Las v¨ªctimas de la dictadura uruguaya, indignadas con la izquierda
La Marcha del Silencio marca un distanciamiento con los pol¨ªticos y con el Frente Amplio
Tres d¨¦cadas despu¨¦s del final de la dictadura, todos los reproches de los familiares de las v¨ªctimas de la represi¨®n van hacia la izquierda en Uruguay. Despu¨¦s de dos periodos en el Gobierno se han esclarecido a penas cuatro casos de desaparecidos de la dictadura (1973-1985) y han sido procesados unos veinte militares. El decreto del presidente Tabar¨¦ V¨¢zquez firmado el mi¨¦rcoles creando una nueva comisi¨®n de investigaci¨®n no logr¨® aplacar los ¨¢nimos y la desconfianza hacia los pol¨ªticos.
El mi¨¦rcoles miles de personas volvieron a desfilar por el centro de Montevideo, una marea humana sorprendentemente silenciosa en la zona de m¨¢s bullicio comercial de la capital; En Uruguay, la Marcha del Silencio del 20 de mayo es un ritual que parece instalado ya sin soluci¨®n, en una din¨¢mica circular, con las mismas consignas, los mismos reclamos, las mismas madres cada vez m¨¢s ancianas. Pero ¨¦ste a?o los pol¨ªticos brillaron por su ausencia en el cortejo: ni rastro de dirigentes del Frente Amplio (muchos de ellos fueron v¨ªctimas de la represi¨®n) ni de representantes del Gobierno.
El decreto del presidente?para crear una nueva comisi¨®n de investigaci¨®n no ha aplacado los ¨¢nimos y la desconfianza?
El ambiente estaba especialmente enrarecido: durante la presidencia del exguerrillero tupamaro Jos¨¦ Mujica todo fueron obst¨¢culos para investigar los 200 casos pendientes de desaparecidos. El propio presidente se manifest¨® incluso a favor de liberar a los militares encarcelados por razones de edad, a pesar de que el pacto de silencio de los uniformados ¨C inquebrantable ¨C ha bloqueado cualquier avance en el esclarecimiento de los cr¨ªmenes. El anterior mandato del FA, con el ahora presidente Tabar¨¦ V¨¢zquez a la cabeza, permiti¨® llevar a cabo excavaciones y algunas pesquisas. Pero al final todas las iniciativas se toparon con el muro de la Justicia que considera prescritas las causas de la dictadura.
El escritor y exministro de Cultura Carlos Liscano, exguerrillero tupamaro que pas¨® 12 a?os en la c¨¢rcel, asegura que ¡°ning¨²n Gobierno ha estado dispuesto a obligar a los militares a entregar la informaci¨®n que tienen. Hay archivos secretos escondidos, algunos en casas particulares. El actual ministro de Defensa acaba de llamar ¡°bobitos¡± a los familiares y es un colaborador de los militares. El Ej¨¦rcito tiene registro de todo y hay que abrir esos archivos, lo que falta es voluntad pol¨ªtica¡±, dice Liscano.
A la cuesti¨®n de los desaparecidos se suma el tema pendiente de los detenidos y torturados, un cap¨ªtulo menos conocido de la represi¨®n uruguaya. El pa¨ªs rioplatense lleg¨® a tener la mayor poblaci¨®n encarcelada de Am¨¦rica Latina en un contexto de tortura sistem¨¢tica. Se calcula que 20.000 uruguayos pasaron por las celdas de la dictadura ¨C de ellos 6000 fueron procesados ¨C dentro de una poblaci¨®n de 3,2 millones de habitantes. Esta represi¨®n a gran escala estuvo a cargo de un importante aparato de seguridad que sigue protegido por el anonimato.
Uruguay lleg¨® a tener la mayor poblaci¨®n encarcelada de Am¨¦rica Latina en un contexto de tortura sistem¨¢tica
Por ¨¦sta raz¨®n, los familiares de las v¨ªctimas aseguran que ha llegado la hora de abrir los archivos y perder toda esperanza ¨C como tuvo en un momento el presidente Tabar¨¦ V¨¢zquez ¨C de que los militares hablen. Macarena Gelman, nieta del poeta Juan Gelman, hija de desaparecidos entregada a una familia de polic¨ªas cuando era beb¨¦, forma parte de la nueva comisi¨®n creada por el Gobierno para investigar los casos. ¡°Se convierte en una excusa decir que los responsables no hablan. Hay m¨¢s trabajo por hacer¡±, dijo la diputada del Frente Amplio.
Elsa acude todos los a?os a la Marcha del Silencio, ¡°el 20 de mayo es sagrado¡± dice. Durante la dictadura perdi¨® a una amiga, ¡°despareci¨® sin dejar rastro, en todos estos a?os no hemos sabido nada de ella, ninguna pista¡±, afirma indignada. Elsa, de 71 a?os, es pesimista sobre la posibilidades de que las cosas cambien pero no teme que con el paso de los a?os el tema se olvide. ¡°Aqu¨ª est¨¢n mis hijas y mis nietas, yo voy a encargarme de que sigan viniendo¡±, explica. Pero lo cierto es que muchos se preguntan en Uruguay si lo que hoy es lucha pol¨ªtica no pasar¨¢ pronto de la memoria a la historia.
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