La herencia m¨¢s maldita del PT
M¨¢s brutal para el Partido de los Trabajadores puede ser, no la multitud que ocup¨® las calles el 15 de marzo, sino aquella que ya no saldr¨ªa de casa para defenderlo en ninguna ocasi¨®n
El mayor riesgo para el Partido de los Trabajadores (PT), m¨¢s all¨¢ del gobierno y del actual mandato, tal vez no sea la multitud que ocup¨® las calles de Brasil, sino la que no estaba all¨¢. Son los que no estaban ni siquiera el d¨ªa 13 de marzo, cuando movimientos como la Central ?nica de los Trabajadores (CUT), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la Uni¨®n Nacional de los Estudiantes (UNE) organizaron una manifestaci¨®n que, pese a las cr¨ªticas a medidas de ajuste fiscal adoptadas por el gobierno, defend¨ªa a la presidenta Dilma Rousseff. Tampoco estaban en el ya hist¨®rico domingo, 15 de marzo, cuando cientos de miles de personas se sumaron a las protestas en varias capitales y ciudades del pa¨ªs, en manifestaciones contra Dilma Rousseff articuladas por medio de las redes sociales de Internet, con banderas que defend¨ªan el fin de la corrupci¨®n, la destituci¨®n de la presidenta e incluso una aterradora, aunque minoritaria, defensa de la vuelta de la dictadura. Son los que ya no saldr¨ªan de casa empu?ando una bandera del PT en ninguna ocasi¨®n, pero tampoco atender¨ªan al llamado de las fuerzas del 15 de marzo, que se?alan que el partido ha perdido la capacidad de representar un proyecto de izquierda y a la gente de izquierda. Es esa herencia del PT que Brasil, mucho m¨¢s que el partido, necesitar¨¢ entender. Y con ella tendremos que lidiar durante mucho m¨¢s tiempo que este mandato.
Tengo dudas sobre lo que tanto se repiti¨® estos d¨ªas, la cuesti¨®n del Brasil polarizado. Como si el pa¨ªs estuviese dividido en dos polos opuestos y claros. O, como quieren algunos, una disputa de ricos contra pobres. O, como quieren otros, entre los ciudadanos contrarios a la corrupci¨®n y los beneficiados por la corrupci¨®n. O entre los que est¨¢n a favor y los que est¨¢n en contra del gobierno. Creo que la narrativa de la polarizaci¨®n sirve muy bien a algunos intereses, pero puede fallar a la hora de interpretar la realidad actual del pa¨ªs. Si fuera as¨ª de simple, incluso con la tesis de la destituci¨®n en las calles, todav¨ªa ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil para el PT.
Algunas consideraciones previas. Aunque en la segunda vuelta de las elecciones de 2014 Dilma Rousseff gan¨® por un peque?o margen (54.501.118 votos contra 51.041.155 de A¨¦cio Neves), no hay duda de que ella gan¨®. Fue democr¨¢ticamente elegida, un hecho que debe respetarse por encima de todo. No existe, hasta este momento, ninguna base para la destituci¨®n , un instrumento traum¨¢tico y ser¨ªsimo que no puede manipularse a la ligera, ni siquiera en el discurso. A quien no le haya gustado el resultado o se haya arrepentido del voto, paciencia.
En la tesis del Brasil polarizado, ?d¨®nde quedan los m¨¢s de 37 millones que no le votaron ni a Dilma ni a A¨¦cio?
Tendr¨¢ que esperar hasta la pr¨®xima elecci¨®n. Los resultados valen tambi¨¦n cuando no nos gustan. E intentar lo contrario, sin base legal, es para irresponsables, ignorantes o golpistas.
En el resultado de las elecciones se amplific¨® la resonancia de la tesis de un pa¨ªs partido y polarizado. Pero no me parece posible olvidar que otros 37.279.085 brasile?os no eligieron ni a Dilma ni a A¨¦cio. Votaron nulo, en blanco o, la mayor¨ªa de ellos, se abstuvieron de votar. Es mucha gente. Y es mucha gente que no se sent¨ªa representada por ninguno de los dos candidatos, por las m¨¢s diversas razones, a la izquierda y tambi¨¦n a la derecha, lo que complica un poco la tesis de la polarizaci¨®n. Adem¨¢s de las divisiones entre los que se polarizar¨ªan a un lado o a otro, hay m¨¢s actores en juego que no est¨¢n ni de un lado ni del otro. Y no es tan f¨¢cil entender el papel que desempe?an. En el mismo sentido, puede ser muy arriesgado creer que quienes estaban en las protestas este domingo eran todos electores de A¨¦cio Neves. La calle es, hist¨®ricamente, el territorio de las incertidumbres. Y de lo incontrolable.
Hay lastre en la realidad para afirmar tambi¨¦n que una parte de los que solo se unieron a Dilma Rousseff en la segunda vuelta la integraba gente que cre¨ªa en dos tesis ampliamente esgrimidas en Internet la v¨ªspera de la votaci¨®n: 1) la de que Dilma, asustada por casi haber perdido la elecci¨®n, en caso de victoria har¨ªa un "giro a la izquierda" y retomar¨ªa las antiguas banderas que hicieron del PT el PT; 2) la de votar por Dilma "para mantener las conquistas sociales" y "evitar el mal mayor", entonces representado por A¨¦cio y por el PSDB. Para estos, Dilma Rousseff no era la mejor opci¨®n; apenas la menos mala para Brasil. Y quien pretend¨ªa votar en blanco, anular el voto o abstenerse ser¨ªa una especie de traidor de la izquierda y tambi¨¦n del pa¨ªs y del pueblo brasile?o o, incluso, un cobarde. Esas acusaciones ampliaron, la v¨ªspera de las elecciones, la divisi¨®n entre personas que sol¨ªan luchar lado a lado por las mismas causas. En este caso, creo que m¨¢s por desesperaci¨®n electoral que por convicci¨®n, se eleg¨ªa ignorar, que el voto nulo, en blanco o la abstenci¨®n son, tambi¨¦n, actos pol¨ªticos.
Tiene sentido sospechar que una parte significativa de los que se unieron a Dilma solo en la segunda vuelta, y que o bien esperaban un "giro a la izquierda" o "evitar el mal mayor" o ambos, se decepcionasen con el resultado de su voto despu¨¦s de la elecci¨®n de ministros como K¨¢tia Abreu y Joaquim Levy, a la derecha en el espectro pol¨ªtico, as¨ª como con medidas que afectaron a los derechos de los trabajadores. Por lo tanto, si la elecci¨®n fuera hoy, es probable que no le votasen a ella de nuevo. Esos arrepentidos a la izquierda aumentar¨ªan el n¨²mero de electores que, por las m¨¢s diversas razones, votaron en blanco, nulo o no comparecieron a las urnas, volviendo as¨ª mayor el n¨²mero de brasile?os que no se sienten representados por Dilma Rousseff y por el PT, pero tampoco se sentir¨ªan representados por A¨¦cio Neves ni por el PSDB.
Esos arrepentidos a la izquierda, as¨ª como todos aquellos que ni siquiera concibieron votar a Dilma Rousseff ni a A¨¦cio Neves porque se situaban a la izquierda de ambos, tampoco se sienten identificados con cualquiera de los grupos que salieron a las calles el domingo contra la presidenta. Para estos, no existe la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de quedarse al lado de figuras como el diputado federal Jair Bolsonaro, del Partido Progressista (PP), de defensores de la dictadura militar o incluso de figuras como el sindicalista y parlamentario "Paulinho da For?a". Pero tampoco habr¨ªa ninguna posibilidad de caminar junto a movimientos como la CUT, el MST y la UNE, que para ellos "claudicaron" cuando el PT lleg¨® al poder: se dejaron cooptar y se vaciaron de sentido, perdiendo la credibilidad y la adhesi¨®n de sectores de la sociedad que sol¨ªan apoyarlos.
No hay hoy una figura nacional que ocupe el lugar de la representaci¨®n de la izquierda
Esa parte de la izquierda, que comprende desde personas mayores, que hist¨®ricamente han apoyado al PT, y muchos de los incluso ayudaron a construirlo, pero que se decepcionaron, as¨ª como j¨®venes hijos de este tiempo, en el que la acci¨®n pol¨ªtica necesita ganar horizontalidad y construirse de otra manera y con m¨²ltiples canales de participaci¨®n efectiva, no ha encontrado ning¨²n candidato que la represente. En la primera vuelta, dividieron sus votos entre los peque?os partidos de izquierda, como el PSOL, o le votaron a Marina Silva, en especial por su comprensi¨®n de la cuesti¨®n ambiental como estrat¨¦gica, en un mundo confrontado con el cambio clim¨¢tico. Pero votaron con dudas. En la segunda vuelta, no se sintieron representados por ninguno de los candidatos.
Marina Silva fue quien estuvo m¨¢s cerca de ser una figura con estatura nacional que representase a ese grupo a la izquierda, m¨¢s en 2010 que en 2014. Pero fracas¨® en la construcci¨®n de una alternativa realmente nueva dentro de la pol¨ªtica partidista. En parte, por no haber conseguido registrar su partido a tiempo para presentarse a las elecciones, lo que hizo que se aliase al Partido Socialista Brasileiro (PSB), sigla bastante complicada para quien la apoyaba, y asumir la cabeza de la lista debido a una tragedia que ni el m¨¢s fatalista podr¨ªa predecir: el accidente de avi¨®n en el que falleci¨® Eduardo Campos ; en parte, debido a la campa?a mentirosa y de baj¨ªsimo nivel que el PT hizo contra ella; en parte, por equ¨ªvocos de su propia campa?a, como el cambio del cap¨ªtulo del programa en el que hablaba de su pol¨ªtica para las personas LGBT, un retroceso que, adem¨¢s de indigno, solo ampli¨® y acentu¨® la desconfianza que muchos ya ten¨ªan con respecto a la interferencia de su fe evang¨¦lica en cuestiones cruciales, como el matrimonio homoafectivo y el aborto; en parte, porque eligi¨® ser menos ella misma y m¨¢s una candidata que se supon¨ªa que iba a ser aceptable para los estratos de la poblaci¨®n que necesitaba convencer. Las razones son muchas y complejas.
Lo que ocurri¨® con Marina Silva en 2014 merece un an¨¢lisis m¨¢s profundo. El hecho es que, a pesar de que gan¨® en la primera vuelta de 2014, con cerca de 2,5 millones de votos m¨¢s que en 2010, qued¨® relegada al tercer lugar en el resultado final de las elecciones y su capital pol¨ªtico pareci¨® haber encogido . Y el partido que estaba construyendo, la Red Sustentabilidad, sufri¨® deserciones de peso. Tal vez ella aun tenga la oportunidad de recuperar el lugar que casi fue suyo; pero no ser¨¢ f¨¢cil. Esa es una plaza vacante en este momento .
Hay una parte politizada, a la izquierda, que hoy no se siente representada ni por el PT ni por el PSDB. No particip¨® en ninguna de las caceroladas ni en ninguna de las dos grandes manifestaciones de los ¨²ltimos d¨ªas. La del 15 de marzo, varias veces mayor que la del d¨ªa 13. Sin embargo, es muy activa pol¨ªticamente en varias ¨¢reas y tiene un gran poder de articulaci¨®n en las redes sociales. No tengo como precisar su tama?o, pero no es despreciable. Esa parte de la poblaci¨®n brasile?a, que le vot¨® a Lula y al PT durante d¨¦cadas, pero dej¨® de votarles, o de j¨®venes que est¨¢n en movimientos horizontales no partidistas, por causas espec¨ªficas, se?alan lo que de hecho deber¨ªa preocupar al PT, porque esta era o podr¨ªa ser su base, pero la ha perdido.
La parte de la izquierda que no golpear¨ªa cacerolas contra Dilma Rousseff, pero tampoco la defender¨ªa, se?ala el fracaso del PT en seguir representando lo que representaba en el pasado. Se?ala que, en alg¨²n momento, mucho m¨¢s all¨¢ del esc¨¢ndalo del Mensal?o y de la operaci¨®n Lava Jato, el PT opt¨® por perderse de su base hist¨®rica, en una mezcla de pragmatismo y arrogancia. Es posible que el PT haya dejado de entender Brasil. Envejecido, no de la forma deseable, representada por aquellos que siguen curiosos por comprender y seguir los cambios del mundo, sino envejecido de la peor manera: con los cimientos asentados en un contexto hist¨®rico que ya no existe. Y que no volver¨¢ a a existir. Esa apuesta arriesgada necesita que la econom¨ªa vaya siempre bien; cuando va mal, el suelo desaparece.
El partido de las calles perdi¨® las calles porque cre¨ªa que ya no necesitaba caminar por ellas
Me quedo perpleja cuando l¨ªderes del PT, incluso Lula, se preguntan, aunque ret¨®ricamente, por qu¨¦ han perdido las calles. Pues las han perdido porque el PT gira en falso. El partido de las calles ha perdido las calles. Menos porque lo hayan expulsado y m¨¢s porque se le ha olvidado caminar por ellas. O, peor aun, crey¨® que ya no las necesitaba. En ese contexto, Dilma Rousseff es solo el personaje tr¨¢gico de la historia, porque en alg¨²n momento Lula, con el aval activo o silencioso de todos los dem¨¢s, pens¨® que podr¨ªa elegir a una presidenta a la que no le gusta hacer pol¨ªtica. Acert¨®. A corto plazo, pod¨ªa, pero siempre est¨¢ el d¨ªa siguiente.
No tiene sentido quedarse repitiendo que solo golpearon las cacerolas quienes eran de la ¨¦lite. Puede haber sido mayor el ruido en los barrios nobles de S?o Paulo, por ejemplo, pero basta un peque?o esfuerzo de reportaje para constatar que hubo caceroladas tambi¨¦n en los barrios de los suburbios. Y, aunque las cacerolas hubiesen retumbado solo en los barrios de los ricos y de la clase media, no es un buen camino descalificar a quien protesta, incluso si usted o yo no estamos de acuerdo con el mensaje, con t¨¦rminos como "balc¨®n gourmet" o "cacerolas Le Creuset". Todos tienen derecho a protestar en una democracia y muchos de los que la ridiculizan a quienes protestaron pertenecen a la misma clase media y puede que tengan una u otra cacerola Le Creuset o incluso hayan pagado algunos plazos m¨¢s para tener un piso con un balc¨®n gourmet, lo que no deber¨ªa volverlos menos aptos a protestar o ni a criticar la protesta.
En los cacerolazos, lo ¨²nico que pareci¨® inaceptable fue llamar a la presidenta "puta" o "vaca". No solo porque es fundamental respetar su cargo y a aquellos que la eligieron, sino tambi¨¦n porque no se le puede llamar eso a ninguna mujer. Y, sobre todo, porque las palabras "vaca" y "puta" se?alan la ruptura del pacto de la civilizaci¨®n. En esos insultos, ventana a ventana, es donde se sit¨²a la ruptura de los l¨ªmites, el deshilachado del v¨ªnculo social. As¨ª como el domingo 15 de marzo la ruptura se situaba en los que defend¨ªan el regreso de la dictadura. No hay disculpa para desconocer que el r¨¦gimen civil militar que domin¨® Brasil por la fuerza durante 21 a?os tortur¨® a personas, inclusive ni?os, y mat¨® a personas. A muchas personas. Por lo tanto, esta defensa es inconstitucional y criminal. Eso, s¨ª, debe preocuparnos, en lugar de mezclar todo en una descalificaci¨®n rastrera. Es urgente que la izquierda haga una cr¨ªtica (y una autocr¨ªtica) consistente, si quiere tener alguna importancia en este momento agudo del pa¨ªs.
Tampoco sirve de nada continuar afirmando que quienes salieron a las calles pertenec¨ªan a aquellos segmentos de la poblaci¨®n que est¨¢n en contra de las conquistas sociales promovidas por el gobierno Lula, que sac¨® de la miseria a millones de brasile?os e hizo que otros millones ascendiesen a un nivel socioecon¨®mico que se denomin¨® "Clase C" . Las personas a las que se debe respetar m¨¢s por su pasado que por su presente se quedaron repitiendo, a lo largo de la semana pasada, que a a quienes estaban en contra del PT no les gustaba ver a pobres en los aeropuertos o estudiando en las universidades, entre otras m¨¢ximas. Es un hecho que hay personas a las que les molesta el cambio hist¨®rico que el PT propici¨® , reconocidamente; pero decir que toda la oposici¨®n al PT y al gobierno se compone de ese tipo de gente, o es ceguera o es mala fe.
Tanto o m¨¢s importante que la corrupci¨®n, que no la invent¨® el PT en Brasil, es el hecho de que el partido haya traicionado algunas de sus banderas de identidad
En un momento tan feroz, todos los que tienen expresi¨®n p¨²blica deben actuar de forma mucho m¨¢s responsable y cuidadosa para no aumentar aun m¨¢s el clima de odio ni difundir prejuicios (lo que ha demostrado ser un camino peligroso). Hasta la negaci¨®n debe tener l¨ªmites. Y la negaci¨®n es peor no para esos ricos caricaturizados, sino para el PT, pues ya ha pasado la hora de mirarse al espejo con la intenci¨®n de verse. Una vez m¨¢s, este discurso sin rastro de realidad solo gira en falso y empeora todo. Incluso para la publicidad y el marketing, hay l¨ªmites a la falsificaci¨®n de la realidad. Si se trata de hacer publicidad, la buena es aquella capaz de capturar los anhelos de su tiempo.
Tambi¨¦n por eso me parece que el gran problema para el PT no es quien sali¨® a las calles el domingo, ni quien golpe¨® cacerolas, sino qui¨¦n no hizo ni una cosa ni la otra, pero tampoco tiene la menor intenci¨®n de darle su apoyo, aunque ya lo haya hecho en el pasado o lo hubiera hecho hoy si el PT hubiese respetado las banderas del pasado. Estos se?alan lo que el PT ha perdido, lo que ya no es, lo que posiblemente ya no pueda volver a ser.
El PT ha traicionado algunas de sus banderas de identidad, aquellas que hacen que en su lugar sea necesario poner m¨¢scaras que no se sostienen por mucho tiempo. Las ha traicionado no solo por haberse sumado a la corrupci¨®n, que, obviamente, no fue inventada por ¨¦l en la pol¨ªtica brasile?a, un hecho que no disminuye en nada su responsabilidad. La sociedad brasile?a, como sabe cualquiera que ande por ah¨ª, es corrupta desde la panader¨ªa de la esquina hasta el Congreso. Pero ser un partido "¨¦tico" era un trazo fuerte de la construcci¨®n concreta y simb¨®lica del PT. Formaba parte de su rostro, que se desfigur¨®. Aunque todav¨ªa existan personas que merecen el m¨¢ximo respeto en el PT, as¨ª como n¨²cleos de resistencia en determinadas ¨¢reas, secretar¨ªas y ministerios, y que deben ser reconocidos como tales, el partido ha traicionado causas de base, lo que hace que resulte desconocido. Muchos de los que hoy han dejado de militar o de apoyar al PT lo han hecho para ser capaces de continuar defendiendo aquello en lo que el PT cre¨ªa. As¨ª como comprendieron que el mundo actual exige interpretaciones m¨¢s complejas. Acusar a esas personas de traici¨®n o de hacer el juego de la derecha es de una estupidez asombrosa. Incluso porque, para esas personas, el PT es la derecha.
La parte a la izquierda que ha preferido quedarse fuera de las manifestaciones a favor o contra nos recuerda que tan importante como discutir la corrupci¨®n en Petrobras es debatir la opci¨®n por combustibles f¨®siles que Petrobras representa, en un momento en que el mundo necesita reducir radicalmente sus emisiones de gases de efecto invernadero. Nos recuerda que estimular la compra de coches, como hizo el gobierno federal, es contribuir con el transporte privado individual motorizado, en vez de invertir en la ampliaci¨®n del transporte p¨²blico colectivo, as¨ª como en el uso de la bicicleta. Es tambi¨¦n ir a contracorriente, por empeorar las condiciones ambientales y de movilidad, que suelen castigar la vida de miles de brasile?os confinados durante horas en autobuses y trenes llenos de gente en un tr¨¢fico que no anda, en las grandes ciudades. Nos recuerda, aun, que estimular el consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica, como ha hecho el gobierno, es una irresponsabilidad no solo econ¨®mica, sino socioambiental, ya que los recursos son caros y finitos. As¨ª como mirar el colapso del agua pensando apenas en obras de emergencia, pero sin preocuparse por el cambio permanente de paradigma del consumo y sin preocuparse por la deforestaci¨®n tanto de la selva amaz¨®nica como del cerrado, de los los manantiales del sudeste y de los ¨²ltimos reductos sobrevivientes del bosque atl¨¢ntico fuera y dentro de las ciudades es un error monumental a medio y largo plazos.
La s¨ªntesis de las contradicciones y de las traiciones del PT en el poder no es Petrobras , sino Belo Monte
Los que no golpearon cacerolas contra el PT y no las golpear¨ªan a su favor nos recuerdan que la forma de ver el pa¨ªs (y el mundo) del lulismo puede ser excesivamente limitada para abarcar los diversos Brasiles. Los pueblos tradicionales y los pueblos ind¨ªgenas, por ejemplo, no encajan ni en la categor¨ªa "pobres" ni en la categor¨ªa "trabajadores". Pero, al construir grandes hidroel¨¦ctricas en la Amazonia, al ser el gobierno de Dilma Rousseff el que menos ha demarcado tierras ind¨ªgenas, as¨ª como ha tenido un p¨¦simo desempe?o en la creaci¨®n de reservas extractivas y unidades de conservaci¨®n, al condenar a los pueblos tradicionales al etnocidio o a la expulsi¨®n hacia la periferia de las ciudades, se convierten en pobres aquellos que nunca se hab¨ªan visto en esos t¨¦rminos. En parte, la construcci¨®n objetiva y simb¨®lica de Lula (y su forma de ver Brasil y el mundo) encarna esa contradicci¨®n (escrib¨ª sobre eso aqu¨ª), que el PT no ha sido capaz de superar una vez en el poder. En vez de hacerle frente, se libr¨® de quienes la se?alaban, como fue el caso de Marina Silva.
El PT, en el gobierno, ha priorizado un proyecto de desarrollo depredador, basado en grandes obras, que ha dejado de lado toda la complejidad socioambiental. Una elecci¨®n inadmisible en un momento en que la acci¨®n del ser humano como causa del calentamiento global solo la descartan una minor¨ªa de esc¨¦pticos del clima, en la que se incluye el actual ministro de Ciencia y Tecnolog¨ªa, Aldo Rebelo, una m¨¢s de las incre¨ªbles elecciones de Dilma Rousseff. La s¨ªntesis de las contradicciones (y tambi¨¦n de las traiciones) del PT en el poder no es Petrobras, sino Belo Monte. Sobre la central hidroel¨¦ctrica ya pesa la denuncia de que solo la constructora Camargo Corr¨ºa habr¨ªa pagado m¨¢s de 100 millones de reales en sobornos al PT y al PMDB. El pa¨ªs deber¨ªa mirar con mucha m¨¢s atenci¨®n hacia Belo Monte. Es en la Amazonia donde el PT reproduce la visi¨®n de la dictadura, al tratar la selva como un cuerpo para la explotaci¨®n, lo que pone de manifiesto, en su totalidad, las fracturas del partido al llegar al poder. Y tambi¨¦n es ah¨ª donde la falacia de que quienes critican al PT lo hacen porque no les gustan los pobres se convierte en una broma perversa.
La suerte del PT es que la Amazonia queda lejos para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y sale menos en la prensa de lo que deber¨ªa, o sale con una visi¨®n de mundo urbana, que no reconoce en el otro ni la diferencia ni el derecho a ser diferente. De lo contrario, las barbaridades cometidas por PT contra los trabajadores pobres, los pueblos ind¨ªgenas, las poblaciones tradicionales y una selva estrat¨¦gica para el clima, para el presente y para el futuro, ser¨ªan reconocidas como el esc¨¢ndalo que de hecho constituyen. Es tambi¨¦n de eso que se acuerdan aquellos que no gritaron contra Dilma Rousseff, pero tampoco la defendieron.
Asimismo, se acuerdan de que el PT no hizo la reforma agraria; se qued¨® corto en la salud y la educaci¨®n y transform¨® el "Brasil, Patria Educadora" en un lema nacido muerto; se avanz¨® poco en una pol¨ªtica para las drogas que vaya m¨¢s all¨¢ de la prohibici¨®n y de la represi¨®n, un modelo que encarcela a miles de peque?os traficantes en un sistema penitenciario sobre el cual el ministro de Justicia, Jos¨¦ Eduardo Cardozo, ya ha dicho que "prefiere morir antes que cumplir una condena"; coopt¨® a una gran parte de los movimientos sociales (que se dejaron cooptar por conveniencia, cabe recordar); prioriz¨® la inclusi¨®n social por medio del consumo, no de la ciudadan¨ªa; retrocedi¨® en cuestiones como el kit antihomofobia y el aborto; se ali¨® a lo m¨¢s viciado que hab¨ªa en la pol¨ªtica brasile?a y a los viejos clanes de los coroneles, como el de los Sarney.
Esto es tanto o m¨¢s importante que la corrupci¨®n, acerca de la cual siempre se puede decir que comenz¨® mucho antes y atraviesa la mayor¨ªa de los partidos, lo que tambi¨¦n es cierto. Observar este escenario con honestidad despu¨¦s de m¨¢s de
12 a?os de gobierno del PT no significa dejar de reconocer el enorme avance que el PT en el poder tambi¨¦n ha representado. Pero los avances no pueden anular ni las traiciones, ni los retrocesos, ni las omisiones, ni los errores. Es necesario enfrentar la complejidad, por todas las razones y porque tambi¨¦n dice mucho del fracaso del sistema pol¨ªtico en el que el pa¨ªs est¨¢ atascado, mucho m¨¢s all¨¢ de un partido y de un mandato.
El secuestro de los sue?os de al menos dos generaciones de la izquierda es la herencia m¨¢s maldita del PT y aun no se ha dado a conocer en toda su gama de sentidos para el futuro
Hay algo que el PT ha secuestrado de al menos dos generaciones de la izquierda y que es su herencia m¨¢s maldita. Es la que va a marcar d¨¦cadas, no un mandato. He entrevistado a personas que ayudaron a construir el PT, que hicieron de esa construcci¨®n un proyecto de vida, centrado en luchas espec¨ªficas. Esas personas se sienten traicionadas porque el partido rasg¨® sus causas y se aline¨® con sus torturadores. Pero no traicionadas como alguien de 30 a?os se puede sentir traicionado en sus ¨²ltimos votos. Este tiene tiempo de construir un proyecto a partir de las nuevas experiencias pol¨ªticas de participaci¨®n que se abren en este momento hist¨®rico tan particular. Los mayores, aquellos que estuvieron en la fundaci¨®n, no. Estos se sienten traicionados como alguien que no tiene otra vida para construir y creer en un nuevo proyecto. Es algo profundo y tambi¨¦n brutal. Es la vida misma que pasa a girar en falso. Y justo en el momento m¨¢s crucial de ella, que es cerca del final o, al menos, en sus ¨²ltimas d¨¦cadas. Es un fracaso tambi¨¦n personal. Lo que sus palabras expresan es un testimonio de aniquilaci¨®n. Algunas de esas personas lloraron este domingo, dentro de casa, al ver por la televisi¨®n c¨®mo el PT perd¨ªa las calles, como si estuviesen ante una especie de muerte.
El PT, a traicionar algunas de sus ideas m¨¢s queridas, ha cavado un hoyo en Brasil. Uno muy grande, que aun necesitar¨¢ tiempo para convertirse en una marca. No sirve de nada decir que otros partidos se corrompieron, que otros partidos retrocedieron, que otros partidos se aliaron con los viejos y viciados zorros pol¨ªticos. Es cierto. Pero el PT ten¨ªa un lugar ¨²nico en el espectro partidario de la redemocratizaci¨®n . Ocupaba un imaginario muy particular en un momento en el que se necesitaba construir nuevos sentidos para Brasil. Era el partido "diferente". Quien cre¨ªa en el PT esperaba mucho m¨¢s de ¨¦l, lo que explica el tama?o del dolor de aquellos que cancelaron su filiaci¨®n o dejaron de militar en el partido. La decepci¨®n es siempre proporcional a la esperanza que se hab¨ªa depositado en aquello que defraud¨®.
Esa herencia es lo que necesitamos entender mejor, para comprender cu¨¢l es la profundidad de su impacto en el pa¨ªs. Y tambi¨¦n para pensar en c¨®mo puede ocuparse ese vac¨ªo; posiblemente no por un partido, al menos no uno en los moldes tradicionales. Como se sabe, el vac¨ªo no se mantiene. Quien cree en las banderas que el PT ya ha tenido debe dejar de pelearse entre s¨ª, as¨ª como de descalificar a todos los dem¨¢s como "coxinhas" (adjetivo peyorativo usado para referirse a j¨®venes conservadores, por lo general con bastante poder adquisitivo ) y encontrar formas de ocupar este espacio, ya que el momento es l¨ªmite. El PT le debe a la sociedad brasile?a un ajuste de cuentas consigo mismo, porque el discurso de los pobres contra los ricos ya se ha convertido en humo. No se puede mantener la desconexi¨®n de la realidad, lo que constituye una forma est¨²pida de negaci¨®n.
Para el PT, la herencia m¨¢s maldita que carga es el silencio de aquellos que un d¨ªa lo apoyaron, en el momento en que pierde las calles de manera apote¨®sica. El PT necesita despertar, s¨ª; pero la izquierda, tambi¨¦n.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum
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