Haltern, el pueblo alem¨¢n que perdi¨® 16 adolescentes y dos profesores
El instituto reabre con sesiones de apoyo para que alumnos y docentes superen el trauma
Ninguno de los 38.000 habitantes de Haltern olvidar¨¢ nunca el 24 de marzo de 2015. Lara Beer es uno de ellos. Esta chica de 14 a?os se dirig¨ªa el martes a buscar a su amiga Paula a la estaci¨®n de tren, situada a tan solo unos metros de su instituto. Tras una semana sin comunicarse porque su compa?era hab¨ªa viajado a Espa?a de intercambio, ten¨ªan muchas cosas que contarse. La ¨²ltima vez que se vieron fue antes del viaje de Paula a Catalu?a. Entonces no hicieron nada especial, simplemente andar por la calle. "Y re¨ªrnos a carcajadas, como siempre hac¨ªamos", recuerda. Pero Lara recibi¨® una llamada de sus padres. Le dec¨ªan que no fuera a la estaci¨®n. Rotos por el dolor, a los padres de su amiga les acababan de decir que Paula viajaba en el vuelo 4U 9525 de Germanwings con destino a D¨¹sseldorf que se estrell¨® en torno a las 11 de la ma?ana en un rec¨®ndito lugar de los Alpes franceses.
Lara cuenta su historia frente al instituto Joseph K?nig de la peque?a ciudad de Haltern am See. Adem¨¢s de Paula, otros 15 estudiantes y dos profesoras de este centro perdieron la vida en las monta?as del sur de Francia. "Estamos todos en shock. No puedo concebir que ella simplemente ya no est¨¢ aqu¨ª, que ha desaparecido. Ayer [martes] estuvieron en mi casa sus padres y no se hac¨ªan a la idea de lo que ha pasado. Es horrible", dec¨ªa con la voz entrecortada por el llanto.
Es dif¨ªcil imaginar un golpe m¨¢s duro que pueda sufrir una tranquila poblaci¨®n como Haltern. La gente se pregunta ahora c¨®mo va a continuar con sus vidas tras este tr¨¢gico martes que nadie aqu¨ª olvidar¨¢ jam¨¢s. Pero las respuestas escasean. El alcalde, el democristiano Bodo Klimpel, trat¨® de articular alguna en una multitudinaria rueda de prensa improvisada en la ma?ana del mi¨¦rcoles en el Ayuntamiento. "Nos queda una herida que no desaparecer¨¢. Haltern nunca volver¨¢ a ser el mismo", dijo mientras hac¨ªa un esfuerzo evidente al pronunciar cada palabra y tratar de racionalizar lo que no tiene explicaci¨®n.
Unos metros m¨¢s lejos, en el instituto en el que ya siempre faltar¨¢n 18 personas, las respuestas eran a¨²n m¨¢s dif¨ªciles. Como si se tratara de un d¨ªa m¨¢s, los estudiantes acud¨ªan en bicicleta puntuales al centro a las ocho de la ma?ana. Pero all¨ª no les esperaban las habituales lecciones de matem¨¢ticas o ingl¨¦s. El Joseph K?nig no ofrecer¨¢ estos d¨ªas clases, sino sesiones de apoyo para sus estudiantes y profesores. Quieren ayudarles as¨ª a afrontar el golpe que acaban de sufrir y darles la oportunidad de hacer lo que necesiten: hablar de lo sucedido, llorar, gritar o simplemente permanecer en silencio. Como se?al¨® el alcalde Klimpel, en una localidad tan peque?a casi no hay una familia que no conozca, aunque sea de forma indirecta, a alguna de las v¨ªctimas. En Haltern, todos est¨¢n tocados.
"El mi¨¦rcoles tampoco habr¨¢ clases y no puedo imaginarme que se vayan a retomar en los pr¨®ximos d¨ªas", se?alaba una portavoz de la polic¨ªa. "No s¨¦ qu¨¦ me voy a encontrar all¨ª, solo s¨¦ que estar¨¦ contenta si puedo servir de ayuda", declaraba sin tiempo para detenerse Eva Maria Pauly, una jubilada de 71 a?os que ya hab¨ªa participado como voluntaria de apoyo psicol¨®gico en otras cat¨¢strofes, pero nunca en una tan grande como esta, la mayor cat¨¢strofe sufrida nunca por una aerol¨ªnea alemana. El instituto Joseph K?nig no ha decidido a¨²n si suspender¨¢ el programa de intercambio de estudiantes con la localidad catalana de Llinars del Vall¨¦s en el que participaban los v¨ªctimas.
La huella del dolor se esparce por toda la ciudad. Adolescentes en grupo o acompa?ados por sus padres entraban el martes con los ojos enrojecidos en la iglesia cat¨®lica de Saint Sixtus. Junto a las velas y flores depositadas en el suelo, un libro de condolencias muestra mucho de lo que est¨¢ pasando aqu¨ª. Como una conmovedora carta de despedida firmada por 16 alumnos a su profesora de matem¨¢ticas: "El 16 de marzo nos hicimos una foto de grupo porque usted se iba a Espa?a. Estaba muy contenta por el viaje. Ayer deber¨ªamos haber tenido clase de mates y usted deber¨ªa habernos corregido los problemas. Nos ha preparado muy bien durante dos a?os para la selectividad. Vamos a echarla de menos. Esperamos que le guste el lugar donde est¨¢. Nosotros no vamos a olvidarla".
Pero quiz¨¢s la respuesta m¨¢s lucida de todas las o¨ªdas en Haltern la daba el estudiante de 17 a?os Yanis Jung despu¨¦s de participar en la ceremonia de despedida en la que habl¨® la ministra regional de Educaci¨®n, los responsables del instituto y un obispo. Tras los discursos, los estudiantes encendieron velas, escucharon m¨²sica y tuvieron tiempo para sentirse cerca los unos de los otros. "No s¨¦ s¨ª podr¨¦ responder a sus preguntas. ?Qu¨¦ se puede decir cuando algo as¨ª sucede? Nada", dec¨ªa el joven. Luego lo pens¨® mejor y a?adi¨®: "Est¨¢ bien tener apoyo externo. Pero lo m¨¢s importante de todo es que nosotros nos apoyemos los unos a los otros. Es la ¨²nica manera de salir de esta".
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