Alemania frente a los estereotipos
La tragedia del avi¨®n de Germanwings evidencia el contraste entre t¨®picos y realidad
No es f¨¢cil escribir sobre estas cosas cuando todav¨ªa nos encontramos bajo el impacto de la tragedia del avi¨®n de Germanwings y despu¨¦s de asistir al perfecto engranaje de cooperaci¨®n europea que sigui¨® al accidente. Pero estoy seguro de que muchos de ustedes sintieron, junto al l¨®gico dolor por las v¨ªctimas, un cierto alivio porque el avi¨®n siniestrado no fuera de bandera espa?ola. Y ese alivio muy probablemente ir¨ªa en aumento a medida que fueron conoci¨¦ndose las circunstancias del suceso. ?Se imaginan las reacciones en la prensa alemana y de otros pa¨ªses europeos de haberse tratado, digamos, de un vuelo de Iberia Express? ?Qu¨¦ no hubieran dicho sobre nuestra supuesta improvisaci¨®n, ausencia de controles, o dejadez en general? Hubi¨¦ramos sido un blanco sencillo para ser torpedeados en nuestro orgullo nacional por importantes sectores de la prensa sensacionalista. Y la raz¨®n es evidente, hay ya un terreno abonado construido a partir de estereotipos nacionales que funcionan con una inmensa capacidad de convicci¨®n. Ricemos el rizo, supongamos que el avi¨®n sal¨ªa de Tesal¨®nica y era de una compa?¨ªa griega. La imputaci¨®n en ese caso hubiera ido mucho m¨¢s all¨¢ de la acci¨®n individual del copiloto para trasladarse a la situaci¨®n general de dicho pa¨ªs.
?Se imaginan las reacciones en la prensa alemana y de otros pa¨ªses europeos de haberse tratado, digamos, de un vuelo de Iberia Express?
La propia reacci¨®n de los medios alemanes fue de una inmensa perplejidad precisamente porque romp¨ªa con el estereotipo que ellos tienen de s¨ª mismos, del pa¨ªs de los mil controles y la perfecta maquinaria organizativa. El trastorno, del signo que sea, que afect¨® a Andreas Lubitz tuvo que haber sido previsto, y los discursos sobre la ¡°sociedad del riesgo¡± u otras circunstancias personales del copiloto ofrecen poco alivio. En alg¨²n lugar de la cadena hubo un error que pas¨® desapercibido y tuvo los efectos que ya conocemos. A pesar de la (mala) fama que en estos asuntos tenemos por otros lares, nosotros hubi¨¦ramos reaccionado igual.
Lejos de m¨ª el utilizar este luctuoso acontecimiento como acicate para abundar en los t¨®picos. Mi intenci¨®n es la contraria, valerme de ¨¦l para, mediante la introducci¨®n de un contraf¨¢ctico, contribuir a romper el poder que hoy en d¨ªa siguen teniendo los estereotipos. En Alemania tambi¨¦n se retrasan los trenes y aqu¨ª a veces nos sorprende lo tremendamente puntuales que son. Ni aqu¨¦lla es una sociedad perfecta, ni las del sur de Europa son el desastre que se percibe desde el norte. Y si hay algo que han demostrado las actuaciones de despu¨¦s del accidente es que m¨¢s all¨¢ de las ret¨®ricas, los prejuicios y las ofuscaciones de unos pa¨ªses hacia otros, en lo sustancial estamos a un nivel parecido y los engranajes cooperativos pueden hacerse funcionar con eficacia. En gran parte, porque la UE nos regula a todos por igual, nos homogeneiza y compensa nuestros desequilibrios.
Lo conseguido de facto en el ¨¢mbito organizativo no se ha trasladado, sin embargo, a las mentes de las diferentes ciudadan¨ªas. En plena crisis del euro, cuando se produjeron en Alemania unas misteriosas muertes provocadas aparentemente por pepinos espa?oles, un diario de Berl¨ªn titul¨®: ¡°El culpable es un sureuropeo¡±. Al final la causa estaba en unos brotes de soja de otro lugar. Pero el da?o ya estaba hecho. Seamos serios, no alimentemos el espantajo de los chivos expiatorios o los topicazos.
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