Primer rev¨¦s de Clinton en la lucha por la presidencia
Pide que se publique todo su correo electr¨®nico como secretaria de Estado
El caso de Hillary Clinton y los correos electr¨®nicos es un esc¨¢ndalo o una an¨¦cdota dependiendo de las fuentes a las que se recurra. Para Peter Roskam, representante republicano por Illinois, ¡°el ¨²ltimo alto cargo del Gobierno que vimos editar sus propias respuestas fue Nixon y al menos ¨¦l disfrutaba del privilegio del poder ejecutivo¡±. Alejado del fantasma del Watergate tan recurrente en Washington se encuentra David Brock, fundador de la web Media Matters For America y quien considera que la historia revelada por The New York Times es ¡°una operaci¨®n republicana del principio al fin¡± para desacreditar a la exsecretaria de Estado.
En medio, muchas preguntas sin respuestas todav¨ªa definidas. ?Por qu¨¦ se permiti¨® a la secretaria de Estado mantener exclusivamente una cuenta privada para sus comunicaciones electr¨®nicas de correo? ?Qu¨¦ implicaciones tiene esto de cara a las presidenciales de 2016 en el campo dem¨®crata? ?Importa a los electores? La ¨²ltima inc¨®gnita parece m¨¢s f¨¢cil de desentra?ar y resulta dif¨ªcil imaginar un escenario en el que dentro de 20 meses, cuando los votantes acudan a las urnas para elegir nuevo presidente ¡ªen este caso presidenta¡ª lo hagan pensando en que Hillary Clinton no se ajust¨® al mil¨ªmetro al reglamento y tan solo us¨® su correo privado para todos los asuntos referentes a Foggy Bottom, donde se encuentra la sede del Departamento de Estado en Washington.
Pero es que adem¨¢s resulta que el reglamento es ambiguo, como de alguna manera expone la informaci¨®n que proporciona el Times, ya que el diario neoyorquino establece que otros anteriores secretarios de Estado, como fue el caso de Colin Powell, tambi¨¦n usaron su correo privado. Es m¨¢s, no ha sido hasta la llegada del actual inquilino a la sede de la diplomacia de EE UU, John Kerry, cuando se ha acu?ado la cuenta asociada a state.gov para el secretario de Estado. De hecho, en la ¨¦poca que Clinton fue secretaria de Estado ¡ª2009-2013¡ª, la ley federal que regula preservar las comunicaciones de los empleados federales no obligaba a usar cuentas del Gobierno, solo a preservar sus contenidos, algo que parece claro que la exsenadora s¨ª ha hecho, como el Departamento de Estado ha reconocido y ella misma ha ofrecido para revisi¨®n. ¡°Quiero que los ciudadanos vean mi correo. He pedido al Departamento de Estado que los publique y me han dicho que los revisar¨¢n para publicarlos lo antes posible¡±, escribi¨® en la noche del mi¨¦rcoles Clinton en su cuenta de Twitter, en su primera y hasta ahora ¨²nica salida al paso del traspi¨¦ sufrido.
El esc¨¢ndalo que podr¨ªa no ser puede quedarse solo en un guijarro en el camino, aunque precipitar¨ªa, en opini¨®n por ejemplo de The Wall Street Journal, que Clinton adelante la fecha en la que pensaba hacer p¨²blica su candidatura, de julio al pr¨®ximo mes de abril. Hasta ahora, la eventual candidata dem¨®crata no ve¨ªa necesidad de comenzar a desgastarse en una batalla presidencial que, de momento, tiene ganada de calle en los sondeos, que la sit¨²an por delante de cualquier candidato republicano. Su candidatura se atisba ¡ªa d¨ªa de hoy¡ª ¨²nica en las filas dem¨®cratas.
Lo que ha hecho el emailgate ha sido reavivar el halo de opacidad que rodea al matrimonio Clinton, pareja asociada con lograr sus objetivos a cualquier precio, justo d¨ªas despu¨¦s de que se conocieran las ingentes sumas de dinero donadas a la Fundaci¨®n Clinton por parte de Gobiernos extranjeros y agentes con agendas concretas que se asume buscar¨¢n rentabilizar sus inversiones una vez que la se?ora Clinton ocupe el n¨²mero 1600 de Pennsylvania Avenue. Sin embargo, son varios los columnistas que recuerdan que las alegaciones de 1992 del Times contra los Clinton en el caso Whitewater por el esc¨¢ndalo inmobiliario de Arkansas se quedaron en nada. Y que la pareja nunca fue acusada, a pesar del esfuerzo puesto en ello por el fiscal independiente Ken Starr.
Al margen de violaciones federales todav¨ªa por probar, los correos de Clinton han alertado sobre un asunto que concierne a la seguridad nacional, ya que la exsecretaria de Estado estaba usando una cuenta no codificada que funcionaba con un servidor que albergaba en su propia casa. En este sentido, parte de los correos que ahora los republicanos le reclaman a Clinton tienen que ver con la eterna pol¨¦mica que los republicanos parecen dispuestos a no abandonar sobre la responsabilidad de la exsecretaria en el ataque terrorista de Bengasi (Libia) de 2012, en el que murieron cuatro norteamericanos, entre ellos el embajador Christopher Stevens.
A¨²n as¨ª, es muy probable que para estas fechas, el a?o que viene, nadie recuerde la historia de Hillary Clinton y su correo electr¨®nico personal. Porque es muy probable que este haya sido solo el inicio de lo que se aventura una dura campa?a para Clinton, quien sin ser todav¨ªa oficialmente candidata es el pol¨ªtico dem¨®crata mejor situado en una carrera para unas primarias dem¨®cratas desde 1960. Y eso tiene un precio. Quiz¨¢ es este un buen momento para recordar la frase del periodista del Washington Post, Dana Milbank, ante el inicio de campa?a de Hillary Clinton en 2008: ¡°No importa qu¨¦ haga, la prensa siempre la va a destrozar¡±.
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