Naty Revuelta, los ojos verdes de la revoluci¨®n
Fue amante de Fidel Castro y le ayud¨® a preparar el asalto al cuartel Moncada Muri¨® en La Habana el s¨¢bado 28 de febrero a los 89 a?os de edad
Natalia Revuelta era una de las mujeres m¨¢s hermosas de la alta sociedad habanera cuando conoci¨® a Fidel Castro en noviembre de 1952. Fulgencio Batista hab¨ªa dado en marzo un sonoro golpe de Estado, aunque desde antes ya ella militaba en el Partido Ortodoxo, que abanderaba en Cuba la lucha por la justicia social y contra la corrupci¨®n pol¨ªtica. Naty ¡ªas¨ª la llamaban sus amigos¡ª estaba casada con el eminente cardi¨®logo Orlando Fern¨¢ndez y era madre de una hija. Desde el inicio simpatiz¨® con la causa de Castro y aprovech¨® su posici¨®n social para brindarle cobertura. Revuelta trabajaba entonces en la empresa petrolera ESSO, y en la sala de su casa se realizaron numerosas reuniones clandestinas para preparar el asalto al cuartel Moncada, en cuya organizaci¨®n ella colabor¨® activamente a las ¨®rdenes de Castro.
El Moncada era el segundo en importancia del ej¨¦rcito de Batista, y el prop¨®sito de la acci¨®n armada era provocar un levantamiento popular en Santiago de Cuba y atrincherarse en las cercanas monta?as de la Sierra Maestra. El d¨ªa del asalto, por si las comunicaciones eran cortadas, Natalia ten¨ªa la misi¨®n de repartir entre pol¨ªticos y periodistas fiables el Manifiesto a la Naci¨®n de Fidel Castro, que conten¨ªa el ideario pol¨ªtico del movimiento revolucionario.
Natalia Revuelta era una de las mujeres m¨¢s hermosas de la alta sociedad habanera cuando conoci¨® a Fidel Castro en noviembre de 1952
Tras el fracaso de la acci¨®n y el encarcelamiento de los moncadistas en Isla de Pinos, Naty y Castro comenzaron a escribirse desde la c¨¢rcel. Una de esas cartas, enviada por confusi¨®n por Fidel a su esposa, Mirta D¨ªaz-Balart, provoc¨® una crisis en la pareja y su posterior divorcio. En 1955, tras ser amnistiado y antes de exiliarse en M¨¦xico, Castro vivi¨® un breve pero intenso romance con Naty, y fruto de esa relaci¨®n naci¨® Alina. El doctor dio a la ni?a el apellido aunque no era suya, y Castro no supo que era su hija hasta enero de 1959, cuando baj¨® de Sierra Maestra, pero para entonces las relaciones de Castro con Naty se hab¨ªan enfriado.
Al triunfo de la revoluci¨®n el doctor Orlando Fern¨¢ndez se march¨® de Cuba llev¨¢ndose a su hija mayor, Natali. Revuelta y Alina permanecieron en la isla, pero solo muy ocasionalmente tuvieron relaci¨®n con el l¨ªder cubano.
Tras la nacionalizaci¨®n de la petrolera ESSO, Naty empez¨® a trabajar en el Hospital Nacional de La Habana como jefa de compras. Posteriormente vivi¨® dos a?os en Par¨ªs y a su regreso entr¨® al Centro Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas, donde trabaj¨® ocho a?os, hasta que en 1973 pas¨® al Ministerio de Comercio Exterior, donde se jubil¨® en 1980. Natalia Revuelta hizo desde entonces, como asesora del Ministerio de Cultura, lo que m¨¢s le gustaba.
El d¨ªa del asalto al Moncada, por si las comunicaciones eran cortadas, Natalia ten¨ªa la misi¨®n de repartir? el Manifiesto a la Naci¨®n de Fidel Castro
No hab¨ªa obra de teatro en la ciudad o exposici¨®n de arte a la que Natalia Revuelta no acudiese. Su gran cultura y su amistad con los m¨¢s importantes escritores, poetas y artistas eran conocidas, y en los ambientes diplom¨¢ticos su presencia era habitual, pues en sus ojos verdes en cierto modo estaba contenida la historia de la revoluci¨®n.
Su hija Alina escap¨® de Cuba en 1993 utilizando un pasaporte falso en una rocambolesca aventura que dio la vuelta al mundo, igual que sus feroces cr¨ªticas a Castro desde el exilio.
Natalia Revuelta sol¨ªa decir que de su vida solo se conoc¨ªan pedacitos, y siempre los mismos. ¡°Qui¨¦n podr¨ªa deducir de lo publicado hasta ahora que yo fuera una buena madre, una mujer de trabajo, una revolucionaria sincera¡±, coment¨® en una entrevista hace algunos a?os. Muri¨® el s¨¢bado a los 89 a?os defendiendo a la revoluci¨®n y a Fidel Castro, de quien solo dijo que ¡°puso su trabajo por encima de su vida personal¡±. Fue la ¨²nica cr¨ªtica ¡ªy as¨ª de velada¡ª que se le escuch¨®. No quiso funerales. Por su voluntad, sus cenizas fueron arrojadas al mar.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.