Y tras 80 a?os, justicia en la Universidad
La centenaria Ingeborg Rapoport logra el doctorado que los nazis le negaron por ser jud¨ªa
Ingeborg Rapoport ten¨ªa todo listo a los 24 a?os para obtener su doctorado. Hab¨ªa entregado una tesis sobre la difteria y solo le quedaba pendiente el examen oral. Pero las leyes raciales reci¨¦n aprobadas por la Alemania nazi imped¨ªan expedir t¨ªtulos a gente como ella. Su pecado lo hab¨ªa heredado de su madre, que era jud¨ªa. Han pasado 78 a?os desde entonces, y el mismo pa¨ªs que arrebat¨® a Rapoport lo que era suyo le rendir¨¢ homenaje el pr¨®ximo 9 de junio. Ese d¨ªa recibir¨¢ el t¨ªtulo para el que comenz¨® a prepararse de joven y ha concluido ya centenaria.
¡°Este ha sido el examen que m¨¢s trabajo me ha costado en mi vida¡±, asegura en su casa del este de Berl¨ªn esta mujer que a los 102 a?os tiene la cabeza tan l¨²cida como para recibir al periodista con unos versos de Manuel Machado. ¡°El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas. Polvo, sudor y hierro. ?El Cid cabalga!¡±, recita en espa?ol, un idioma que desconoce.
Nadie ha regalado a Rapoport el doctorado que est¨¢ a punto de recibir. La Universidad le ofrec¨ªa un t¨ªtulo honor¨ªfico, pero esa soluci¨®n no le convenc¨ªa. Si lo hac¨ªa, deb¨ªa ser con todas las de la ley.
La iniciativa parti¨® del decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo, que en un acto le dijo unas palabras que no olvida: ¡°Usted va a tener noticias m¨ªas en breve¡±. A los pocos d¨ªas, el decano le propondr¨ªa hacer lo posible para recuperar su doctorado. Desde entonces, los obst¨¢culos han sido muchos. Rapoport, que a su edad est¨¢ pr¨¢cticamente ciega, no pod¨ªa investigar los avances cient¨ªficos de los ¨²ltimos a?os. Pero este hueco fue suplido con la colaboraci¨®n de colegas, que le ayudaron a ponerse al d¨ªa. Finalmente, el decano y otros profesores la examinaron en su propio sal¨®n hace dos semanas. Pas¨® la prueba con creces. ¡°No lo he hecho por m¨ª. A estas alturas de mi vida un t¨ªtulo ya no me aporta nada. Era una cuesti¨®n de principios. Se trata de restituir la injusticia cometida¡±, asegura. ¡°Adem¨¢s, quer¨ªa hacer bien el examen para no decepcionar al decano¡±, a?ade con una sonrisa.
Los escollos burocr¨¢ticos tambi¨¦n han sido importantes. ¡°Yo soy muy desordenada, pero por suerte encontramos el certificado en el que se me denegaba el t¨ªtulo¡±, explica. Pese al tiempo transcurrido desde que se escribi¨® este texto, leerlo hoy sigue estremeciendo. ¡°Por la presente certifico que Ingeborg Syllm [su apellido de soltera] me entreg¨® un trabajo que ser¨ªa v¨¢lido como doctorado si las leyes vigentes no lo hicieran imposible por la ascendencia de la se?orita Syllm¡±, dice sin rodeos el documento, firmado por el director de la Cl¨ªnica Universitaria Infantil de Hamburgo el 30 de agosto de 1938. ¡°Sin este papel, no habr¨ªa sido posible poner en marcha el proceso¡±, a?ade la doctora.
No es este el primer r¨¦cord que bate Rapoport. Antes de convertirse en la persona de m¨¢s edad que consigue un doctorado ya ocup¨® en 1969 la primera c¨¢tedra de neonatolog¨ªa de toda Europa en el hospital berlin¨¦s de Charit¨¦, en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania.
Rapoport, que descuelga el tel¨¦fono para evitar las constantes llamadas de felicitaci¨®n y poder mantener una charla tranquila, est¨¢ ya acostumbrada a que su vida genere inter¨¦s.
En 1938 huy¨® del pa¨ªs que gobernaba Adolf Hitler rumbo a Estados Unidos. ¡°Me sent¨ª expulsada de mi propio hogar. Aqu¨ª se quedaba toda mi familia y yo me iba tan solo con 38 marcos en el bolsillo¡±, recuerda. Al otro lado del Atl¨¢ntico conocer¨ªa a su marido, tendr¨ªa cuatro hijos y obtendr¨ªa otro doctorado. Pero de all¨ª tambi¨¦n tuvo que huir. Las simpat¨ªas comunistas del matrimonio no eran bien vistas en la ¨¦poca de la caza de brujas del senador McCarthy. La familia se traslad¨® primero a Austria y en 1952 a la RDA. ¡°Pese a todo lo que he pasado no me quejo. Las cosas han salido bien¡±, concluye.
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