La derrota de Reino Unido
Una consulta sobre la UE podr¨ªa ser otra etapa en la ¡®desbritanizaci¨®n¡¯ de Escocia
El l¨ªder conservador, David Cameron, obtuvo una gran victoria en las legislativas del jueves pasado. Pero el triunfo tory dej¨® un campo sembrado de cad¨¢veres, de mal augurio para el futuro porque el gran derrotado fue el propio Reino Unido.
El bipartidismo conservadores-laboristas es uno de los grandes bastiones de la estabilidad gubernamental, as¨ª como de la imagen que tienen del pa¨ªs los responsables brit¨¢nicos. Pero ese bipartidismo ha desaparecido de Escocia, donde de 59 esca?os en litigio, los laboristas retienen solo uno, y los tories apenas aguantan con otro, con lo que los independentistas del Scottish National Party (SNP) son la ¨²nica fuerza a tener en cuenta con 56 diputados.
El bipartidismo anterior a la debacle del d¨ªa 7 lo sosten¨ªan, en realidad, dos Parlamentos distintos; el de Westminster, donde los laboristas ten¨ªan 41 esca?os escoceses, y el regional de Stormont, donde el SNP hab¨ªa conquistado en las elecciones auton¨®micas la mayor¨ªa absoluta. El n¨²mero de votos de los dos grandes partidos tampoco se ha recuperado en relaci¨®n al 65% que obtuvieron en 2010, aunque el sistema electoral deje sin representaci¨®n a millones de votantes y difumine esa trayectoria a largo plazo.
Pero lo definitivo es que la idea del Reino Unido ha dejado de tener representaci¨®n parlamentaria en Escocia. Es cierto que har¨ªamos mal en identificar como separatistas a todos los que votaron SNP, pero lo evidente es que no lo hicieron por los dos grandes partidos unionistas: Escocia para los escoceses, y luego ya veremos si interesa permanecer en la casa com¨²n. Y el refer¨¦ndum que Cameron ha prometido para 2017 sobre el mantenimiento en la Uni¨®n Europea puede acelerar ese proceso.
El partido anti-UE, el UKIP, ha obtenido casi cuatro millones de sufragios (12%), pero un solo esca?o, cuando con un sistema estrictamente proporcional habr¨ªa pasado de 60 en una C¨¢mara de 650 representantes. Eso no est¨¢ bien ni mal, es as¨ª, pero un refer¨¦ndum es algo muy diferente porque cada sufragio cuenta, y en el partido conservador menudean los que act¨²an como no se atrev¨ªa, en su tiempo, la se?ora Thatcher, a la que ofend¨ªa la mera existencia de un movimiento de unificaci¨®n continental. Y si la consulta se celebra y gana el no a Europa, veros¨ªmilmente habr¨¢ tenido que pasar por encima de un s¨ª de Escocia, que ve en la UE un lugar de encuentro y no un perverso agente de extranjer¨ªa. El refer¨¦ndum podr¨ªa ser por ello una etapa m¨¢s en la desbritanizaci¨®n de Escocia, y abrir un interrogante sobre la continuidad del Reino Unido.
Inglaterra ha actuado con una constante en su pol¨ªtica exterior desde su separaci¨®n de la Iglesia de Roma en el siglo XVI: oponerse a que el continente se unificara bajo un solo mando. Eso ha sido enormemente positivo cuando combati¨® a Napole¨®n e Hitler, pero mucho menos cuando se trata de una Europa unida y democr¨¢tica. Y la pregunta es ?c¨®mo sirve mejor el Reino Unido a ese objetivo: dentro de la UE, exigiendo exenciones que desnaturalicen la organizaci¨®n o abandon¨¢ndola? Esa misma pregunta tendr¨¢ que hacerse Europa si corre el peligro de quedarse un d¨ªa sin sus anglosajones.
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