Las virtudes de la guerra
El autor analiza las conmemoraciones del centenario de la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial
El domingo 24 de mayo se han cumplido los cien a?os de la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial. El presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, ha querido realzar la importancia del acto, con una doble participaci¨®n, por la ma?ana en Roma, y luego en la provincia de Gorizia, donde el Ej¨¦rcito mandado por el general Cadorna dio durante m¨¢s de dos a?os toda una muestra de ineficacia militar, pagada al precio de cientos de miles de muertos. Fueron 530.000 en el curso de la guerra, con m¨¢s de un mill¨®n de heridos y mutilados por unas conquistas territoriales que en lo esencial, la integraci¨®n del Trentino, estaba a punto de conseguirse por las negociaciones con Austria, unida a Italia por la Triple Alianza desde 1881 hasta despu¨¦s de haber decidido Roma el cambio de campo, mientras segu¨ªa negociando con Viena hasta la v¨ªspera (12 de mayo).
En general, prevalece en Italia la buena conciencia respecto de la disparatada pol¨ªtica exterior seguida en la primera mitad del siglo XX. Con cargarlo todo en la cuenta de Mussolini, todo est¨¢ resuelto. Siguen exhibi¨¦ndose placas y calles que evocan las glorias patrias en los cr¨ªmenes contra la humanidad cometidos en Libia y en Etiop¨ªa. Es m¨¢s, junto al monumento fascista a La Victoria de Bolzano una columna ensalza las grandes conquistas: ?frica oriental, Libia, ?Espa?a!. El centenario ahora celebrado era buena ocasi¨®n para rectificar la memoria hist¨®rica. Mattarella la ha desaprovechado, al tiempo que envolv¨ªa su discurso en la exaltaci¨®n de la paz. A su juicio, por encima de los muertos, de las tragedias colectivas, estuvo el papel de la guerra como ¡°gran factor de modernizaci¨®n, industrial, cient¨ªfica social¡±, de afirmaci¨®n de ¡°la conciencia nacional¡± m¨¢s all¨¢ de las elites. Sin duda, y bien que lo aprovech¨® Mussolini para poner en marcha el fascismo, que el discurso presidencial olvida.
Lo mismo que el precio pagado en esa guerra italiana por los adversarios, ahora hermanos en Europa e invitados a la ceremonia (Austria, Eslovenia, Croacia). De sus sufrimientos, el cat¨®lico estadista nada dice. Solo existe Italia.
Y por supuesto tampoco menciona que el Tirol del Sur, masivamente germ¨¢nico, fue incorporado al Reino de Italia, sufriendo bajo el fascismo una brutal desnacionalizaci¨®n. Se le somete por el gobierno Renzi a la obligaci¨®n de izar la bandera italiana en los ayuntamientos. ¡°?Qu¨¦ tenemos que celebrar?¡±, se pregunta el presidente tirol¨¦s de la provincia de Bolzano, Arno Kompatscher.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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