El ¨²ltimo desayuno de Andreas Lubitz
El responsable de la tragedia comi¨® 15 minutos antes de estrellar el aparato
Andreas Lubitz comi¨® pocos minutos antes de estrellar el avi¨®n de Germanwings en los Alpes con otras 149 personas a bordo, seg¨²n el informe preliminar publicado este mi¨¦rcoles por las autoridades francesas. Los investigadores de la Oficina de Investigaci¨®n y An¨¢lisis (BEA) llegan a esa conclusi¨®n por el an¨¢lisis de la caja negra que registra los sonidos en la cabina de pilotaje (CVR) durante las dos horas anteriores al siniestro.
Se oye un sonido de respiraci¨®n, tanto en el canal del copiloto como en el del comandante, si bien ¡°corresponde a una ¨²nica persona que est¨¢ respirando. Puede o¨ªrse varias veces mientras est¨¢ hablando el comandante (entonces no hac¨ªa ning¨²n ruido de respiraci¨®n) y ya no se escuch¨® mientras el copiloto estaba comiendo (que requiere alejar el micr¨®fono o quitar los auriculares). El sonido de esta respiraci¨®n se atribuye por lo tanto al copiloto¡±, se?ala el informe, que a?ade que esa ¨²ltima comida (no especifica en qu¨¦ consisti¨®) se produjo hacia las 10.15, con el vuelo en fase de ascenso.
Tres minutos antes un miembro de la tripulaci¨®n auxiliar hab¨ªa entrado en la cabina (probablemente entonces llev¨® la comida a Lubitz), donde permaneci¨® casi cuatro minutos, durante los que departi¨® con los pilotos sobre la escala en Barcelona. Desde all¨ª el comandante consult¨® con el centro de mantenimiento de Lufthansa un problema con la dispensa de agua de los servicios delanteros.
Unos minutos despu¨¦s de su ¨²ltimo desayuno, a las 10:30:53, Lubitz empez¨® su acci¨®n asesina. Estuvo toqueteando sin l¨®gica aparente el mando de control (similar a un joystick) hasta un minuto antes del impacto. Seleccion¨® la mayor velocidad que puede activar el piloto, de modo que el choque contra la monta?a fue absolutamente brutal: a unos 345 nudos, 639 kil¨®metros por hora. Los trozos m¨¢s grandes del aparato, esparcidos en cuatro hect¨¢reas de un barranco rocoso, no superaban los cuatro metros.
El impacto fue tan violento que la otra caja negra, la que registra los datos de vuelo (FDR), dise?ada para soportar presiones y temperaturas enormes, se parti¨® en dos. Pese a los da?os se pudo recuperar la tarjeta de memoria y obtener 39 megabytes de datos. No ocurri¨® lo mismo con un tercer dispositivo (el registrador de acceso r¨¢pido, QAR) que no lleva protecciones especiales y graba los mismos par¨¢metros que el FDR. Fue imposible leer su contenido.
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