®mico a la isla se han replicado en el edificio que Cuba construy¨® como residencia diplom¨¢tica a principios del Siglo XX y que en 1977 recuper¨® como ¡°secci¨®n de intereses¡± bajo protecci¨®n de Suiza, al igual que EE UU reabri¨® su embajada en pleno Malec¨®n de La Habana bajo la misma f¨®rmula.
Pero ha sido tan discreta su actuaci¨®n que, aunque tiene el escudo cubano grabado en plena fachada, muchos pasan cada d¨ªa por delante del majestuoso edificio sin reparar en su importancia pol¨ªtica y arquitect¨®nica, que se pierde tambi¨¦n en la historia.
En los archivos hist¨®ricos de Washington, el n¨²mero 2630 de la Calle 16 figura como ¡°una de las residencias m¨¢s imponentes y enigm¨¢ticas¡± de la ciudad, un edificio ¡°cuyo origen se perdi¨® en las turbulencias de dos guerras mundiales, intrigas internacionales y una revoluci¨®n¡±.
Seg¨²n los escasos datos preservados, fue construido en 1917 como residencia del entonces enviado extraordinario cubano en Washington, Carlos Manuel de C¨¦spedes y Quesada, hijo del l¨ªder de la independencia cubana Carlos Manuel de C¨¦spedes. Los ¨²ltimos retoques se los dio el que ser¨ªa el pen¨²ltimo embajador en Washington antes de que EE UU y Cuba rompieran relaciones diplom¨¢ticas en 1961. Fue el arquitecto Nicol¨¢s Arroyo, exministro de Obras P¨²blicas del dictador Fulgencio Batista. Aunque su estancia fue fugaz, alcanz¨® a decorar la casa con tantas antig¨¹edades que la revista The Diplomat la calific¨® como ¡°una de las residencias diplom¨¢ticas m¨¢s bellas de la capital¡±.
En los archivos hist¨®ricos de Washington, el n¨²mero 2630 de la Calle 16 figura como ¡°una de las residencias m¨¢s imponentes y enigm¨¢ticas¡± de la ciudad
De ese lujo ya no queda vestigio alguno. S¨ª se ha mantenido sin embargo el halo de misterio que siempre acompa?¨® a esta legaci¨®n diplom¨¢tica.
Su ¡°alter ego¡± estadounidense en La Habana apost¨® durante a?os por hacerse notar, como cuando en 2006 coloc¨® un panel electr¨®nico en su fachada con mensajes a favor de los derechos humanos. Fidel Castro respondi¨® ordenando colocar m¨¢s de un centenar de banderas negras que lo ocultaban a la vista.
La Secci¨®n de Intereses cubana en Washington opt¨® por el contrario por un perfil m¨¢s discreto, desarrollando sus movimientos pol¨ªticos puertas adentro, aunque no de forma menos original.
Como la diplomacia del mojito: desde su inauguraci¨®n en 2011, no han sido pocos los que han tratado de conseguir una invitaci¨®n para el bar m¨¢s misterioso de la capital, el Ernest Hemingway. Situado en una de las salas en la primera planta del edificio cubano, se trata apenas de una peque?a barra desde la que se sirven ¡ªo eso aseguran los que lo han degustado¡ª los mejores mojitos de la ciudad.
Uno de los invitados asiduos es Wayne Smith. El diplom¨¢tico, uno de los ¨²ltimos en abandonar la embajada en La Habana en 1961 y que regres¨® a fines de los 70 como jefe de la Secci¨®n de Intereses negociada por el presidente Jimmy Carter, es desde hace a?os un ardiente defensor de la mejora de las relaciones bilaterales con la isla que ech¨® a rodar con la normalizaci¨®n de relaciones anunciada por Obama el 17 de diciembre.
Para Smith, la reapertura de la embajada ser¨¢ un gesto sobre todo pol¨ªticamente simb¨®lico, en vista de que a efectos pr¨¢cticos ¡°una secci¨®n de intereses puede hacer virtualmente todo lo que hace una embajada¡±. Lo que nadie se atreve a aventurar es si la mejora de relaciones significar¨¢ tambi¨¦n, como celebraba quiz¨¢s de forma prematura The Washington Post el d¨ªa en que Obama anunci¨® el nuevo rumbo en la pol¨ªtica hacia la isla, ¡°m¨¢s mojitos para todos¡±.
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