Lenar Sagidulin: ¡°Que el mundo nunca olvide lo que sucedi¨® aqu¨ª¡±
Ingeniero nuclear especializado en seguridad, su familia fue evacuada de la ciudad de Pr¨ªpiat
Lenar Sagidulin era un joven ingeniero, casado y con un hijo de 2 a?os, que viv¨ªa en la mod¨¦lica ciudad sovi¨¦tica de Pr¨ªpiat, inaugurada en 1970 para albergar a las familias de los trabajadores de la central nuclear de Chern¨®bil. La madrugada del 26 de abril de 1986, cuando el reactor n¨²mero 4 explot¨® y provoc¨® el mayor desastre nuclear civil de la historia, dorm¨ªa en su apartamento: aquel d¨ªa no estaba de turno. Cuando despert¨®, la cosa no parec¨ªa demasiado grave.
La vida de los casi 50.000 habitantes de Pr¨ªpiat sigui¨® como de costumbre. Los ni?os fueron al colegio y salieron a jugar a la hora del patio. Sab¨ªan que algo hab¨ªa ocurrido en la central; algunos caminaron hasta un puente cercano desde donde vieron salir humo del reactor n¨²mero 4. Pero jam¨¢s pensaron que no volver¨ªan a pisar sus casas. Un accidente era absolutamente imposible, sol¨ªan repetir las autoridades sovi¨¦ticas.
Sagidulin, de 59 a?os, vive hoy en Kiev y trabaja en seguridad nuclear. Tras el accidente, su familia fue evacuada casi con lo puesto: el pasaporte y algo de dinero. ¡°Nos dijeron que eran solo tres d¨ªas¡±, relata. A ¨¦l su jefe le pidi¨® que se quedara a ayudar en las tareas de mitigaci¨®n. ¡°Lo ¨²nico ¨²til que hice en esos dos o tres d¨ªas fue enterrar a uno de mis mejores amigos¡±, suspira este martes de marzo frente al monumento que recuerda la tragedia en el pueblo de Chern¨®bil, dentro de la zona de exclusi¨®n de 30 kil¨®metros. Perdi¨® a dos amigos, que cayeron fulminados por las altas dosis de radiaci¨®n en los primeros d¨ªas.
Confiesa que, por m¨¢s tiempo que pase, la tragedia sigue fresca en su memoria: ¡°En un instante pierdes el trabajo, tu casa, a algunos de tus mejores amigos. ?C¨®mo se puede olvidar eso? ?C¨®mo olvidar que un d¨ªa tuviste que empezar tu vida casi desde cero?¡±. El proyecto del nuevo sarc¨®fago le da tranquilidad. Explica que el viejo se construy¨® con las evidentes prisas del momento y que est¨¢ adosado a estructuras inestables que podr¨ªan derrumbarse en cualquier momento. Eso por no hablar de las grietas que ha habido que ir reparando durante los ¨²ltimos a?os.
¡°Para m¨ª la seguridad nuclear no son solo palabras. El mundo no tiene que olvidar lo que sucedi¨® aqu¨ª y las consecuencias", asegura. Al contrario de lo que predicaban las autoridades sovi¨¦ticas, los accidentes ocurren, recuerda. ¡°Ah¨ª est¨¢ Three Mile Island y Fukushima, en otros lugares del mundo, para corroborarlo¡±. Cuando tratas con energ¨ªa nuclear no te puedes relajar, a?ade: ¡°El accidente no hubiera sucedido de contar con un dise?o robusto y otra actitud ante la cultura de la seguridad¡±.
Sagidulin volvi¨® a su apartamento en noviembre de 1986. Como a otros residentes, le prestaron una peque?a furgoneta y 10 bolsas de pl¨¢stico en las que tuvo que meter los restos de su vida anterior. ¡°A los objetos les pasaban los dos¨ªmetros para comprobar si estaban contaminados. Mucha ropa lo estaba, porque hay tejidos que absorben la radiaci¨®n, y all¨ª se quedaron¡±.
El ingeniero sigui¨® trabajando en la puesta en marcha de los otros reactores, y en 1989 le ofrecieron una casita en Slavutich, a 55 kil¨®metros de la central, y trabajo como ingeniero en la central, que sigui¨® en funcionamiento hasta el a?o 2000. ¡°El suelo estaba limpio porque hab¨ªan tra¨ªdo tierra de otro sitio, pero el bosque de alrededor estaba muy contaminado y no quise someter a mi hijo a m¨¢s radiaci¨®n, as¨ª que me fui a Kiev a buscar trabajo¡±.
Hace tres a?os su hijo, ya casi treinta?ero, quiso conocer sus or¨ªgenes y viaj¨® a la ciudad fantasma de Pr¨ªpiat y al apartamento de sus padres. De vuelta le ense?¨® las fotos, pero ni ellas ni la curiosidad de ver con sus propios ojos lo que queda de aquella etapa ha hecho que tenga ganas de volver.
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