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Columna
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En Brasil, el mejor blanco solo consigue ser un buen se?or de esclavos

La cancelaci¨®n de la obra de teatro 'La mujer del tren' muestra que la tensi¨®n racial ha llegado a un punto in¨¦dito

Eliane Brum

Algo se rasg¨® el 12 de mayo 2015. Aquella noche, en lugar de una obra de teatro, La mujer del tren, ocho actores sociales subieron al escenario del auditorio de Ita¨² Cultural, en S?o Paulo, para discutir la representaci¨®n del negro en el arte y en la sociedad. La decisi¨®n se tom¨® despu¨¦s de que Stephanie Ribeiro, bloguera negra y estudiante de arquitectura, protestase contra el uso de "blackface" en la representaci¨®n, la considerase racista e iniciase una serie de manifestaciones en las redes sociales de internet. "Lo que me impresiona es que el debate sobre el racismo y blackface es antiguo. ?Las personas del teatro se dicen tan cultas y no han parado a pensar sobre esto? Reproducir esto en 2015 es tan asqueroso como ignorante. Pero, claro, se me hab¨ªa olvidado que, cuando el asunto es el negro, no se hace ning¨²n esfuerzo para que haya respeto", escribi¨® en Facebook. Y agreg¨®: "Apenas lo lamento, no pasar¨¢n".

No pasaron. Ante una acusaci¨®n tan peligrosa para la imagen p¨²blica de uno y de otro, la compa?¨ªa de teatro Os Fofos Encenam e Ita¨² Cultural decidieron suspender la pieza y, en el mismo lugar y horario, acoger el debate. El espect¨¢culo que se desarroll¨® en el escenario tuvo el poder de un corte.

?Qu¨¦ ocurri¨® all¨ª?

Hemos vivido de espasmo en espasmo, como ya he escrito aqu¨ª. Los d¨ªas pasan de forma tan acelerada que los a?os ya no comienzan ni terminan, sino que se suceden sin pausa. Enormidades ocurren a veces en cuesti¨®n de minutos entre una y otra. Se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil percibir lo que es (o ser¨¢) hist¨®rico, en el sentido de aquello que deja una marca en el tiempo. Mi interpretaci¨®n es que aquel debate, aquellas tres horas en una noche de la Avenida Paulista, se pueden convertir en una cita en el futuro. Al menos, en un se?alizador de un momento muy particular de la sociedad brasile?a, en el que la tensi¨®n racial ya no puede contenerse en Brasil y ha atravesado una frontera in¨¦dita. Como la interpretaci¨®n tambi¨¦n es deseo, hago aqu¨ª mi parte min¨²scula para que el debate tenga el lugar que merece. Como el historiador brasile?o Nicholas Sevcenko afirm¨® una vez, en otro contexto, hay cosas en las cuales no debemos preguntarnos qu¨¦ har¨¢n por nosotros, porque ellas ya lo han hecho. Creo que este sea el caso aqu¨ª.

El racismo es el debate siempre postergado por la sociedad brasile?a

La actriz Roberta Estrela D'Alva, una de las invitadas al debate, inici¨® su presentaci¨®n hablando de la percepci¨®n, al entrar en contacto con las protestas en Internet, de que algo suced¨ªa, algo que no habr¨ªa sucedido hace m¨¢s de diez a?os, cuando el grupo Os Fofos Encenam mont¨® la obra. "Hay algo diferente en eso, porque hay manifestaciones siempre, pero que alcancen esta proyecci¨®n, y que se hayan escuchado en este sentido, de alguien que haya dicho 'no' a una cosa y haya tomado esta dimensi¨®n que estamos viendo aqu¨ª ahora... Creo que hac¨ªa tiempo que est¨¢bamos esperando, aguardando o pidiendo eso. Y no creo que en realidad la pieza sea el foco. Creo que lo que sucede en la pieza es un s¨ªntoma de una enfermedad de transmisi¨®n cultural, que es el racismo. Y de una relaci¨®n siempre muy espinosa, que son los 400 a?os de esclavitud en Brasil".

Solo ahora, despu¨¦s de las manifestaciones de 2013 y de la reacci¨®n virulenta de sectores de la sociedad a la pol¨ªtica de cuotas raciales en las universidades y en otros espacios hist¨®ricamente ocupados por blancos, parece haberse hecho posible un "no" que finalmente se haya escuchado en la Avenida Paulista. El punto es que el racismo en Brasil es el debate siempre postergado y, esta vez, ocurri¨®, como tan bien plante¨® el mediador del evento, Eug¨ºnio Lima, DJ y actor: "Tenemos una tarea muy interesante en este momento, que es conseguir darle forma a un debate al que nunca se le consigue dar forma por completo en la historia de la sociedad brasile?a. Cada vez que vamos a hablar de este asunto, se dice: 'no, no es exactamente el momento oportuno'. 'No, vamos a hacerlo un poco m¨¢s adelante'. 'No, ahora no se va a poder'. 'No, estamos demasiado cerca de la esclavitud'. 'No, estamos demasiado cerca de los a?os 30, tenemos que formar (primero) la naci¨®n'. 'No, estamos demasiado cerca del proyecto de la dictadura, estamos demasiado cerca de la redemocratizaci¨®n, estamos demasiado cerca de los radicalismos'. As¨ª que nuestro reto es proporcionar un debate que sea de hecho un debate".

Nada de lo que ocurri¨® en aquel escenario es simple. O f¨¢cil. ?Es racismo? ?Es censura? Estas eran dos cuestiones espinosas que se cern¨ªan sobre el auditorio mientras las personas iban ocupando las sillas. Eran, tal vez, un ejemplo m¨¢s de las falsas polarizaciones que han marcado el Brasil actual. Por su potencial explosivo, muchos apostaban e incluso se preparaban para "un jaleo", y no un debate. Tanto que el mediador fue muy h¨¢bil al replantear esas cuestiones ya en la apertura. Eug¨ºnio Lima explic¨® la necesidad de no elegir el camino m¨¢s f¨¢cil, aquel que tambi¨¦n podr¨ªa ser el camino de la oportunidad perdida en caso de que el debate se polarizase entre la censura, como el argumento de los blancos, y el racismo, como el argumento de los negros: "Debemos intentar no hacer invisible la voz leg¨ªtima del otro. As¨ª que cuando uno llega en un determinado momento y dice: 'es censura, punto'. 'Es falta de libertad de expresi¨®n, punto'. 'Es racismo, punto...' De esa forma el otro no tiene c¨®mo conseguir dialogar. Y necesitamos dialogar. Tenemos que hacer un ejercicio de escucha".

Eug¨ºnio Lima tambi¨¦n se present¨® de una forma bastante interesante, haciendo expl¨ªcita la posici¨®n desde la que hablaba: "No soy un mediador en el sentido de que vaya a tratar de llegar a un punto intermedio. No estoy equidistante entre las dos posiciones. Tengo una historia, una historia pol¨ªtica, art¨ªstica, que habla por mi posicionamiento".

320.000 negros fueron asesinados por armas de fuego entre 2003 y 2012, una ciudad de tama?o medio de cad¨¢veres del mismo color

Tomo prestada la explicaci¨®n para este art¨ªculo, y para cualquier art¨ªculo, creo yo. No soy (o no estoy) equidistante. Escribo a partir de mi historia y de c¨®mo me descubr¨ª blanca, y me redescubro cada d¨ªa, en este Brasil en el que es "natural" que negros pobres, de las favelas, mueran. La propia selecci¨®n de los pasajes que he elegido transcribir y reproducir aqu¨ª, porque creo que leer es diferente de escuchar (y, a veces, se escucha mejor leyendo) habla de m¨ª. El debate completo puede (y debe) verse aqu¨ª. El m¨ªo es un recorte propio, con subrayados propios, en el que puedo incluso invertir el orden y darles prioridad a intervenciones del p¨²blico a expensas de las intervenciones de los invitados. Porque, en cierto modo, no hubo p¨²blico. Se sobrepasaron los l¨ªmites espaciales y las manifestaciones de los asistentes fueron tan ricas como las de las personas invitadas a protagonizar el debate.

Solo al final dir¨¦ lo que el debate me provoc¨®, las reflexiones que me despert¨®, para no interrumpir el recorrido de ning¨²n lector atento, dispuesto realmente a escuchar y, tal vez, a hacer lo m¨¢s dif¨ªcil: moverse.

Un peque?o aviso, antes de que se enciendan las luces del escenario. No se trata de un juego de "a favor" o "en contra". Creo que vivimos en una ¨¦poca en la que eso ya se ha superado, o deber¨ªa superarse. No son dos lados, son varios. Es mucho m¨¢s complicado. Y el momento no est¨¢ para simplificaciones. Necesitamos avanzar hacia la confrontaci¨®n real, compleja, que abarque las contradicciones de cada uno. Son contradicciones en di¨¢logo con contradicciones. La consistencia de cada actor surge de la capacidad de aceptar este reto.

Por ¨²ltimo, antes de pedir que apaguen los m¨®viles, debo decir que varias personas me advirtieron que no escribiese sobre este debate. Cuento esto apenas para dar una informaci¨®n m¨¢s acerca de cu¨¢nto la protesta, la suspensi¨®n de la pieza y luego el evento movieron placas tect¨®nicas. Con variaciones, el aviso era: "El tema es demasiado espinoso, los ¨¢nimos est¨¢n exacerbados, te vas a quemar por todas partes. Mejor no te metas en eso¡±. Llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que el riesgo de ¡°quemarme¡± forma parte del privilegio y de la responsabilidad de tener este espacio.

?Qui¨¦n dice lo que es blackface? ?Quien lo hace o quien lo reconoce?

Un poco de contexto, antes de que empiece el espect¨¢culo.

El evento ocurri¨® la v¨ªspera de la celebraci¨®n de la abolici¨®n de la esclavitud en Brasil, la ley ?urea firmada por la princesa Isabel de 13 de mayo de 1888. Una abolici¨®n a¨²n incompleta, 127 a?os despu¨¦s. En este momento, un joven negro en Brasil tiene un riesgo 2,5 veces mayor de morir asesinado que un joven blanco. De 2003 a 2012, la sociedad brasile?a fue testigo (sin esc¨¢ndalo) del asesinato por armas de fuego de 320.000 negros. Imag¨ªnese, para tener una idea del significado, una ciudad de tama?o medio poblada por cad¨¢veres con agujeros de bala, y que todos esos cuerpos tienen el mismo color. E imag¨ªnese que, en ese mismo pa¨ªs, eso est¨¢ tan naturalizado (y naturalizar es convertir en natural lo que no lo es) que solo se espantan los mismos. Esta es la trama que se desarrolla en las favelas de S?o Paulo, en las comisar¨ªas y prisiones, mientras en la Avenida Paulista, en el auditorio del brazo cultural de uno de los dos bancos privados m¨¢s grandes del pa¨ªs, el foco y las luces est¨¢n sobre ocho personas, blancas y negras, que hablan a partir de posiciones y lugares diversos.

El drama es mayor porque los episodios de racismo en Brasil son abundantes y atraviesan la vida cotidiana de todos y cada uno, de forma expl¨ªcita o inconsciente. Pero precisamente Os Fofos Encenam, la compa?¨ªa de teatro que mont¨® La mujer del tren en 2003, pieza que le vali¨® el premio Shell de mejor figur¨ªn, adem¨¢s de otros ocho premios, nunca ha tenido ning¨²n tipo de identificaci¨®n con el racismo. La pieza est¨¢ descrita como una ¡°comedia de circo¡± y la tradici¨®n circense en Brasil fue invisible durante d¨¦cadas, hasta que se rescatase y la academia tambi¨¦n la reconociese. Todav¨ªa hoy en d¨ªa esa vertiente teatral est¨¢ marginada y enfrenta problemas para conseguir recursos. Por lo tanto, si sufrir una acusaci¨®n de racismo es dif¨ªcil para la mayor¨ªa, ese lugar es especialmente doloroso para ¡°Os Fofos¡±, como se ver¨¢ m¨¢s adelante.

Hoy tenemos voz y no voy a aceptar esa visi¨®n de los blancos sobre los negros. No voy a callarme Stephanie Ribeiro

Si para Ita¨² Cultural era crucial que el debate tuviese lugar en su territorio, para algunos invitados y para el p¨²blico son¨® arriesgado aceptar subir al escenario u ocupar el auditorio del instituto. Si bien Ita¨² Cultural tiene una actuaci¨®n reconocida en cuanto a darles visibilidad a grupos y cuestiones que siempre han estado al margen, lo que contribuye a la democratizaci¨®n de la cultura, tambi¨¦n es un hecho que los bancos, en general, han tenido su imagen cada vez m¨¢s asociada con la desigualdad brasile?a. Tanto es que, en las protestas, son los primeros en ser apedreados o ver sus puertas derribadas o sus vidrios rotos por Black Blocs y otros grupos. La ¨²ltima elecci¨®n y la recesi¨®n en curso han hecho esta relaci¨®n a¨²n m¨¢s sensible. As¨ª que, para muchos, fue dif¨ªcil hacer precisamente este debate en el espacio de un ¡°representante del sistema financiero¡±. Todas estas tensiones estaban presentes y aparecieron durante las tres horas de duraci¨®n del evento.

Con tanto en juego, el debate de hecho se realiz¨®. Hab¨ªa una posibilidad considerable de que se convirtiese en una discusi¨®n grosera al estilo de las que se producen en las redes sociales, en las que los odios mutuos y las posiciones cerradas impiden la escucha y hacen inviables el di¨¢logo y cualquier movimiento de hecho. En los d¨ªas siguientes eso lleg¨® a ocurrir en algunos espacios de internet que se hicieron eco del evento, en un triste descenso. Pero no all¨ª. Y comienzo el debate por la bella clase dada por Mario Bolognesi, profesor universitario e investigador del circo brasile?o, que demuestra que la pieza no usa blackface.

¡ªVoy a tratar de hablar un poco de teatro practicado bajo la lona, que tiene en este pa¨ªs una largu¨ªsima historia, que tambi¨¦n fue escondida y no revelada. Solo ¨²ltimamente, en los ¨²ltimos 30 a?os, los investigadores se han dedicado a desvelar la historia de este teatro riqu¨ªsimo. (...) El circo brasile?o, en su versi¨®n teatral, desde el principio, incorpor¨® la causa de los abolicionistas. (...) Tambi¨¦n acogi¨® a muchos esclavos fugitivos, que encontraron en el circo y en el espect¨¢culo una posibilidad de realizaci¨®n. El circo brasile?o no sabe qu¨¦ es esa historia de blackface. No lo sabe. Nunca trabaj¨® con esa referencia, nacida a mediados del siglo 19 en los Estados Unidos. El circo brasile?o tiene su vertiente, su matriz europea, que viene de una tradici¨®n de la comicidad popular, que trabaja con personajes tipo, lo que es diferente de estereotipos. Los personajes tipo son condensaciones esenciales de caracter¨ªsticas ps¨ªquicas, fundamentalmente ps¨ªquicas, pero tambi¨¦n sociales. (...) Y en el circo brasile?o estos personajes tipo se cargan en forma de m¨¢scaras. (...) Esa m¨¢scara puede ser tanto algo que se acopla a la cara como un maquillaje. (....) Y nos llega por contrastes. Tenemos un linaje de los llamados "enharinados". Y tenemos otro linaje de personajes que son los negros pintados de negro. ?Cu¨¢l es el sentido de eso para el teatro? El sentido es crear una polaridad, inclusive visual, o de preferencia visual, porque, no lo olvidemos, se practicaba teatro al aire libre, para mucha gente. Por lo tanto, el criterio de visibilidad debe estar muy bien expuesto. Y los colores rojo, negro y blanco son los preferidos en este universo, porque son visibles desde una gran distancia. En el circo, esta polaridad (blanca y negra) vino para realzar, traer lo c¨®mico.

La democracia no es la paz, sino el debate cotidiano entre los diferentes. Es necesario aprender a confrontarse Aimar Labaki

Fernando Neves, actor y director de Os Fofos Encenam, dio un testimonio en esa direcci¨®n. Comedia francesa del siglo 19, La mujer del tren habr¨ªa sido montada por primera vez en Brasil, en 1920, en el Circo Colombo, mantenido por su abuelo:

¡ªTard¨¦ mucho tiempo en entender lo que era, lo que mi familia, como otras familias de artistas, hab¨ªa hecho aqu¨ª en este pa¨ªs con relaci¨®n al arte, o sea, el Teatro de Revista, el Circo Teatro y el Teatro de Comedia. Vengo de un vientre negro que ya pas¨® por una cuesti¨®n fuerte de entrar en una familia de portugueses que llegaron aqu¨ª en 1890. Vinieron con un circo. (...) Le prohib¨ªa a mi madre, cuando nos visitaba alguien en casa, decir que hab¨ªa sido vedette. (...) Fue a los 53 a?os en 2003, cuando me dije: 'no, necesito hablar de eso'. Fue una cosa impresionante esta cuesti¨®n de La mujer del tren, porque era la pieza que pon¨ªa al p¨²blico en pie, la que mi t¨ªo escondi¨® de m¨ª, acerca de la cual que tambi¨¦n fue dif¨ªcil juntar material para investigar. Y ah¨ª la hicimos, y cuando intentamos dinero no conseguimos nada. As¨ª que fue todo una dificultad eterna. (...) Empec¨¦ a entender lo que era, para el actor brasile?o, la cuesti¨®n de la composici¨®n y de las m¨¢scaras. Es que es una cuesti¨®n muy dif¨ªcil. (...) Porque tiene que ver con el tipo psicol¨®gico y con el temperamento. As¨ª que es una cuesti¨®n que deber¨ªa ense?arse en las escuelas, lo que lamentablemente no ocurre. Porque de esa forma, cuando se llegase a esta discusi¨®n, yo no tendr¨ªa, o ¨¦l no tendr¨ªa, que decir: no tiene nada que ver con blackface.

Mario Bolognesi es un investigador serio y llev¨® el debate, con toda honestidad, a la complejidad de quien estudia el tema en profundidad. Fernando Neves habl¨® del dolor de haber trabajado duro para poner en escena algo de la tradici¨®n circense que estaba oculto, algo que permanec¨ªa avergonzado tanto a los m¨¢rgenes de la sociedad como a los m¨¢rgenes de s¨ª mismo. Desde el punto de vista estrictamente conceptual, la pieza de la discordia no usa blackface. El sentido es otro, desde este punto de vista. Y es importante que esto se diga y se entienda. Pero, avanzando un poco m¨¢s, es obligatorio hacer la pregunta: ?qui¨¦n da los sentidos? ?Y qu¨¦ hace del blackface de hecho un blackface, lo que solo se completa al verlo (o en este caso, no verlo)? Dicho de otro modo: ?qui¨¦n dice lo que es blackface? ?Quien lo hace o quien lo reconoce?

Aqu¨ª, pongo de relieve un fragmento del habla de Stephanie Ribeiro, la bloguera negra que inici¨® la protesta con un post en Facebook. Su discurso interrumpe conclusiones f¨¢ciles. Ella plantea una cuesti¨®n subyacente: ?deber¨ªan, por lo tanto, aquellos que se sienten violados, entender que no es este el sentido, que estrictamente hablando esto no es blackface, y seguir adelante?

¡ªComenzamos deconstruyendo la idea de que la piel natural sea la blanca. Porque yo soy negra, yo soy natural, yo soy normal. Yo no soy ex¨®tica. Me paso la vida entera oyendo que soy ex¨®tica, que soy diferente, que mi cabello es diferente. Esa es mi vivencia. Es eso lo que siento cuando veo aquella foto y veo que aquella es la representaci¨®n de la persona blanca para conmigo, para con mi abuela, para con mi bisabuela, que eran negras, que fueron esclavizadas, que fueron violadas, que fueron marginadas. Esta es mi historia y esta es la historia que llevo siempre y que llevar¨¦ durante toda mi vida porque no tengo c¨®mo ser negra un d¨ªa y no serlo al d¨ªa siguiente. Y aqu¨ª entra la cuesti¨®n de la pieza y de toda la manifestaci¨®n hecha por Facebook por varias personas negras, y de la forma como eso fue recibido por algunas personas, de una forma hasta racista, de creer que el negro no entiende de arte, el negro no entiende de cultura, el negro no sabe de esto, el negro no sabe de aquello. ?Sab¨¦is cu¨¢ntas veces en mi vida me encuentro con alguien que me pregunta: "Ah, ?pero estudias arquitectura?" ?Y por qu¨¦? ?No puedo estudiar arquitectura? ?Hay carreras para blancos y hay carreras para negros? Ah, parece imaginaci¨®n, ?pero no lo es! Es nuestra capacidad en el arte, que la ¨¦lite cultural de S?o Paulo siempre ignora. (...) ?Cu¨¢l es la visi¨®n de un hombre blanco de mi vivencia? ?Lo sab¨¦is? ?Ya hemos parado a pensar sobre eso? No s¨¦ lo que es ser blanco, nunca lo sabr¨¦. Yo s¨¦ lo que es ser negro. Y, con base en lo que s¨¦, es dif¨ªcil. Y yo aun soy una mujer negra privilegiada, ?sab¨¦is? Tengo la suerte de estar en una universidad. Soy una mujer negra aun de piel clara. ?Imaginad las otras mujeres negras que no pueden estar aqu¨ª! Que est¨¢n limpiando el suelo, que est¨¢n all¨¢, qu¨¦ s¨¦ yo, cuidando a varios ni?os. Y eso me ofende porque, cuando vemos la imagen del blanco para con nosotros, es una imagen tan ofensiva, tan estereotipada, que vale esa cuesti¨®n de ser m¨¢scara, de ser tipo. Es mi imagen cada vez que lo veo en la televisi¨®n, cada vez que voy a ver una pieza. Es siempre lo mismo. Es o la mujer negra para sexo, o la mujer negra Globeleza [al estilo bailarina de carnaval], o la mujer negra como empleada dom¨¦stica. Ah, pero ?por qu¨¦ la mujer negra es empleada dom¨¦stica? Porque vivimos en un pa¨ªs en el que, despu¨¦s de la abolici¨®n, la mano de obra negra era abundante. As¨ª que, ?qu¨¦ hacemos con esa mano de obra abundante? ?Les vamos a dar oportunidades? ?Les vamos a dar estudios? ?No! Vamos a ponerlos a limpiar, lavar y planchar. Es ah¨ª donde entra el estereotipo. No es solo pintar la cara de negro. El estereotipo que la pieza reforzaba es ese estereotipo de la mujer negra en varios sentidos: en el cabello, en la forma de comportarse. Porque estaba escrito en el propio sitio web de Fofos, cuando fui a leerlo, que ella era entrometida. As¨ª que el problema no es esa pieza, sino que el problema es la visi¨®n de las personas blancas de nosotros. Esa visi¨®n ya no vamos a aceptarla, porque hoy tenemos voz, hoy podemos hablar. Que sea en Facebook, que sea con grafiti, que sea de la forma que sea. No la acepto. No voy a callarme.

Pero, siendo o no blackface, ?el arte no es el territorio de la libertad? ?La pieza en cuesti¨®n no tuvo un papel crucial al llevar el debate hasta ese punto y, as¨ª, hacer un corte en la sociedad? El corte se dio por el hecho de que la pieza no se pusiese en escena. ?Pero no ser¨ªa m¨¢s correcto que se pusiese en escena y que el debate se produjese inmediatamente despu¨¦s, con el potencial de ser a¨²n m¨¢s rico? ?La cuesti¨®n entonces ya no se centra en el "racismo", sino en la "censura"?

Las personas blancas no dicen c¨®mo las personas negras deben luchar Stephanie Ribeiro

Aimar Labaki, dramaturgo, director y ensayista, present¨® una perspectiva interesante sobre esto. Y trajo a debate algo fundamental: la necesidad de la confrontaci¨®n como parte del proceso de construcci¨®n de la democracia.

¡ªLa cuesti¨®n del negro en Brasil es igual a otras dos cuestiones para m¨ª: en primer lugar, la cuesti¨®n de los desaparecidos y de los torturadores, es decir, nuestra verdad hist¨®rica que a¨²n est¨¢, de alguna forma, enterrada, y la idea de que una justicia pueda venir a realmente servir para todo el mundo. Es igual a la cuesti¨®n de la libertad sexual, es decir, la cuesti¨®n de g¨¦nero, la cuesti¨®n de que las opciones sexuales se normalicen, al menos desde el punto de vista legal, y la vida har¨¢ que lo obvio se establezca, que cada uno viva como quiera. ?Por qu¨¦ estas tres cuestiones son importantes? Porque son las tres cuestiones que nos impiden sentirnos, de verdad, parte de una naci¨®n y sentirnos parte de un Estado que nos represente en alguna medida. Y no estoy hablando solo de la cuesti¨®n de la representaci¨®n pol¨ªtica, que es una crisis por la cual pasa el mundo entero y que no es una crisis brasile?a. Aqu¨ª se agrav¨® por el hecho de que la dictadura acabase con una o dos generaciones de personas que podr¨ªan tener el conocimiento de c¨®mo moverse p¨²blicamente e hizo que nuestra educaci¨®n, en ese sentido, se retrasase tanto. Hace 30 a?os que acab¨® la dictadura, pero (Jos¨¦) Sarney [pol¨ªtico y ex presidente de Brasil que particip¨® del poder durante la dictadura, la redemocratizaci¨®n y hasta hoy] solo se jubil¨® el a?o pasado y todav¨ªa est¨¢ recomendando a gente. A¨²n hay militares que no obedecen al jefe del comando, que es el presidente de la Rep¨²blica, cuando el presidente de la Rep¨²blica manda entregar documentos que son del Estado, no son del ej¨¦rcito. As¨ª que estamos desde hace 30 a?os construyendo por primera vez una democracia formal, pero no tenemos un esp¨ªritu democr¨¢tico, no tenemos un esp¨ªritu de Rep¨²blica. A¨²n estamos tratando de construir eso, y construir un aprendizaje de c¨®mo discutir en p¨²blico. Porque democracia no es paz. La democracia es una lucha cotidiana, es un debate cotidiano entre diferentes. Y tenemos miedo del debate, tenemos miedo de la confrontaci¨®n. Es necesario aprender a confrontarse. En este sentido, esas tres cuestiones (la cuesti¨®n de negro, la cuesti¨®n de los torturados y el castigo a los torturadores y la cuesti¨®n de la libertad sexual) son las que nos impiden, como dice el poeta, conseguir transformar esta verg¨¹enza en una naci¨®n. Dicho esto, creo que para las tres preguntas vale la preocupaci¨®n permanente de comprender que esta democracia est¨¢ en construcci¨®n. Y, en este sentido, no me parece el camino m¨¢s adecuado que uno pida o que luche por la supresi¨®n de cualquier representaci¨®n que le moleste (...) En este caso, la representaci¨®n tambi¨¦n es una forma de mantenimiento de una visi¨®n del mundo que perpet¨²a el racismo. Y estoy de acuerdo con eso. Creo que esa visi¨®n tiene que borrarse; pero no puede borrarse a la fuerza, no puede borrarse por medio del silencio.

Stephanie Ribeiro da una respuesta:

¡ªQuer¨ªa empezar diciendo que tal vez yo sea demasiado radical, ya que, en mi concepci¨®n de mundo, las personas blancas no dicen c¨®mo las personas negras deben luchar. As¨ª que si quiero hacer un boicot, lo har¨¦. Si queremos unirnos contra una pieza, nos uniremos. Porque eso es lo que estamos debatiendo aqu¨ª. Son a?os y a?os de personas negras sin voz. Son a?os y a?os de personas negras silenciadas, invisibilizadas. Son a?os y a?os en los que la representatividad no llega. La representatividad en un pa¨ªs donde un 54% de la poblaci¨®n es negra, no deber¨ªa ni siquiera discutirse. Cuando nos manifestamos, no estamos censurando, solo estamos poniendo en la agenda lo que nadie hab¨ªa puesto hasta ahora porque no tiene nuestra vivencia. (...) Tiene que ser un esfuerzo de las personas para entender lo que es ser negro en este pa¨ªs. Nunca sabr¨¢s lo que es vivir en mi piel, pero al menos puedes no reforzar ideas como esa de que... "lo natural es la piel blanca", ?entiendes? Esto es deconstrucci¨®n, esta es la lectura de la gente negra. La gente negra habla, la gente negra escribe, y no es de hoy, ?entiendes? (...) ?Cu¨¢ndo voy a tener el privilegio de no saber lo que soy? Pero vosotros ten¨¦is el privilegio de no saber lo que soy, marginarme, oprimirme e incluso llamarme censuradora. ?Qu¨¦ privilegio magn¨ªfico! Esta acci¨®n fue muy importante, porque se hizo en Facebook, con varias personas, principalmente militantes j¨®venes. Y es esta fuerza la que est¨¢ viniendo y no va a callarse. Creo que es importante que las personas se abran a escuchar esas voces. Pero esa apertura tiene que venir con el di¨¢logo, sobre todo, de que las personas blancas no establecen la agenda de la lucha de los negros. Nadie va a decir c¨®mo debemos luchar. Nadie va a decir c¨®mo debemos actuar, porque nadie sabe lo que es ser nosotros y nadie sabe por todo lo que ya hemos pasado.

Mi punto de vista es de clase media, blanco. Y, disculpa, soy un interlocutor tambi¨¦n. Vais a tener que hablar conmigo Aimar Labaki

Al final, Aimar Labaki hace una especie de contrarr¨¦plica:

¡ªDe verdad me emocion¨® lo que dijo Stephanie, en el sentido de que nunca sabr¨¦ lo que es ser negro. Soy blanco. Y, a pesar de haber nacido en la extrema pobreza (no lo parece, pero es verdad), tuve una serie de suertes que, si fuese negro, no tendr¨ªa. As¨ª que mi punto de vista es de clase media, blanco, mirando a mi realidad. Y, disculpa, soy un interlocutor tambi¨¦n. Vais a tener que hablar conmigo tambi¨¦n. Tengo que hablar con vosotros, vosotros ten¨¦is que hablar conmigo. No creo que seamos tan diferentes como parece. Desde mi punto de vista, la cuesti¨®n del racismo la veo de una forma intelectual, no la veo de una forma emocional. (...) Por eso entiendo y estoy de acuerdo cuando dices: "No importa si es blackface o no, es racismo". De la misma forma, digo: no me importa si es racismo o no, es censura. (...) Si quitas una pieza de cartel, sea cual sea, porque una parte de la poblaci¨®n, por m¨¢s que sea la mayor parte de la poblaci¨®n, no quiere que se presente, abrimos un precedente en un pa¨ªs que es autoritario, en un pa¨ªs donde no hay una tradici¨®n de libertad de expresi¨®n. Abres la Caja de Pandora. En seguida habr¨¢ reaccionarios, militares, lo que sea, armando jaleo y queriendo que las cosas no se presenten porque no se sienten representados en ellas. Esto no quiere decir que se le deba callar la boca a nadie, mucho menos al Movimiento Negro.

Un hombre del p¨²blico har¨¢, mucho m¨¢s tarde, un recorte aqu¨ª:

?Esa m¨¢scara est¨¢ fuera! Como est¨¢ fuera cualquier tipo de racismo. ?El teatro est¨¢ vivo! Fernando Neves

¡ªSoy negro, pobre, homosexual y profesor. Y he comprendido que el ser negro viene antes de todo eso, en Brasil, y no solo en Brasil. Creo que en esta dimensi¨®n del color, cuando sale a la luz, nos retiramos. Y esa retirada ya no es posible. Creo que lo que est¨¢ sucediendo aqu¨ª hoy es una se?al de un cambio estructural en el pa¨ªs, con el que no podemos ser negligentes y que tiene que ver con la sociedad, pero tambi¨¦n con el teatro que hacemos, con el teatro de grupo. Esta es una se?al de que una cosa muy compleja est¨¢ sucediendo en este pa¨ªs. (...) No es una cuesti¨®n de representaci¨®n. El color no se representa. Esto es lo que, en cierto modo, el blackface denuncia. Porque el negro es algo m¨¢s, aparte de su color. Son relaciones que est¨¢n en juego y que tal vez el teatro haya tenido dificultad de elaborar. Es hora de que nos preguntemos qu¨¦ estamos consiguiendo elaborar en este momento en el que de hecho se est¨¢ produciendo un cambio. No se ha producido. Se est¨¢ produciendo. Y es peligroso. Es peligroso porque el otro existe. Y yo tambi¨¦n me defino por el otro. Y no puedo, en mi l¨®gica, reproducir la l¨®gica de la supresi¨®n. No estoy con esto diciendo que vamos a escuchar a los blancos y que ellos nos van a decir lo que tenemos que hacer. Solo estoy queriendo decir que tal vez tengamos, como negros, que ser capaces de elaborar una imagen del blanco. Y en ese momento es cuando la sociedad cambia.

Fernando Neves, de Os Fofos Encenam, se desahoga. Y llega a una conclusi¨®n.

¡ªHicimos presentaciones, en 2003, y despu¨¦s paramos. Al retomarlas, nos llevamos un susto. Eug¨ºnio me dice: "Fernando, piensa qu¨¦ es eso. Es una cosificaci¨®n de una idea que le trae mucho sufrimiento a mucha gente solo de mirar. No se necesita ni ver la pieza". Yo me dije: es un t¨®tem. Es un t¨®tem. As¨ª que est¨¢ todo equivocado, la m¨¢scara de circo no se hizo para eso. Mi familia, todo el trabajo, todo, quien hac¨ªa esta m¨¢scara era mi madre. No se hizo para eso. Se hizo para divertir. En el circo, el drama es para llorar y la comedia es para re¨ªrse. No se hizo para ridiculizar a nadie. Tanto es as¨ª que, si os fij¨¢is en los tipos de La mujer del tren, la mujer que hace de due?a de la casa tiene la nariz torcida, la boca torcida. No es as¨ª, que el negro est¨¦ pintado y todo el mundo est¨¦ con buena cara y buena piel. No es as¨ª. Est¨¢ todo el mundo rid¨ªculo. Porque eso era lo que el circo hac¨ªa. As¨ª que, cuando Eug¨ºnio me explic¨® lo que era eso, me dije: entonces esta m¨¢scara tiene que salir de escena. No puede quedarse, no se hizo para eso. Como varias veces, a lo largo de la Historia, varias m¨¢scaras y varios tipos tuvieron que salir de escena. Luego se resignifican y vuelven. El teatro est¨¢ vivo. (...) ?Para todo! (...) Hay que poner esa m¨¢scara fuera de escena. Tiene que salir de escena. Porque no se cre¨® para causarle dolor a nadie. Porque eso es todo lo que no queremos en la vida. Y nuestro arte, todo lo que estamos haciendo, no se basa en eso. Yo no quiero eso, y ninguno de los Fofos quiere eso. (...) As¨ª que lo que quer¨ªa decir es que apoyo lo que he escuchado hasta ahora, tan sabio. Lo apoyo plenamente. Y... vamos a quitar esas m¨¢scaras. (...) Tenemos que trabajar la alegor¨ªa que existe en el arte popular para llevar a la reflexi¨®n. Antes, era forma. Ahora, tiene que tener un compromiso. Se plantea para que discutamos. Quiero decirles "muchas gracias" y pedirles disculpas a todos los que haya ofendido (...) Es una cosa que me ha dolido much¨ªsimo. Y me destroza, porque esto es todo lo que no quer¨ªa en mi vida. Entonces, esa m¨¢scara est¨¢ fuera de escena, como lo est¨¢ cualquier tipo de prejuicio, cualquier tipo de racismo y cualquier tipo de violencia.

T¨² [blanco] tienes el privilegio del privilegio de no pensar ni en tus privilegios Max, del p¨²blico

Fernando Neves llora.

El espect¨¢culo se convirti¨® en un debate (?o el debate se convirti¨® en un espect¨¢culo?), que cubre no s¨®lo el escenario, sino el p¨²blico, y las reacciones en las redes sociales causadas por el mismo. Una parte del p¨²blico se apropi¨® de La mujer del tren y la subvirti¨®. Sin haberse presentado, la pieza teatral provoc¨® otra escena, que tambi¨¦n la contiene. Arte y pol¨ªtica como categor¨ªas indisociables, inmunes a los delirios de pureza y de significados en s¨ª y para s¨ª. Profanadas, siempre, por el mundo y por las circunstancias. Teatro.

Aqu¨ª, tal vez sea el momento de que diga c¨®mo me sent¨ª en este debate, de forma totalmente honesta y hasta dif¨ªcil para m¨ª. Como a Aimar Labaki, la idea de que un espect¨¢culo no se presente, de que se censure, sea por los motivos que fuere, aunque se diga que no es censura, sino una decisi¨®n del grupo, lo que ser¨ªa autocensura, me da escalofr¨ªos. La dictadura, la censura y la represi¨®n est¨¢n muy vivas en mi memoria, y me dan miedo las excepciones, porque dejan la puerta abierta a que lo peor se convierta en regla. A final de cuentas, ?qui¨¦n va a decir cu¨¢les son los buenos motivos para suspender un espect¨¢culo? ?Qui¨¦n ser¨¢ m¨¢s igual que los otros, por parodiar Rebeli¨®n en la granja, de George Orwell? Un boicot de la pieza me hubiera parecido m¨¢s democr¨¢tico, pero no su suspensi¨®n. Protestas a la puerta del instituto Ita¨² Cultural, lo que posiblemente suceder¨ªa si se pusiese en escena (perspectiva, por cierto, que debe haber asustado a los involucrados) causar¨ªan conmoci¨®n y debate. Y la pieza all¨ª, en el escenario, provocar¨ªa y ser¨ªa provocada, para posiblemente no volver nunca m¨¢s de la misma manera.

Sin embargo, otra percepci¨®n se fue volviendo m¨¢s fuerte a medida que yo escuchaba a los negros. Tal vez haya sido necesario hacer ese corte dentro del corte. Porque tal vez el hecho de que yo piense en ello como una censura, en una ¨¦poca de construcci¨®n de una democracia llena de agujeros, sea un privilegio m¨ªo, como blanca, que no s¨¦ lo que es ser negra en este pa¨ªs. Puedo escribir sobre eso, como escribo, puedo intentar vestir la piel negra, como lo intento, pero ser es de otro orden. Y ese orden tengo que admitir que no lo alcanzo. Y tal vez la ruptura sea la ¨²nica forma para que los que tienen privilegios escuchen a aquellos que no tienen privilegios. Tal vez sea este el momento de Brasil. Y tal vez sea importante que as¨ª ocurra, porque ya ha pasado demasiado tiempo para que no se haya completado una abolici¨®n. Tal vez la esclavitud tan solo se acabe, de hecho, a partir rupturas como esta.

Para m¨ª, la s¨ªntesis vino de esta intervenci¨®n de un joven negro del p¨²blico, que ten¨ªa grandes posibilidades de estar muerto, pero est¨¢ vivo:

No hay ninguna posibilidad de que un blanco sea digno en Brasil mientras no cambie la realidad de los negros

¡ªMi nombre es Max. Soy actor.... Era actor, pero me convert¨ª en productor cultural por ausencia, por necesidad de producciones culturales en las que me sintiese un poco m¨¢s digno. Digno. Creo que es la palabra perfecta para la ocasi¨®n. Voy a hablar a partir de mi piel negra natural y de mi cabello normal, aunque alguien en 1930 dijese que hab¨ªa cabellos normales y otros nos¨¦qu¨¦. ?No? Decidieron qu¨¦ era lo normal y qu¨¦ era lo natural. (...) Es interesante c¨®mo el blanco tiembla cuando va a perder el privilegio. Entonces, de repente, cuando le tocas al privilegio de aquel que siempre pudo hablar como quiso, de quien quisiera, en el momento que quisiera, alguien dice: "No me gust¨®", y a esa persona le llaman Estado. ?No? (...) Los negros, que nunca tuvieron ni siquiera grandes papeles en el Estado, son censores. No hubo ¨®rdenes del Ministerio P¨²blico, no hubo Departamento de Orden Pol¨ªtico y Social (DOPS), no hubo Consejo de la Comunidad Negra, no hubo Secretar¨ªa Especial de Promoci¨®n de la Igualdad Racial (SEPIR). Y nadie ni siquiera les fue a preguntar a los Fofos si era censura o no. (...) Personas as¨ª... temblando de miedo de perder ese espacio. Creo que ah¨ª es donde el vaso tiene que vaciarse. Nosotros, como hombres, vamos a tener que perder privilegios para cederles espacio a las mujeres, a los homosexuales. Nosotros, como habitantes del Sudeste, vamos a tener que dejar sitio en los pliegos para que se contemple tambi¨¦n al Norte. Y tal vez los blancos a¨²n no hayan conseguido dar un mil¨ªmetro de paso para perder sus privilegios. O para compartir los privilegios en las universidades. Compartir el privilegio de este di¨¢logo. Me daba miedo tener que armar jaleo aqu¨ª, (...) porque pensaba que iba a haber una conferencia de personas que justificasen el blackface. Estaba preparado para el jaleo. De verdad. Nunca hab¨ªa visto al mercado financiero abrir espacio para un debate de estos. Ni al Estado, ni al mercado financiero. (...) Quiero plantear esta cuesti¨®n para que las personas piensen qu¨¦ es este privilegio. Algunos amigos dicen: "?Pero yo no tengo el privilegio de ser blanco!" Y yo les respondo: "?Tienes abuelo, abuela?" "S¨ª que los tengo". Entonces ya eres blanco, porque la mayor¨ªa de los negros no conocen a sus abuelos. "?Puedes andar por la calle sin que el coche de la polic¨ªa se pare, al menos un poco, para echarte un vistazo? ?l no sabe ni lo que es eso. ?Paras un taxi y para? ?l no sabe ni lo que es eso. As¨ª que tienes un mont¨®n de privilegios de ser blanco. Solo que tienes el privilegio del privilegio de no pensar en tus privilegios".

Me qued¨¦ pensando en la enormidad de este privilegio, que es no tener que pensar en mis privilegios. Y me qued¨¦ pensando a partir de un grupo en el que tengo la pretensi¨®n de incluirme: el de los blancos no racistas, el de los blancos que denuncian el racismo y luchan contra ¨¦l. Me doy cuenta de que, por m¨¢s profundo que sea el discurso del blanco, por m¨¢s articulado que sea, ¨¦l habla a partir de un lugar del que tiene miedo de ser apartado, consciente o inconscientemente. Y as¨ª, siempre que sea posible, se suma, aliviado, al discurso m¨¢s intelectualizado, aparentemente limpio, que en el caso de las cuotas era el de que la raza es algo que no existe o que el problema de Brasil es social y no racial, etc., etc. Y aqu¨ª, tal vez, el discurso de sumarse, capaz de mantener las buenas apariencias, sea el de la censura o de la libertad de expresi¨®n. En cierto modo, el mejor discurso del mejor blanco es siempre contemporizador.

Esos blancos guays, cool, esperan que los negros se queden satisfechos con la "apertura lenta, gradual y segura". El punto de vista es siempre el de la concesi¨®n. Y concesi¨®n es la palabra elegida por aquel que tiene el privilegio de conceder. Tal vez el problema en Brasil, con relaci¨®n a la cuesti¨®n racial, sea semejante al de la redistribuci¨®n de la riqueza. Incluso los blancos guays quieren avanzar en la igualdad sin perder nada. Los negros ascienden sin que los blancos pierdan un cent¨ªmetro de su privilegio, que comienza por las empleadas dom¨¦sticas. Porque los privilegios de los blancos son cl¨¢usulas inmutables en la sociedad brasile?a.

Los negros no pueden impacientarse, por el contrario, deben agradecer la benevolencia. Y cuando ponen objeciones, sobre todo cuando le ponen objeciones a gente guay, a aquellos que est¨¢n seguros de estar haciendo lo correcto, la conversaci¨®n cambia de tono. Es f¨¢cil unirse contra los trogloditas, y en Brasil los hay de sobra. Pero contra los guays, los cool, ?c¨®mo queda la cosa? Y escribo sin iron¨ªa, porque me incluyo en esa cuenta. Escribo con dolor, porque el car¨¢cter incompleto de la abolici¨®n puso a gente de hecho digna, a blancos dignos, en una situaci¨®n con pocas salidas a no ser un enfrentamiento que empieza dentro, con la dureza de esta realidad que, mientras no cambie, le impide a cualquier blanco ser de hecho digno. Es esta la tragedia que tenemos que afrontar: la imposibilidad de que un blanco sea digno en este pa¨ªs mientras la realidad de los negros no cambie. La verdad brutal es que en Brasil, el mejor blanco solo consigue ser un buen se?or de esclavos.

No quiero tener la ¨²ltima palabra. Quiero a?adir dos intervenciones que representan mis mejores esperanzas, aunque sepa que la esperanza tambi¨¦n es privilegio de unos pocos.

La primera es del mismo hombre del p¨²blico que se present¨® como negro, homosexual y profesor:

¡ªLa pregunta tal vez sea: en este contexto, que es nuevo, ?c¨®mo hacemos para inventar otra sociedad? Porque, como profesor de Historia del Teatro Brasile?o, no estoy interesado en revisar la historia del teatro brasile?o, estoy interesado en inventar otra historia. Creo que este es el punto.

Y termino con Roberta Estrela D'Alva, juntando dos intervenciones que hizo en momentos diferentes del debate. Ella se refer¨ªa a una cuesti¨®n planteada por el profesor e intelectual camerun¨¦s Achille Mbembe, con quien viaj¨® por ?frica:

¡ª?Qu¨¦ vamos a tener que dejar morir en nosotros, blancos y negros, para que se produzca la trascendencia, para que se produzca el encuentro? Porque los vasos est¨¢n llenos. ?Qu¨¦ vamos a tener que verter para que comience a penetrar? (...) Para que transcendamos va a tener que ser juntos. No hay nosotros y ellos. El racismo no es un problema del negro, es un problema de la sociedad. Y todos nosotros somos la sociedad.

En mi teatro, Estrela D'alva tiene la ¨²ltima palabra:

¡ªSi la paz no es para todos, no ser¨¢ para nadie.

Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¡ªo Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. Email: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum

Traducci¨®n: ?scar Curros

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