Rousseff cumple 100 d¨ªas entre malos datos econ¨®micos y protestas callejeras
En las primeras 14 semanas, la presidenta brasile?a ha visto su popularidad despe?arse
No hay jornada sin sobresalto en ese segundo mandato de Dilma Rousseff, del que hoy se cumplieron 100 d¨ªas. ?ltimos ejemplos: el mi¨¦rcoles, el d¨ªa 98, Pepe Vargas, un diputado del Partido de los Trabajadores (PT) anunciaba satisfecho ante la prensa y la televisi¨®n su nombramiento como nuevo ministro de Derechos Humanos cuando son¨® su tel¨¦fono m¨®vil. Interrumpi¨® la rueda de prensa para responder. Y al volver a hablar, con el rostro repentinamente serio, ya no ten¨ªa tan claro lo de ser ministro. La llamada ¨Cprocedente del entorno de Rousseff, tal vez de la misma Rousseff, que ve¨ªa la televisi¨®n en ese momento- le hizo recular en directo. Y en el d¨ªa 99, en una sesi¨®n de la comisi¨®n parlamentaria del Caso Petrobras, por motivos algo confusos, un empleado del Congreso que se encontraba en la sala liber¨® a cinco ratones (en realidad h¨¢msters y conejillos de indias) que corretearon entre las patas de las mesas de los diputados y los zapatos de los periodistas hasta que fueron atrapados. El empleado fue despedido; un diputado, acusado de urdir la maniobra; y los ratones, adoptados por dos congresistas amigos de los animales. Un parlamentario sentenci¨®: ¡°Esto da idea de nuestro nivel".
Nadie sabe lo que ocurrir¨¢ ma?ana o dentro de un mes, pero los 100 primeros d¨ªas del segundo mandato de Rousseff, que tom¨® posesi¨®n de su cargo como presidente de la Rep¨²blica de Brasil el 1 de enero, est¨¢n resultando particularmente convulsos y decididamente nefastos para su capital pol¨ªtico. En estas 14 semanas ha pasado de todo y todo malo: se han sucedido los malos n¨²meros econ¨®micos (inflaci¨®n trepando hasta el 7,7%, crecimiento del 0,01% del PIB,), las amenazas de las agencias de rating para rebajar la nota al pa¨ªs, las derrotas (cuando no humillaciones pol¨ªticas) de Rousseff en el Congreso, las protestas en la calle de cientos de miles de personas y las caceroladas multitudinarias cuando la presidenta habla en televisi¨®n, entre otras cosas. Todo esto ha repercutido en su popularidad. La ¨²ltima encuesta de Folha de S?o Paulo muestra que s¨®lo el 13% de los entrevistados considera que la gesti¨®n de Rousseff es buena. Es el ¨ªndice m¨¢s bajo jam¨¢s registrado por la actual presidenta y el segundo m¨¢s bajo de la historia democr¨¢tica de Brasil, s¨®lo por debajo del que tuvo, en septiembre de 1992, el presidente Fernando Collor de Mello poco antes de dimitir.
Rousseff no va a dimitir. Pero se enfrenta a dos grandes problemas que la maniatan y que se retroalimentan. El primero es la crisis econ¨®mica que atraviesa un pa¨ªs que se hab¨ªa acostumbrado desde hac¨ªa varios a?os a navegar a favor de la corriente. El segundo es la debilidad pol¨ªtica de Rousseff frente a un Parlamento fuerte y hostil. Rousseff cuenta con dos pesos fuertes de su Gobierno que act¨²an, de facto, como primeros ministros, para tratar de desenredar la madeja: Joaquim Levy, el ministro de Econom¨ªa y Michel Temer, vicepresidente. Ninguno de los pertenece al partido de Rousseff. Ninguno de los dos es enteramente fiable a los ojos de la presidenta. Sin embargo, cualquier paso en falso de cualquiera de ellos repercutir¨¢ en la ya delicado rumbo de la legislatura.
Un dato para la esperanza de Rousseff es que se mantiene la fr¨¢gil sinton¨ªa entre ella, que practic¨® una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s expansiva e intervencionista en el anterior mandato, y Levy, partidario, por el contrario, de una pol¨ªtica m¨¢s liberal, dispuesto a llevar a cabo este a?o a base de recortes de gastos y subidas de impuestos un ahorro en las cuentas del Estado de 100 billones de reales (33.000 millones de euros).
Michel Temer, del Partido do Movimento Democr¨¢tico Brasileiro (PMDB), un especialista en maniobras tras los bastidores, es el encargado desde esta semana de mediar entre el Ejecutivo y sus aliados en el Congreso, donde el PT est¨¢ en clara minor¨ªa. Esto es vital, ya que las medidas de ajuste de Levy pasan por aqu¨ª y necesitan ser aprobadas. En un principio Rousseff trat¨® de que esa labor se encargara el ministro de Aviaci¨®n Civil, Eliseu Padilha, tambi¨¦n del PMDB, pero la reticencia de los parlamentarios, encarnada sobre todo en el presidente de la C¨¢mara, Eduardo Cunha, tambi¨¦n del PMDB, le hicieron dar un paso atr¨¢s. Una prueba del poder de este partido pactista sin ideolog¨ªa clara.
Temer (y Rousseff) obtuvo el mi¨¦rcoles una peque?a victoria: arranc¨® a los parlamentarios aliados una promesa por escrito por la que se comprometen a no impulsar (ni aprobar) medidas que acarreen m¨¢s gasto p¨²blico. Pero el acuerdo no va m¨¢s all¨¢ y eso no implica que no puedan tumbar las propuestas econ¨®micas del Gobierno si entienden que no les conviene, como ya han hecho alguna vez.
De modo que el campo sigue minado para Rousseff, que adem¨¢s de los citados, encara dos factores impredecibles: la protesta callejera de una clase media opuesta a su gesti¨®n, que precisamente el domingo volver¨¢ a las avenidas de S?o Paulo, y las revelaciones peri¨®dicas de la corrupci¨®n de Petrobras, que cada cierto tiempo sacuden los telediarios y al pa¨ªs entero.
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