Islandia como s¨ªntoma
La candidatura de Reikiavik acreditaba que la UE no solo era capaz de atraer a pa¨ªses de democratizaci¨®n reciente e incierta
Con una agenda ampliadora tan repleta de candidatos ¡ªunos efectivos, otros potenciales, y otros tan solo vecinos con aspiraciones de ir a m¨¢s¡ª como trufada de problemas ¡ªel giro en la pol¨ªtica exterior turca, el veto griego a Macedonia, el problema de Kosovo, o el mel¨®n sin abrir de Bosnia, por citar solo unos cuantos¡ª, la retirada de la candidatura islandesa anunciada el jueves por el Ejecutivo de Reikiavik podr¨ªa incluso ser recibida con alivio en Bruselas. Un poco como cuando aquel primo lejano nos anunci¨® que no podr¨ªa acudir a nuestra boda: le hab¨ªamos invitado de coraz¨®n, nos gustar¨ªa haberlo tenido con nosotros en tan se?alado d¨ªa¡ Pero ?qu¨¦ caramba!: eso que nos ahorramos en un banquete que ya se nos estaba yendo de las manos.
Del mismo modo, con una agenda pol¨ªtica tan desbordada como la actual por urgencias de todo tipo ¡ªla crisis del euro, el desaf¨ªo de Syriza, el polvor¨ªn de Ucrania, o la deriva autoritaria en Rusia por citar, de nuevo, solo los m¨¢s salientes¡ª, que una isla perdida en mitad del Atl¨¢ntico norte, con menos habitantes que Malta y un PIB parejo al de Malaui haya decidido mantener sus relaciones con la Uni¨®n en los t¨¦rminos en los que ¨¦stas estaban ya planteadas, no deber¨ªa entra?ar el m¨¢s m¨ªnimo contratiempo, y menos a¨²n ser visto como algo susceptible de hacer sonar las alarmas en el club comunitario.
Y m¨¢s todav¨ªa teniendo en cuenta que se trataba de un desenlace en extremo previsible. Formalizada en respuesta a la grave crisis financiera que puso al pa¨ªs al borde del colapso en el 2008, pero falta desde el primer momento del necesario consenso entre las principales fuerzas del arco parlamentario, el entusiasmo de los islandeses por la adhesi¨®n se fue desinflando conforme el pa¨ªs empez¨® a recuperarse econ¨®micamente, y su candidatura qued¨® herida de muerte desde el momento en que los liberales del Partido del Progreso y los conservadores del Partido de la Independencia relevaron a los socialdem¨®cratas en el Gobierno de la isla en el 2013.
Pero aun as¨ª, ser¨ªa un tremendo error que la Uni¨®n Europea no extrajera conclusiones del giro island¨¦s. A¨²n siendo desde casi todos los puntos de vista insignificante, la candidatura islandesa serv¨ªa cuando menos para acreditar que la Uni¨®n no solo era capaz de atraer a pa¨ªses de democratizaci¨®n reciente e incierta, econom¨ªa endeble, y posici¨®n internacional problem¨¢tica, sino tambi¨¦n a democracias mod¨¦licas y sobradamente consolidadas, con econom¨ªas pujantes y elevados niveles de vida, y con una seguridad internacional garantizada. De manera que su retirada, sumada a la de Noruega en 1994, y a la persistente negativa de Suiza a adherirse a la Uni¨®n obliga ineludiblemente a interrogarse: ?Para qu¨¦ ciudadanos y para qu¨¦ tipo de pa¨ªses resulta atractiva, a d¨ªa de hoy, la Uni¨®n Europea?
Y la respuesta a ello es, hoy, m¨¢s inquietante que ayer.
Carlos Flores Juber¨ªas es catedr¨¢tico (acreditado) de Derecho Constitucional, y profesor del M¨¢ster en Estudios Internacionales y de la UE en la Universidad de Valencia.
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