Guant¨¢namo, el penal sin condenados
De los 779 presos, solo ocho han sido juzgados y siete siguen procesados
El local de McDonald¡¯s en la base estadounidense de Guant¨¢namo es indirectamente un actor c¨®mplice de la prisi¨®n militar. Los interrogadores ofrec¨ªan a los presos comida de la cadena de hamburguesas como recompensa para que hablaran, seg¨²n cuenta en su diario de cautiverio el mauritano Mohamedou Ould Slahi, encarcelado desde 2002 en el penal en territorio cubano. Hoy sigue all¨ª. Acusado de ning¨²n delito.
Slahi, nacido en 1970, escribi¨® en 2005 en su celda de aislamiento Diario de Guant¨¢namo, una espeluznante recopilaci¨®n de los abusos (sexuales, privaci¨®n de sue?o y alimentaci¨®n, posturas extremas en salas congeladas) que sufri¨® en la c¨¢rcel creada tras los atentados del 11-S de 2001 por el Gobierno de George W. Bush para sospechosos de terrorismo. El libro, el primero de un recluso que sigue en Guant¨¢namo, no se public¨® hasta el pasado enero, una vez autorizado ¡ªtras tachar m¨¢s de 2.500 palabras¡ª por Washington.
Los interrogadores tambi¨¦n degustaban comida frente a los presos para provocarlos: ¡°Cada vez que empezaban a torturarme, yo rechazaba beber o comer. [Nombre femenino tachado] trajo almuerzo de fuera para frustrarme. ¡®Mmm, el jam¨®n es delicioso¡¯, dijo¡±, escribe Slahi en su diario.
En el McDonald¡¯s de Guant¨¢namo ¡ªabierto hace 35 a?os y un calco a cualquier otro en Estados Unidos¡ª, los dos gerentes del local dicen desconocer las historias de comida ofrecida a los reos.
Al canadiense Omar Khadr, los agentes de su pa¨ªs, que lo interrogaron en 2003 en Guant¨¢namo cuando ten¨ªa 16 a?os, le dieron a escoger entre un bocadillo de Subway o de McDonald¡¯s, seg¨²n revelan grabaciones desclasificadas. En 2010, fue trasladado a una c¨¢rcel canadiense y el pasado jueves fue puesto en libertad gracias a un dictamen judicial.
Si la tentaci¨®n de comida externa es una carta que siguen jugando los interrogadores en la c¨¢rcel es un misterio, como tantas cosas en esta esparcida y monta?osa base naval al sureste de Cuba, establecida en 1903 y en la que viven unas 6.000 personas. Los interrogatorios a los presos son ahora voluntarios y Guant¨¢namo ¡°sigue siendo un recurso de inteligencia clave¡± gracias al cual se ¡°han prevenido ataques terroristas y salvado vidas¡±, seg¨²n un documento del mando conjunto del Ej¨¦rcito al frente del penal.
El recluso Slahi encarna el limbo de detenci¨®n indefinida ¡ªsin pasar por los tribunales¡ª que es Guant¨¢namo. Su historia no es la excepci¨®n. Es la regla.
Un guarda a los reos: "Yo tambi¨¦n estar¨ªa enfadado"
El sargento del campo 5 -que acoge a reos de buena y mala conducta- experimenta en Guant¨¢namo su primer despliegue como militar. Tiene 34 a?os y lleva cinco como reservista de la Guardia Nacional de California. Declina dar su nombre por motivos de seguridad. Su trabajo regular es un hotel.
Hace ocho meses lleg¨® a Guant¨¢namo y en un mes se acaba su turno. "Cuando llegu¨¦ aqu¨ª fue un poco surrealista porque es Guant¨¢namo, est¨¢ mucho en el ojo p¨²blico. Pero simplemente tengo que ser profesional", explica en una entrevista.
Durante su etapa al frente de un equipo de guardas, ha cosechado cierta cercan¨ªa con algunos reos y dice comprender la desaz¨®n de los presos que languidecen mientras esperan ser liberados. De los 122 reos en Guant¨¢namo, 57 (la gran mayor¨ªa de Yemen) han sido autorizados a salir si los acoge alg¨²n pa¨ªs y solo siete est¨¢n imputados por alg¨²n delito.
¡°Les digo ¡®Entiendo tu frustraci¨®n, te escucho, te entiendo perfectamente pero no puedo hacer nada. Estoy aqu¨ª para cuidarte, para darte comida¡¯¡±, se?ala el sargento, que dice no saber los motivos exactos de la detenci¨®n de cada reo. ¡°A veces, incluso empatizar¨¦ y les dir¨¦: ¡®Yo tambi¨¦n estar¨ªa enfadado. Pero simplemente soy un sargento. Eso es para los coroneles, los generales y no s¨¦ qui¨¦n m¨¢s. Yo no te puedo liberar¡¯¡±.
En Guant¨¢namo ha habido 779 presos, pero desde el inicio en 2003 de las comisiones militares solo ocho han sido juzgados y condenados. En tres casos, las sentencias fueron anuladas y los presos fueron transferidos a otros pa¨ªses. Otros tres cumplen condena en Guant¨¢namo y los dos restantes fueron tambi¨¦n enviados a otros pa¨ªses. De los 122 presos actuales, solo siete est¨¢n imputados.
¡°Demuestra el fracaso absoluto de los procedimientos. Es un cap¨ªtulo vergonzoso de nuestra historia¡±, dice por tel¨¦fono Linda Moreno, una de las cinco abogadas de Slahi, al que representan gratis y visitan aproximadamente cada dos meses en Guant¨¢namo.
Laura Pitter, consejera de seguridad nacional de la ONG Human Rights Watch en EE UU y que viaja con frecuencia a Guant¨¢namo para seguir las sesiones de las comisiones militares, califica de ¡°desastre absoluto¡± el sistema judicial en la base. Critica las ambig¨¹edades del Gobierno sobre qu¨¦ tipo de ley -civil o militar- emplear y la opacidad en las acusaciones, lo que ralentiza considerablemente los procedimientos respecto a la justicia civil. ¡°Deber¨ªan ser procesados en un tribunal con est¨¢ndares justos o ser liberados¡±, sostiene.
El mauritano Slahi tambi¨¦n simboliza el ambiente paranoico tras los atentados de septiembre de 2001 en que todo val¨ªa en nombre de la guerra contra el terrorismo: en noviembre de ese a?o un avi¨®n de la CIA lo traslad¨® sin aviso de Mauritania a una c¨¢rcel secreta en Jordania, el siguiente julio a una prisi¨®n en Afganist¨¢n y en agosto a Guant¨¢namo. Los abusos brutales fueron frecuentes, seg¨²n relata en su libro y confirman investigaciones oficiales. El Pent¨¢gono no consider¨® torturas las t¨¦cnicas empleadas en Guant¨¢namo -que estaban autorizadas- y declin¨® castigar a los supervisores.
Slahi -que vivi¨® en Alemania y Canad¨¢- entren¨® a principios de los 90 en un campo de Al Qaeda y combati¨® al Gobierno comunista de Afganist¨¢n, que era enemigo de EE UU. El motivo de su arresto eran sus posibles lazos terroristas y se le consider¨® muy peligroso, pero nunca se han presentado cargos contra ¨¦l y en 2010 un juez federal valid¨® su petici¨®n de h¨¢beas corpus y decret¨® su liberaci¨®n. El Gobierno estadounidense recurri¨® y desde entonces su caso se carcome paralizado.
El Departamento de Defensa designa a los jueces, fiscales y supervisor de las comisiones en Guant¨¢namo. Myles Caggins, portavoz de pol¨ªtica de detenidos del Pent¨¢gono, atribuye el escaso n¨²mero de imputados a la dificultad de disponer de pruebas ¡ªlas confesiones obtenidas bajo tortura no se pueden emplear¡ª, y achaca la lentitud judicial a la complejidad de los casos.
Los siete imputados actualmente llevan meses en las fases previas. Los retrasos se acumulan y se desconoce cu¨¢ndo empezar¨¢n los juicios. Las comisiones se juegan su cuestionada legitimidad en los dos procesos m¨¢s importantes: al supuesto cerebro del 11-S y cuatro colaboradores, y a un acusado del ataque al nav¨ªo Cole en Yemen en 2000.
El sistema en que se juzga a los llamados ¡°enemigos de combate sin privilegios¡± ha estado sumido en irregularidades desde su inicio. El Tribunal Supremo lo declar¨® ilegal en 2006 al vulnerar la Convenci¨®n de Ginebra -que proh¨ªbe interrogaciones coercitivas- y no haber sido autorizado por el Congreso. El motivo: un presidente, como hizo Bush, no puede crear su propia corte.
El presidente Barack Obama ampli¨® las protecciones a los reos al reanudar en 2011 las comisiones militares tras fracasar su intento de juzgarlos en tribunales civiles en EE UU. Pero, como la prisi¨®n que prometi¨® cerrar, las pol¨¦micas se perpet¨²an. En 2013, se destap¨® que los fiscales espiaban a los abogados de los presos. La ¨²ltima controversia fue la dimisi¨®n en marzo del supervisor de las comisiones tras pedir que los jueces residan permanentemente en Guant¨¢namo y ser acusado de tratar de usar una ¡°influencia ilegal¡± sobre los casos. Fue el sexto cambio de supervisor. Los fiscales han cambiado cinco veces.
¡°Me gustar¨ªa creer que la mayor¨ªa de estadounidenses quieren que se haga justicia, y no est¨¢n interesados en financiar la detenci¨®n de gente inocente¡±, escribe Slahi en el ¨²ltimo p¨¢rrafo de su diario. ¡°S¨¦ que hay una peque?a minor¨ªa extremista que cree que todo el mundo en esta prisi¨®n cubana es malo, y que nos tratan mejor de lo que nos merecemos. Pero esta opini¨®n no tiene m¨¢s base que la ignorancia. Estoy asombrado que alguien pueda construir tal opini¨®n incriminatoria sobre gente que ni conoce¡±.
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