A Brasilia, solo con pasaporte

En la pel¨ªcula Branco sai, preto fica, en cartelera en los cines de Brasil, para llegar a Brasilia es necesario el pasaporte. El elemento de ficci¨®n se?ala la brutal realidad del apartheid entre ciudades sat¨¦lite como Ceil?ndia, donde tiene lugar la historia, y el centro del poder, donde se decide la vida de todos los dem¨¢s. Se?ala un apartheid entre Brasilia y Brasil. Al pensar en el Congreso de Brasil, es as¨ª como la mayor¨ªa de los brasile?os se sienten: apartados. El Congreso apenas ha comenzado la actual legislatura y tiene hoy una de las peores evaluaciones desde la redemocratizaci¨®n de Brasil: seg¨²n el instituto Datafolha, solo un 9% consideran su actuaci¨®n como ¨®ptima o buena, un 50% la eval¨²an como mala o p¨¦sima. Es como si hubiera una divisi¨®n entre los representantes del pueblo y el pueblo que los ha elegido. Es como si uno no tuviese nada que ver con el otro, como si nadie supiese de qui¨¦nes fueron los votos que pusieron a aquellos tipos en la C¨¢mara y en el Senado, haci¨¦ndolos as¨ª diputados y senadores, es como si el d¨ªa de las elecciones los alien¨ªgenas nos hubieran clonado y hubieran elegido Congreso que ah¨ª est¨¢. Es como si el alma corrupta de Brasil estuviese toda all¨ª. Y aqu¨ª, lo que se llama pueblo brasile?o no se reconociese ni en la corrupci¨®n ni el oportunismo ni en el cinismo.

Hay, sin embargo, una posibilidad de que ese sentimiento de escisi¨®n desaparezca, y Brasil puede ser testigo de por lo menos un gran momento de comuni¨®n entre el Congreso y el pueblo. Alma corrupta con alma corrupta. Cinismo con cinismo. La Comisi¨®n de Constituci¨®n y Justicia de la C¨¢mara puede decidir, esta semana, la admisibilidad de la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 171/93, que reduce la edad de responsabilidad penal de 18 a 16 a?os. Si esto sucede, la propuesta, que estaba encajonada desde el inicio de los a?os noventa, habr¨¢ vencido una barrera importante y seguir¨¢ su camino en la C¨¢mara y en el Senado. Ante el Congreso m¨¢s conservador desde la redemocratizaci¨®n, con el crecimiento de la "bancada de la bala", formada por parlamentarios vinculados a las fuerzas de represi¨®n, hay una posibilidad considerable de que se apruebe. Y entonces el Parlamento y el pueblo latir¨¢n con un solo coraz¨®n. Podrido, pero al un¨ªsono.

La reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal como medida para reducir la impunidad y aumentar la seguridad es una fantas¨ªa creada para encubrir la verdadera violencia. Seg¨²n Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), de los 21 millones de adolescentes brasile?os, solo el 0,013% cometieron actos contra la vida. Pero ellos son los que est¨¢n siendo sistem¨¢ticamente asesinados: Brasil es el segundo pa¨ªs del mundo en n¨²mero absoluto de homicidios de adolescentes, detr¨¢s tan solo de Nigeria. Hoy, los homicidios representan el 36,5% de las causas de muerte por factores externos de adolescentes en el pa¨ªs, mientras que para la poblaci¨®n total corresponden al 4,8%. M¨¢s de 33.000 brasile?os entre 12 y 18 a?os fueron asesinados entre 2006 y 2012. Si las condiciones actuales prevalecen, dice UNICEF, hasta 2019 otros 42.000 ser¨¢n asesinados en Brasil.

?Qui¨¦n est¨¢ violando a qui¨¦n? ?Qui¨¦n no est¨¢ protegiendo a qui¨¦n? ?Qui¨¦n debe considerarse responsable de no garantizar el derecho a vivir aparte de los ni?os y adolescentes?

Hay una verdad m¨¢s dura sobre nosotros: nuestra alma corrupta

Sin embargo, m¨¢s de un 90% de los brasile?os, seg¨²n una investigaci¨®n realizada en 2013 por la Confederaci¨®n Nacional de los Transportes de Brasil, aprueban que se meta a los adolescentes en c¨¢rceles que violan las leyes y los derechos humanos m¨¢s b¨¢sicos, en el cuarto sistema penitenciario m¨¢s poblado del mundo, en flagrante colapso e incompetente en la garant¨ªa de las condiciones para que una persona construya otro destino que no sea el crimen. Si se aprueba esta violaci¨®n de la Constituci¨®n, la seguridad no aumentar¨¢. Lo que aumentar¨¢ ser¨¢ la violencia. Y la capacidad de la sociedad brasile?a de producir crimen disfrazado de legalidad.

Parte de la sensaci¨®n de que hay un ej¨¦rcito de ni?os y adolescentes perversos, listos para atacar "a los ciudadanos de bien", suele atribuirse a la enorme repercusi¨®n de cr¨ªmenes macabros en los que hayan participado menores. Aquello que es una excepci¨®n, al amplificarse como si fuese la regla, en regla se convierte. Las estad¨ªsticas desmienten claramente este imaginario, pero el sentimiento, reforzado por parte de los medios de comunicaci¨®n, ser¨ªa m¨¢s fuerte que la raz¨®n. Se convertir¨ªa entonces en una creencia acerca de la realidad, manipulada por quienes de ella se benefician para justificar sus lucros, sus empleos y su propia violencia, esta s¨ª amparada por cifras muy elocuentes.

Esta es una parte de la verdad, pero no toda. Es la parte de la verdad benigna para la sociedad brasile?a, que solo apoyar¨ªa la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal por ser enga?ada y manipulada por los medios de comunicaci¨®n o por los diputados o por la industria de la seguridad. Manipulada por alguien, alg¨²n otro astuto y diab¨®lico, que la llevar¨ªa a conclusiones err¨®neas para obtener beneficios para s¨ª o para corporaciones p¨²blicas y privadas. Ser¨ªa un aliento si esta fuese la mejor explicaci¨®n, porque bastar¨ªan la aclaraci¨®n y el tratamiento correcto de los hechos para que la sociedad llegase a un an¨¢lisis coherente de la realidad y a la obvia conclusi¨®n de que la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal solo servir¨ªa para producir m¨¢s crimen contra los mismos de siempre.

Los mismos que claman por la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal conviven sin espanto con el genocidio de la juventud negra y pobre de los suburbios

Pero hay una verdad m¨¢s dura sobre nosotros. Es la de nuestra alma podrida por un tipo de corrupci¨®n mucho m¨¢s brutal que la revelada por la Operaci¨®n Lava Jato, con consecuencias m¨¢s terribles que aquella se?alada con tanta fuerza en las calles. Cada a?o, una parte de la juventud brasile?a, menor y mayor de edad, es masacrada. Y la misma mayor¨ªa que pide a gritos la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal no se indigna. Ni siquiera le importa. En Brasil, 7 j¨®venes de 15 a 29 a?os son asesinados cada dos horas, 82 al d¨ªa, 30.000 al a?o. Esos muertos tienen color: un 77% son negros. Mientras el asesinato de j¨®venes blancos disminuye, el de j¨®venes negros aumenta, como muestra el Mapa de la Violencia de 2014.

Hay una parte creciente de la juventud negra, pobre y residente en los suburbios, que muere antes de llegar a la edad adulta. En un pa¨ªs donde la esperanza de vida ha llegado a los 74,9 a?os, esa parte muere con una edad semejante a la de un esclavo en el siglo 19. Y eso no causa espanto. Nadie sale a la calle para denunciar este genocidio y pedir a gritos que acabe. Son pocos los que se indignan y menos aun los que tratan de impedir esa masacre diaria.

?C¨®mo vivimos mientras mueren? ?C¨®mo y qu¨¦ dormimos con los gritos de sus madres? Posiblemente porque naturalizamos su muerte, lo que significa comprender lo incomprensible: que dentro de nosotros creemos que el asesinato anual de miles de j¨®venes negros y pobres es normal. Y, si esa es la realidad, la de que somos aun peores que los se?ores de esclavos, ?qu¨¦ hace de nosotros esa verdad?

Sucede todos los d¨ªas. Y la mayor¨ªa de las muertes no merecen ni siquiera una menci¨®n en la prensa. Cuando era una reportera policial y llamaba a las comisar¨ªas preguntando qu¨¦ hab¨ªa ocurrido durante la madrugada, siempre hab¨ªa ocurrido, pero se ve¨ªa como un desacontecimiento. "No ocurri¨® nada", era la respuesta invariable de los agentes de polic¨ªa en servicio. Hab¨ªan muerto varios, pero eran de la cuota de los que pueden morir. Estas ser¨ªan las muertes no investigadas, las muertes que no ser¨ªan noticia. El crimen que merec¨ªa investigaci¨®n y cobertura, ya se sobreentend¨ªa, era de blanco y, de preferencia, rico, o al menos de clase media. Se dec¨ªa, en el pasado, que la mejor escuela de periodismo era la secci¨®n de sucesos. Era, de hecho, la mejor escuela para comprender en profundidad los engranajes que mueven la sociedad brasile?a, porque ya en la primera clase se aprend¨ªa que la muerte de unos es noticia, la de otros es estad¨ªstica.

As¨ª como los se?ores de esclavos interiorizaban que los negros eran cosas o, seg¨²n el momento, al menos una categor¨ªa inferior en la jerarqu¨ªa de las gentes, m¨¢s de un siglo despu¨¦s de la abolici¨®n oficial de la esclavitud, la sociedad brasile?a naturaliz¨® que hay una parte de la juventud negra que puede ser asesinada en torno a los 20 a?os sin que nadie se espante. Si de hecho fu¨¦semos personas decentes, ?no ser¨ªa eso lo que deber¨ªamos estar gritando desesperadamente en las calles? Pero nos corrompimos, o nunca conseguimos dejar la condici¨®n de corruptos de alma.

En vez de eso, se pide a gritos la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal, para poner a aquellos que la sociedad no protege cada vez m¨¢s temprano en prisiones donde todo el mundo sabe cu¨¢n corriente es la rutina de torturas y violaciones, sin contar con el hacinamiento, que hace que en muchas celdas sea necesario alternar los que duermen con los que se mantienen despiertos, porque no hay espacio para que todos se acuesten. Como si no supi¨¦ramos que las unidades que internan a adolescentes infractores, en contra de la ley, son, en la pr¨¢ctica, c¨¢rceles, infiernos en miniatura, con todo tipo de violaciones de los derechos m¨¢s b¨¢sicos. ?Alguien, en los d¨ªas de hoy, puede alegar que desconoce que es as¨ª? Y entonces, ?c¨®mo es posible convivir con eso?

El 24 de marzo, en el debate sobre la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal de la Comisi¨®n de Constituci¨®n y Justicia de la C¨¢mara, el diputado "comisario de polic¨ªa" ?der Mauro (PSD-PA) habr¨ªa afirmado, seg¨²n la cobertura del portal jur¨ªdico Jota en Twitter: "No podemos aceptar que, as¨ª como el Estado Isl¨¢mico mata en nombre de la religi¨®n, los menores infractores, delincuentes infractores, menores de este pa¨ªs, maten bajo la protecci¨®n del ECA [Estatuto del Ni?o y el Adolescente, por las siglas en portugu¨¦s]". ?C¨®mo una burrada de este porte no se convierte en un esc¨¢ndalo? Comparar la ley que ampara a los ni?os y adolescentes con las (des)razones alegadas por el Estado Isl¨¢mico para decapitar y quemar a personas es una afrenta a la inteligencia, pero la discusi¨®n en la C¨¢mara sobre un tema tan crucial baja a niveles de cloaca. La sesi¨®n se levant¨® despu¨¦s de una fuerte discusi¨®n en la que fue necesario separar a otros dos diputados. Y as¨ª, el Estatuto del Ni?o y del Adolescente, una de las leyes m¨¢s admiradas y copiadas en el mundo entero, pero que infelizmente hasta hoy no se ha implementado en su totalidad, se coloca en la misma frase que el Estado Isl¨¢mico. Algunos colegas me sugirieron que no deber¨ªa darle espacio a la declaraci¨®n de un diputado de este calibre, pero ¨¦l est¨¢ all¨¢, elegido, bien pagado y vociferando tonter¨ªas peligrosas en el parlamento del pa¨ªs. Es necesario tomar muy en serio la estupidez con poder, una lecci¨®n que ya deber¨ªamos haber aprendido.

El debate en la Comisi¨®n de Constituci¨®n y Justicia baj¨® a niveles de cloaca

Es cierto que "la carne m¨¢s barata del mercado es la carne negra". Es lo que descubri¨® Alan de Souza Lima, de 15 a?os, en febrero, en la favela de Palmeirinha, en Hon¨®rio Gurgel, un suburbio de R¨ªo. Muri¨® con el tel¨¦fono m¨®vil en la mano, y solo por eso dej¨® de ser apenas una estad¨ªstica para convertirse en un relato, con nombre y apellido y una historia en los peri¨®dicos. Alan estaba hablando con dos amigos m¨¢s y grababa un v¨ªdeo en el m¨®vil. Acab¨® documentando su agon¨ªa, despu¨¦s de recibir los tiros de la polic¨ªa. Como de costumbre, la Polic¨ªa Militar (PM) aleg¨® el famoso "enfrentamiento con la polic¨ªa", el argumento est¨¢ndar con el que la PM normalmente justifica su asombrosa letalidad, una de las campeonas del mundo. Y de inmediato acusaron a los tres de estar armados y de resistirse a la detenci¨®n. Pero Alan mor¨ªa y grababa. La grabaci¨®n, que fue a parar en Internet, mostraba que no presentaron resistencia. Chauan Jambre Cez¨¢rio, de 19 a?os, recibi¨® un disparo en el pecho. ?l vende t¨¦ mate en la playa y sobrevivi¨® para decir que nunca hab¨ªa utilizado un arma. La culpa de los chicos era la de vivir en una favela, donde la ley no escrita, pero vigente, autoriza a la PM a matar. En el v¨ªdeo hay una frase que deber¨ªa estar haciendo eco sin parar en nuestra cabeza. Cuando uno de los agentes de polic¨ªa les pregunta a los chicos por qu¨¦ estaban corriendo, uno de ellos responde:

- Est¨¢bamos jugando, se?or.

La frase deber¨ªa quedarse haciendo eco en nuestra cabeza hasta que nos respetemos a nosotros mismos hasta el punto de levantarnos contra el genocidio diario de la juventud de Brasil.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or.

Est¨¢bamos jugando, se?or. Y entonces el se?or dispar¨®. Hiri¨®. Mat¨®.

Aquellos que salieron a las calles a gritar contra la corrupci¨®n tomaron selfies con una de las polic¨ªas que m¨¢s mata en el mundo. Solo la Polic¨ªa Militar del estado de S?o Paulo, gobernado desde hace m¨¢s de 20 a?os por el PSDB, mat¨®, en 2014, a una persona cada diez horas. Si los manifestantes que tomaron selfies con la PM en la protesta del 15 de marzo en la Avenida Paulista admiran la corporaci¨®n por la eficiencia, necesitamos entender lo que esos brasile?os entienden por corrupci¨®n, en el sentido m¨¢s profundo del concepto.

Los manifestantes del 15 de marzo, que protestaron contra la corrupci¨®n, tomaron selfis con una de las polic¨ªas que m¨¢s mata en el mundo

En una investigaci¨®n de la Universidad Federal de S?o Carlos (UFSCar), titulada Desigualdad racial y seguridad ciudadana en S?o Paulo, las investigadoras Jacqueline Sinhoretto, Giane Silvestre y Mar¨ªa Carolina Schlittler llegaron a conclusiones terror¨ªficas. Al menos un 61% de las v¨ªctimas que la polic¨ªa mata son negras. Y m¨¢s de la mitad son menores de 24 a?os. Por su parte, un 79% de los polic¨ªas que mataron son blancos. El factor racial es determinante: las acciones de la polic¨ªa se cobran tres veces m¨¢s v¨ªctimas negras que blancas. Las muertes se naturalizan: solo el 1,6% de los autores fueron acusados como responsables de los cr¨ªmenes. Es la polic¨ªa militar la responsable de un 95% de la letalidad policial en el estado de S?o Paulo.

En febrero, la PM de Salvador ejecut¨® a 12 j¨®venes en el barrio de Cabula. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez. Once. Doce.

?Qu¨¦ dijo el gobernador de Bah¨ªa despu¨¦s de que cayeran al suelo los cuerpos por la polic¨ªa que ¨¦l comanda? La comparaci¨®n jam¨¢s debe olvidarse. Tras felicitar a la PM, Rui Costa (PT-BA) compar¨® la posici¨®n del agente de polic¨ªa ante los sospechosos con la de "un artillero delante de la porter¨ªa, que intenta decidir, en algunos segundos, c¨®mo va a mandar la bola a la red, para marcar el gol". A Rui Costa le aplaudieron much¨ªsimo.

El f¨²tbol sigue diciendo mucho acerca de Brasil: meter una bala en el cuerpo de un negro es lo mismo que marcar un gol, dice el gobernador de Bah¨ªa

Eso es todo. Meter una bala en el cuerpo de j¨®venes negros y pobres de los suburbios es hacer como la Alemania en el m¨ªtico 7-1 contra Brasil: "Meter la bola en la porter¨ªa". Y eso dicho no en los tiempos de Ant?nio Carlos Magalh?es, el poderoso cacique de Bah¨ªa, sino en los del gobernador del Partido de los Trabajadores, supuestamente de izquierda. El f¨²tbol sigue diciendo mucho acerca de Brasil.

Por eso, en la pel¨ªcula Branco sai, preto fica, quien es negro y pobre necesita un pasaporte para entrar en Brasilia. El t¨ªtulo de la pel¨ªcula es la frase gritada por la polic¨ªa al invadir un baile en el Quarent?o, en Ceil?ndia, la noche del 5 de marzo de 1986, donde los j¨®venes bailaban, despu¨¦s de pasar la semana ensayando los pasos. La PM entr¨® gritando: "?Puta a un lado, maric¨®n al otro. Blanco sale, negro se queda". Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, Marquim do Tropa y Shockito son actores que interpretan en gran medida su propio papel. Marquim para siempre en una silla de ruedas por el tiro que le dieron, Shockito con una pierna prot¨¦sica despu¨¦s de perder la suya pisoteado por un caballo de la polic¨ªa. Resultado del "blanco sale, negro se queda" de aquella noche. Sin pasaporte afuera de la masacre porque, en su condici¨®n de negros, se quedaron.

Branco sai, preto fica ha sido descrita como una mezcla especialmente brillante de documental y ciencia ficci¨®n, con matices de humor. Recibi¨® el premio a la mejor pel¨ªcula en el Festival de Brasilia de 2014 y lleg¨® hace poco a los cines de Brasil. Para m¨ª, la pel¨ªcula de Adirley Queir¨®s se iguala, en la potencia de lo que dice acerca de Brasil y en la forma creativa como lo dice, con las dimensiones del ya legendario Bye bye Brasil, de Cac¨¢ Diegues. Son pel¨ªculas que hablan de Brasiles diferentes, en momentos hist¨®ricos diferentes, y, tambi¨¦n por eso, hablan del mismo Brasil.

Es del futuro, del a?o 2073, que viene otro personaje, Dimas Cravalan?as, cuya m¨¢quina del tiempo es un contenedor. La Ceil?ndia del presente recuerda, sin necesidad de ning¨²n esfuerzo de producci¨®n, un escenario postapocal¨ªptico.

Cravalan?as tiene la misi¨®n de encontrar pruebas para una acci¨®n contra el Estado por el asesinato de la poblaci¨®n negra y pobre de los suburbios. La voz que gu¨ªa el futuro alerta: "Sin pruebas, no hay pasado".

La Comisi¨®n de la Verdad de la Democracia va a investigar los cr¨ªmenes cometidos por el Estado

?Solo en la ficci¨®n se responsabiliza al Estado del genocidio cotidiano de la juventud pobre y negra? Casi siempre, s¨ª. Pero algo se mueve en la realidad, con poco apoyo de la mayor¨ªa de la sociedad y escasa atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. A finales de febrero, se instal¨® en la Asamblea Legislativa del Estado de S?o Paulo la Comisi¨®n de la Verdad de la Democracia "Madres de Mayo". Su creaci¨®n es una enormidad en la historia de Brasil, un hito. Despu¨¦s de investigar los cr¨ªmenes de la dictadura, una comisi¨®n para investigar los cr¨ªmenes cometidos por el Estado en la democracia. En busca de pruebas en el pasado reciente para que tengamos un futuro.

Madres de Mayo, que le presta su nombre a la comisi¨®n, es un grupo de mujeres que perdieron a sus hijos entre el 12 y el 20 de mayo de 2006, cuando una ola de violencia tom¨® S?o Paulo a partir de enfrentamientos de la polic¨ªa con el crimen organizado. Fueron 493 muertes en ese per¨ªodo. Al menos 291 de ellas vinculadas a lo que se convino en llamar "cr¨ªmenes de mayo". Al menos cuatro personas siguen desaparecidas. Edson Rog¨¦rio, de 29 a?os, hijo de Debora Maria da Silva, l¨ªder del "Madres de Mayo", fue ejecutado con cinco tiros. Existe la sospecha de que los autores del asesinato sean agentes de polic¨ªa. Seg¨²n Debora, su hijo gritaba, antes de que lo mataran: "?Soy un trabajador!" Su asesinato sigue impune. Edson muri¨® en la misma calle que, como barrendero, hab¨ªa limpiado por la ma?ana.

Ni los cientos de asesinatos de mayo de 2006 ni las muertes aqu¨ª relatadas, ocurridas hace poco, ejemplos de genocidio cotidiano, movieron ni siquiera un mil¨¦simo de la revuelta provocada por cr¨ªmenes con la participaci¨®n de menores de edad en los que fueron asesinados blancos de clase media o alta. ?Ser¨ªa demasiado esperar que un asesinato fuese un asesinato, independientemente del color y de la clase social? Menos que eso es aceptar que la vida de unos vale m¨¢s que la de otros, y que esa jerarqu¨ªa viene dada por el color de la piel y por la clase social. Si es as¨ª que usted entiende el valor de una persona, diga lo que usted es ante el espejo. No al mundo entero. A usted mismo ya es suficiente.

S¨ª, este Congreso comandado por dos pol¨ªticos investigados por corrupci¨®n es, quitando las excepciones, que tambi¨¦n existen, una verg¨¹enza. Pero mi esperanza es que, en lo que se refiere a la propuesta inconstitucional de la reducci¨®n de la edad de responsabilidad penal, el Congreso sea mejor que el pueblo brasile?o. Que tenga grandeza hist¨®rica al menos una vez y diga no a nuestras almas tan corruptas.

Mientras eso se desarrolla en Brasilia, vaya a ver Branco sai, preto fica. Al salir del cine, usted sabr¨¢ que un joven, casi con toda seguridad negro, fue asesinado en Brasil mientras usted estaba all¨¢.

Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Duas. Sitio web: descontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum