Los El Al¨ª sue?an con Alemania
Solo un 1,7% de los refugiados sirios ha sido reasentado por pa¨ªses occidentales
Sumida en un sue?o hecho realidad, la familia El Al¨ª no puede parar de sonre¨ªr a cada pregunta. Tras salir del cursillo orientativo, impartido por la ONU, Adnan, su mujer, tres hijos, cinco sobrinos, su hermano y su cu?ada repasan los deberes. En tres d¨ªas se subir¨¢n por primera vez a un avi¨®n para ser acogidos por el Estado alem¨¢n. No tienen idea de a qu¨¦ ciudad van, pero eso no es motivo de preocupaci¨®n, lo importante es salir de L¨ªbano. ¡°?Caput!¡±, espeta entre carcajadas Adnan, de 35 a?os, aunque aparenta muchos m¨¢s. ¡°Hoy hemos visto cuantos habitantes tiene Alemania, 80 millones, y nos han dicho que hay un tren que se mueve bajo tierra¡±, a?ade. ¡°?Qu¨¦ se siente al subir a un avi¨®n? ?Da mucho miedo?¡±, interrumpe en seguida su mujer, Tamaga, de 28.
En marzo de 2013, la familia El Al¨ª al completo huy¨® del barrio de Hayura, en Saida Zeinab, a 12 kil¨®metros de Damasco. Su casa fue destruida por los enfrentamientos. ¡°Era como una pel¨ªcula. Morteros, tiros, muertos, gritos. No s¨¦ c¨®mo sobrevivimos. Tuvimos que hacer boquetes a trav¨¦s de los muros que daban a las casas de los vecinos para lograr escapar. Hab¨ªa francotiradores que al ver a los ni?os no disparaban, pero otros, apuntaban a todo lo que se mov¨ªa¡±, relata este padre.
Como otros seis millones de desplazados, Adnan y su familia marcharon a pie hacia Damasco. Sin rumbo ni m¨¢s familiares a los que acudir, vagabundearon varios d¨ªas por las calles para que una vez m¨¢s, el azar les llevara a sumarse a un grupo de desplazados que hu¨ªan a L¨ªbano. ¡°Llegamos a la frontera libanesa y una vez dentro, nos encontramos otra vez sin rumbo. Un conductor de cami¨®n nos dijo que fu¨¦ramos a Bar El¨ªas [un barrio en la periferia de Zahle], porque era seguro para los refugiados sirios sun¨ªes¡±, recuerda Adnan, que por primera vez sal¨ªa de su pa¨ªs. Y sin m¨¢s dilaci¨®n hacia all¨ª se encaminaron convirti¨¦ndose en un n¨²mero m¨¢s entre los cuatro millones de refugiados y, en concreto, entre los 1,15 millones que han buscado paz y refugio en L¨ªbano.
Tras dos a?os como refugiados en este pa¨ªs, ahora empieza la cuenta atr¨¢s para abandonar lo que hoy llaman su hogar; una endeble tienda hecha de palos y lonas en el asentamiento informal de El Fares. Este campamento alberga a 30 familias, que celebran la noticia de los El Al¨ª con v¨ªtores, algunos sin ocultar su envidia. Ninguno de los tres hijos de Adnan y Tamaga llega a los 10 a?os, pero los tres tienen talasemia (enfermedad cr¨®nica de la sangre), cuyo coste entre medicaci¨®n y tratamientos alcanza los 500 euros mensuales, cifra imposible de reunir para unos padres refugiados. El viernes, los El Al¨ª se sumar¨¢n a los 104.000 refugiados sirios reasentados, seg¨²n datos de la ONU, en una veintena de pa¨ªses lejos de sus fronteras desde el inicio del conflicto, en marzo de 2011.
¡°217.724 han solicitado ser reasentados desde 2011, y 6.937 familias lo han obtenido¡±, afirma Dana Sleiman, portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Beirut. Un millar de sirios m¨¢s se suma a esta espera cada mes. L¨ªbano, Turqu¨ªa y Jordania albergan al 98,3% de los cuatro millones de refugiados sirios. Pa¨ªses de Occidente han acogido a tan solo el 1,7%, con Alemania y Suecia a la cabeza de la lista de pa¨ªses solidarios con el 52%. Espa?a est¨¢ a la cola, con 130 casos de acogida.
La tienda de los El Al¨ª ser¨¢ ocupada por otra familia de refugiados. En un espacio de apenas 15 metros cuadrados conviven hoy 12 personas. Una estufa, un televisor, varias alfombras de pl¨¢stico, colchones, mantas y un camping gas es todo el mobiliario del que disponen. Adnan es consciente de que su familia escap¨® por poco de seguir el mismo destino de los 220.000 muertos en los ¨²ltimos cuatro a?os. No por ello entiende c¨®mo han entrado a formar parte del 1,7% de afortunados reasentados en terceros pa¨ªses. ¡°La vida en Huyara era muy bonita. Ten¨ªamos una tienda de ropa, ingresos modestos, buenos vecinos y una vida honesta, pero ¨¦ramos felices¡±, asegura Adnan. ¡°Hoy tenemos la suerte de que gente que no nos conoce nos acoja. No s¨¦ por qu¨¦ lo hacen, pero estar¨¦ siempre en deuda con los alemanes y con los europeos¡±, a?ade conmovido. Antes de despedirse, Tamaga insiste: ¡°?Pero da mucho miedo o no eso del avi¨®n?¡±.
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