Continuidad y divorcios
Cameron sigue y tendr¨¢ que cumplir con su promesa de un refer¨¦ndum sobre la UE El triunfo del SNP redobla la presi¨®n para una nueva consulta en Escocia
Reino Unido ha votado por la continuidad pero se aproxima una era de separaciones y divorcios. El partido conservador de David Cameron sigue en el Gobierno y no tendr¨¢ m¨¢s remedio que cumplir su promesa de celebrar un refer¨¦ndum sobre la permanencia de su pa¨ªs en la Uni¨®n Europea. El Partido Nacionalista Escoc¨¦s ha arrasado en la tierra al norte del muro que construy¨® Adriano, el emperador hispanoromano, para defender al imperio de los b¨¢rbaros celtas. La presi¨®n para que se celebre otro refer¨¦ndum sobre la independencia escocesa ¡ªel a?o pasado el 55% de los escoceses votaron que no¡ª podr¨ªa ser irrefrenable.
Se espera, parad¨®jicamente, que llegado el d¨ªa Cameron haga campa?a a favor de mantener los lazos con Europa, pero lo tendr¨¢ dif¨ªcil. El partido antieuropeo UKIP solo ha ganado un esca?o parlamentario pero ha acumulado casi cuatro millones de votos, que se trasladar¨¢n en bloque al voto en contra de que Reino Unido siga en la uni¨®n continental. Si se suman los votos que aportar¨¢ el amplio sector eur¨®fobo tory, no es para nada descartable que de aqu¨ª a un par de a?os los bur¨®cratas brit¨¢nicos tengan que vaciar sus despachos en Bruselas.
Hablando de brit¨¢nicos, algo que ha exasperado durante a?os a muchos de los que somos de la isla, especialmente los que tenemos sangre escocesa, ha sido la frecuencia con la que los espa?oles, los latinoamericanos y buena parte del resto del mundo nos llaman a todos ¡°ingleses¡±. Pues va a ser que el resto del mundo ten¨ªa raz¨®n. O que la tendr¨¢. Por m¨¢s que formalmente el reino siga unido, la realidad pol¨ªtica hoy es que Inglaterra y Escocia son dos, con Gobiernos totalmente diferentes, uno inequ¨ªvocamente independentista y de izquierdas, el otro unionista y de derechas. Cameron ser¨¢ el primer ministro del norte al sur durante los pr¨®ximos cinco a?os, pero solo en nombre. Los conservadores han sido pr¨¢cticamente aniquilados en Escocia, donde su influencia pol¨ªtica no es mucho mayor que la de Esquerra Republicana fuera de Catalu?a en Espa?a.
En cuanto a la presencia laborista en Escocia, pende de un hilo. Han ganado dos veces m¨¢s votos que los conservadores pero solo se han quedado con un esca?o en el Parlamento de Westminster. No es imposible que otro asunto sobre la mesa de Cameron en los siguientes cinco a?os sea la reforma electoral, que los laboristas escoceses, en una posible ¡ªy perversa¡ª alianza con UKIP, pujen para que el sistema de votos por circunscripciones se cambie por uno de representaci¨®n proporcional, como el espa?ol.
Mientras tanto, los laboristas de Inglaterra tambi¨¦n viven un calvario. El l¨ªder del partido, Ed Miliband, ha anunciado su dimisi¨®n. Pero la sorpresa m¨¢s grande ha sido que el partido de Cameron haya conseguido la mayor¨ªa suficiente para gobernar en solitario, tras cinco a?os de coalici¨®n con los liberaldem¨®cratas, que han sufrido una cat¨¢strofe electoral al ver sus esca?os reducidos de 57 a ocho. Once encuestas de opini¨®n esta semana pronosticaban que los conservadores acumular¨ªan solo unos 20 esca?os m¨¢s que los laboristas, lo cual hubiese abierto la puerta a un Gobierno laborista en una coalici¨®n no formal pero de facto con los nacionalistas escoceses. Nadie pensaba que al final la diferencia entre los dos partidos principales se extender¨ªa a casi 100 esca?os.
Nadie salvo Tony Blair. El antiguo primer ministro y l¨ªder laborista confes¨® a su gente m¨¢s cercana hace m¨¢s de un mes que esperaba una victoria conservadora. Su explicaci¨®n fue que no detectaba ning¨²n entusiasmo ni en el electorado en general, ni entre los votantes laboristas en particular, y que, llegado el momento de la verdad, la mayor¨ªa votar¨ªa motivada por el miedo. El miedo al cambio, el miedo a que, como advirtieron los conservadores durante lo que fue una astuta campa?a electoral, indisimuladamente negativa, un Gobierno laborista echar¨ªa al traste los magros logros econ¨®micos conquistados desde la crisis de 2008.
Miliband vendi¨® la utop¨ªa con la que muchos so?aban de generar riqueza acabando con las pol¨ªticas de austeridad, de desafiar a la gran banca y recortar los privilegios de los m¨¢s ricos, de mejorar los servicios p¨²blicos y las condiciones de vida de los m¨¢s vulnerables. Pero, en una ¨¦poca en la que las econom¨ªas se rigen por muchos factores externos que los Gobiernos no controlan y todos los partidos brit¨¢nicos reconocen que los recortes presupuestarios son inevitables, no propuso una f¨®rmula convincente, ni logr¨® postularse a s¨ª mismo como un l¨ªder capaz, ni mucho menos ¡ªcomo Tony Blair en sus mejores tiempos¡ª carism¨¢tico.
Un se?or mayor con el que habl¨¦ el viernes pasado en una circunscripci¨®n cerca de Londres me dio lo que result¨® ser la clave. Me coment¨® que siempre hab¨ªa votado por los laboristas pero ya no. Esta vez se apuntar¨ªa al statu quo. ¡°El Gobierno de Cameron ha hecho las cosas OK¡±, dijo. ¡°Temo el cambio. Podr¨ªamos estar peor¡±. Los indecisos antes del voto de ayer, los que respondieron con incertidumbre a los encuestadores, se inclinaron al final por el razonamiento de este se?or. Es verdad que muchos brit¨¢nicos viven mal y muchos quisieran vivir mejor, que los j¨®venes en particular se sienten frustrados al intuir que lo van a tener m¨¢s dif¨ªcil que sus padres, pero el desempleo es de solo el 5,6% y la econom¨ªa brit¨¢nica es la que m¨¢s crece hoy en Occidente. Mirando a Espa?a, Francia, Italia, las cosas podr¨ªan, efectivamente, estar peor.
Ayer por la ma?ana un euf¨®rico David Cameron celebr¨® lo que llam¨® ¡°la victoria m¨¢s dulce¡±. Pero el primer ministro sabe que le esperan duros retos en torno a Escocia y Europa y sabe muy bien tambi¨¦n que le debe la victoria en buena medida al estratega australiano, brusco y brillante pero nada dulce, que contrat¨® para dirigir su campa?a electoral. Su nombre es Lynton Crosby. Estar¨¢ hoy atento al tel¨¦fono, esperando una llamada de Mariano Rajoy.
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