¡°Las ganas de tener un futuro en Europa son mayores que el miedo¡±
Nuevas alertas de naufragio elevan la tensi¨®n frente a las costas italianas
Si hay motivos para la esperanza, este lunes era muy dif¨ªcil encontrarlos en el puerto de Catania. Las noticias que iban llegando durante la larga espera de la nave que tra¨ªa desde Malta a 27 de los 28 supervivientes del gran naufragio del domingo hallados al norte de Libia ¡ªun pesquero ocupado por cientos de personas que hu¨ªan de ?frica volc¨® cuando iban a ser auxiliados¡ª no pod¨ªan ser m¨¢s descorazonadoras. La ilusi¨®n, aunque m¨ªnima, de encontrar m¨¢s supervivientes se iba extinguiendo, las alertas de nuevos naufragios a lo largo del Mediterr¨¢neo multiplicaban la sensaci¨®n de impotencia ante la tragedia infinita y, para rematar la desaz¨®n, se confirmaba ¡ªa trav¨¦s de una operaci¨®n de la polic¨ªa de Palermo¡ª la extrema crueldad de los traficantes de hombres.
Algunos ocupantes se agarraron a cad¨¢veres para mantenerse a flote
Durante horas, las decenas de periodistas apostados sobre el muelle de Catania se hicieron unos a otros, sin esperanza de respuesta, la misma pregunta: ¡°?Te acuerdas de Lampedusa?¡±. Aquella cuesti¨®n era en realidad la respuesta: nada, absolutamente nada, ha cambiado desde que, a principios de octubre de 2013, dos naufragios sucesivos llenaron de cad¨¢veres de hombres, mujeres y ni?os, muchos ni?os, el aeropuerto de la isla. Desde entonces hasta ahora ha pasado a?o y medio y miles de muertos m¨¢s. La similitud de los dos escenarios ¡ªel barco que se acerca cargado de muerte, los fot¨®grafos disparando sus c¨¢maras, el peque?o grupo de vecinos compungidos, los pol¨ªticos locales con caras de circunstancia¡ª era desolador. ¡°?En qu¨¦ puerto nos veremos la pr¨®xima vez?¡±.
Ribka est¨¢ seguro de que la tragedia se repetir¨¢. Tiene 28 a?os, era maestro en su pa¨ªs hasta que, hace ahora dos a?os, decidi¨® intentar la aventura. ¡°Yo sab¨ªa que pod¨ªa morir¡±, asegura sentado junto al taller de Catania en el que, de vez en cuando, le dejan que haga la limpieza a cambio de un jornal. ¡°Todos sabemos que podemos naufragar, resultar heridos o que nos devuelvan enseguida a nuestro pa¨ªs, pero las ganas de dejar de sufrir all¨ª, de tener un futuro en Europa, son mucho mayores¡±, afirma.
Ribka tambi¨¦n embarc¨® en un pesquero en las costas de Libia, pag¨® m¨¢s de 1.200 euros a los traficantes y tuvo la suerte de ser auxiliado y de llegar sano y salvo a Lampedusa. Ahora espera reunir algo de dinero para alcanzar a sus familiares en Holanda. ¡°Pero cada vez que se produce una tragedia como esta¡±, a?ade se?alando el peri¨®dico, ¡°siento una angustia muy grande¡±.
En el peri¨®dico italiano aparecen, con un nivel de detalle que llega a humedecer los ojos de Ribka, las penurias vividas por los supervivientes. ¡°Logramos mantenernos con vida¡±, declararon a la guardia costera italiana algunos de ellos, ¡°porque nos agarramos a los cad¨¢veres que flotaban para no hundirnos¡±. Se da la circunstancia de que, como en otras cat¨¢strofes anteriores, todos los supervivientes son hombres y j¨®venes; tal vez los ¨²nicos con las fuerzas necesarias para esperar la llegada de los equipos de rescate. Uno de los 28 supervivientes ¡ªel que fue trasladado en helic¨®ptero a Catania por su delicado estado de salud¡ª asegur¨® que en la embarcaci¨®n ¡°iban 950 personas, entre ellas 40 o 50 ni?os y 200 mujeres¡±.
Hasta ahora se hab¨ªa barajado una cifra de 700 v¨ªctimas, lo que sit¨²a sin duda la cat¨¢strofe del domingo como la mayor registrada jam¨¢s en el Mediterr¨¢neo. No obstante, las autoridades italianas esperar¨¢n a los pr¨®ximos d¨ªas para hacerse una idea m¨¢s aproximada de lo sucedido. Carlotta Sami, la portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), declar¨® que espera conocer pronto m¨¢s detalles del n¨²mero de afectados. ¡°Pero de lo que no tenemos ninguna duda es de que hab¨ªa much¨ªsimas mujeres y ni?os en el barco¡±, a?adi¨®.
La llegada de un nuevo grupo de inmigrantes a Grecia y la noticia de que otros dos barcos se encontraban sin rumbo en el Mediterr¨¢neo provocaron sobre el muelle de Catania la sensaci¨®n de una tragedia sin fin. Una cat¨¢strofe provocada por los deseos de huir de la pobreza o de la guerra de miles de africanos, pero tambi¨¦n por la falta de capacidad de los pa¨ªses europeos para encontrar una soluci¨®n conjunta. De todo ello se aprovechan con infinita crueldad los traficantes de hombres, ¡°los esclavistas del siglo XXI¡±, como los denomin¨® el domingo el primer ministro italiano, Matteo Renzi.
La polic¨ªa de Palermo inform¨® de la detenci¨®n de una red que se lucraba con los inmigrantes de ?frica. Entre los 24 detenidos, hermanos que devoran a sus hermanos, se encuentran un et¨ªope, un eritreo, un marfile?o y un ghan¨¦s. A uno de los arrestados se le oye decir en una conversaci¨®n telef¨®nica: ¡°Dicen de m¨ª que hago subir siempre a demasiados a las barcazas, pero son ellos que quieren partir r¨¢pido y yo les contento¡±. Al filo de la medianoche, la nave de la Guardia Costera lleg¨® a Catania con los supervivientes. Entre ellos, y en calidad de detenidos, un tunecino y un sirio a los que la polic¨ªa italiana acusa de ser los traficantes.
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