El cardenal Temer
El presidente del PMDB, temido y admirado a partes iguales, es uno de esos pol¨ªticos que todos los poderosos quieren tener a su lado
Hay figuras pol¨ªticas que son m¨¢s de que lo que representan jur¨ªdicamente al estar envueltas en el velo de un cierto poder oculto que se les otorga como una especie de sacralidad. Eso hace que sean admirados y temidos al mismo tiempo.
Una de esas figuras es la del pol¨ªtico brasile?o Michel Temer, presidente del PMDB, hoy vicepresidente de la Rep¨²blica, pero que a sus 74 a?os ya lo fue todo en pol¨ªtica: miembro activo de la Constituyente, cuatro mandatos de diputado, tres veces Presidente del Congreso y carta indispensable de cualquier baraja gubernamental. Lo fue de Cardoso y Lula y hoy lo es de Dilma Rousseff.
Temer, de familia cat¨®lica del rito oriental maronita, es tambi¨¦n respetado por la masoner¨ªa, as¨ª como por los evang¨¦licos, aunque nadie le niega su talante laico as¨ª como su nula inclinaci¨®n por fundamentalismos y populismos.
En pol¨ªtica, es m¨¢s brit¨¢nico que tropical. M¨¢s codiciado que amado, a quienes todos los papas de la pol¨ªtica prefieren tenerlo a su lado. Me recuerda a los grandes cardenales de la Curia Romana del Vaticano, que aun so?ando siempre con llegar a vestir la sotana blanca del Papa, estaban condenados a ser los mediadores y urdidores grises de tramas en todos los conclaves que deb¨ªan elegir a un nuevo pont¨ªfice.
Temer es de esos pol¨ªticos que nunca pierden la compostura, que todos saben que lo sabe casi todo, pero al que nunca le sacar¨¢n nada de lo que sabe y no quiere que se sepa hasta cuando ¨¦l decida que debe saberse.
Es de los que lo aguantan todo con tal de conseguir lo que quieren. A veces puede parecer que se deja hasta humillar y ser relegado como le pas¨® en sus relaciones con la presidenta Rousseff, en cuyo gobierno fue hasta ahora como vicepresidente s¨®lo una figura decorativa. Hasta que las aguas del Planalto, desbordaron con la crisis y la presidenta necesit¨® de ¨¦l para sacarle las casta?as del fuego, como los papas necesitan a veces de esos cardenales que no escoger¨ªan como confidentes pero que saben que sin ellos todo ser¨ªa peor.
A los bregados de la pol¨ªtica y de la Iglesia les resbalan los golpes bajos porque son conscientes de su poder. Por eso suelen ser hombres de sonrisas m¨¢s que de risotadas.
Hombre de pasillos y de bastidores m¨¢s que de palcos iluminados, Temer es de los que saben andar sobre huevos sin que se le rompan entre los pies porque conoce como pocos el arte de caminar de puntillas.
Con un curr¨ªculum acad¨¦mico envidiable tras haber pasado por las prestigiosas universidades de S?o Paulo, la USP y la PUC, en la que se doctor¨®, Temer sabe usar sus conocimientos de derecho constitucional y el arte de la abogac¨ªa para no dejarse atrapar en las armadillas de sus enemigos.
Ha sido llamado como moderador y bombero entre un gobierno en crisis de credibilidad y un Congreso que parece un adolescente que de repente se reconoce adulto rebelde e independiente. Pertenece a esos pol¨ªticos indispensables para controlar las transiciones dif¨ªciles y complejas capaces de evitar lo peor. Son ellos tambi¨¦n los condenados a vivir siempre al lado del rey a sabiendas que nunca conquistar¨¢n su corona. Les queda el consuelo de poder escribir un d¨ªa en sus memorias que sin ellos el rey no hubiese conseguido la gloria.
Temer no es hombre popular aunque su joven, bella y discreta esposa le cubre de un cierto halo de envidia en la calle.
Lo que pocos recuerdan quiz¨¢s es que fue Temer el autor de una de las leyes que hoy mejor protege a los ciudadanos contra los abusos del comercio: la del C¨®digo de la defensa del consumidor. Las mujeres le deben tambi¨¦n el haber sido qui¨¦n cre¨® en S?o Paolo la primera comisar¨ªa para defendedlas contra la violencia machista.
El color de pol¨ªticos como Temer es siempre el gris. Su misma funci¨®n de operadores en la sombra, les impide aparecer brillando. Pero el gris, como saben los pintores, tiene una particularidad: no es un color primario, pero se forma con colores de contrastes como el blanco y el negro, o el verde y el rojo.
As¨ª, Temer el gris, pudo hasta ahora jugar con todos los colores del arco iris de la pol¨ªtica sin que nadie pueda sentirse del todo due?o de ¨¦l y de sus misterios.
El gris es tambi¨¦n el color de ciertas anguilas y la psicolog¨ªa de los colores le atribuye nada menos que las cualidades del Juicio Final.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.